miércoles, 12 de agosto de 2015

LA VENTANA



Cerró de repente la ventana.
Crujió la vida en las bisagras.
Intemperie todo.
Rios que tiritan.
Piel de las flores con  escalofrío de lunas.
Sangre coagulada a las puertas
de la soledad absoluta.
Cerró de repente la ventana.
Buscó a tientas su soledad más sola,
el travesaño de su almohada intacta,
sin huellas de besos,
sin recuerdos calientes de cuerpos enredados,
sin sábanas sudarios
para empapar  caricias.
Le regalé aquel día
un árbol de miradas,
de ternura para su cuerpo caliente,
un río para envolver los relieves de sus montes.
Ahora tiene cerrada su ventana
y el mundo no cabe por sus grietas.
Hay un silencio espeso,
una lava de plomo en el alfeizar
donde sembré geranios y jazmines,
lavanda y hierbaluisa
para que fuera elegante el aliento de su boca.
A lo mejor no me queda tiempo
para hacer de la espera una esperanza,
para tejer una dulzura nueva
por si amaneces,
por si te manifiestas como una epifanía.
A lo mejor entonces sólo encuentras
mi carne destruida
alimentando olivos retorcidos

como cuando entonces era entonces.

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