domingo, 6 de diciembre de 2015

EL GRITO DE LAS ROSAS


Nadie sabe decirme
por qué gritan las rosas.
Por qué les duele el aire en el costado izquierdo
como una lanzada.
Se les parte la piel y sangran
como un cristo laico
que redime los huesos de las sombras.
Las rosas sostienen sudarios de niebla,
de madrugadas húmedas
en las conciencias guardadas
entre almohadas y sábanas
hasta la noche siguiente
cuando se hace luna la luna
y los labios beben la luz de otros labios.
Nadie sabe decirme
por qué araña la muerte
los sueños que te sueñan,
por qué silencia mi boca
si pronuncio tu nombre.
Me duele como a las rosas
el costado izquierdo
cuando golpean las manos de la pena.
Entonces pregunto a la ausencia
por qué ya no estás,
por qué estoy tan solo
frente a la soledad cianótica
de mi próxima muerte



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