Apoyado en el silencio
espero la llegada de tu nombre,
para abrazarlo sin poseerlo,
para aceptar la propiedad de tu vida,
para saber que tú eres tú sin mí.
Si espero la llegada de tu nombre
es para nombrarte y crear tu existencia
y que hagas del camino tu camino,
de tu palabra la conciencia de las rosas.
Quiero hacer de tu orilla
el descanso final, el precipicio
del tiempo concedido
para el beso y el tacto.
Será después la nostalgia
amarilla de alguna despedida,
el adiós depreciado
de pájaros que nunca
bebieron el silencio.
Nos estamos marchando poco a poco.
Si llega a tiempo tu nombre
pónmelo entre las manos cuando muera.
Quiero los ojos llenos de palabras
de besos y de risas
que me recuerden la ternura de tus labios,
el temblor de tu cuerpo en mi memoria.
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