Fue cuando Egipto, cuando Libia, cuando Marruecos. González Pons, profeta sacrificado de Rajoy, instó a los españoles a la rebelión. Zapatero reinaba entonces. Se alargaban las colas del paro. Se vino abajo el edificio grande de ladrillos. Madrugaba el hambre, la desconfianza, el asco. Se iban llenando las almas de vacío, la esperanza de desesperanza, el futuro de miedo. Apareció el predicador Pons, prometiendo, prometiendo, prometiendo. Todo era promesa proclamada. Prometía Mariano, María Dolores, Alberto, Esperanza. Estaba ahí el provenir, esperando sentado en la acera de un 20-N. En octubre se vislumbraban los tres millones de puestos de trabajo, la bajada de impuestos, la distribución más equitativa de la riqueza, el gravamen para las rentas más altas, la afloración de capitales ocultos, fugados a paraísos fiscales, los bancos malditos que se alimentan de desahucios. Era hermosa la tierra prometida.
Zapatero era un opresor. Defendía el amor homosexual, la igualad hombre-mujer, la educación del sexo y la construcción de un país en democracia, impartía ciudadanía desde la escuela para crear conciencia de país y tenía fe en una alianza de civilizaciones para salvar al mundo de los enfrentamientos. Había que tener prisa en derrocar semejante “régimen” Había que instaurar un gobierno que devolviera a España el lugar que le corresponde en el mundo, para inspirar confianza, para crear puestos de trabajo, para atender a los dependientes, para alentar un sistema de pensiones “como Dios manda” y para levantarnos de las cenizas grises de Zapatero y resurgir de ellas como el ave Fénix.
Las gaviotas anidaron en la Moncloa, España se vistió de azul y Camps volvió a ser el ciudadano más honrado. Gallardón descubrió que las mujeres abortan porque sufren en su carne la violencia estructural. Aplaudieron los hombres del PP y las mujeres del PP se sintieron por fin liberadas porque nadie podría “obligarlas” a matar vidas humanas. Podrían recuperar la dignidad de la maternidad y viajar a Londres con un préstamo del BBVA para ampliar conocimientos y quitarse unos kilos de encima con los que no puede la dieta mediterránea de aceite virgen, muy virgen...
Fátima subió a la tribuna del Congreso y gritó su reforma laboral. Hay que hacer en España lo que se hace en Europa, pero mucho mejor. Despido libre, indemnizaciones ridículas, cambios de turno a gusto del empresario, rebaje de salario por necesidades de la actividad, ERES disfrazados de urgentes reformas, trabajadores a la calle por previsiones negativas, porque los meses anteriores, porque… Los sindicatos son parásitos adheridos a la piel laboral, los jueces no tienen por qué implicarse en los asuntos que los empresarios saben resolver solitos, la huelga es un derecho constitucional pero cada vez menos constitucional. Ya vamos siendo Europa aunque Europa huela a esclavitud, a látigo, a circo romano.
España ya es Europa. Por las aceras del mundo anda pidiendo limosna, extendiendo la mano, solicitando el asco de una ocupación a cambio de casi nada. Otra vez maleta de cartón piedra, título universitario junto a la muda de los sábados, un master envuelto entre calcetines y un tren para Alemania, Bélgica u Holanda. Un trabajo, por amor de Dios, a cambio de lo que quieran, a cambio de nada, porque más “cornás” da el hambre. Y la carta a la madre: estoy muy bien. Y a la novia: tengo urgencia de caricias, de besos, de pechos de luz, de vientre recorrido de memoria.
Cinco millones de parados. Para seis millones vamos, o para más. Los gobiernos harán lo posible para conseguir desempleados. Hay que llegar al número suficiente de la angustia. Ahí es fácil sembrar el miedo, la desesperación, la conciencia de fracaso vital, el asco por la vida, la atracción de terminar de una vez con la náusea de vivir. La dignidad sin pan no es dignidad. Y hay que elegir entre el estómago y la elegancia de existir como ser humano.
Mi querido amigo Andrés Villena publica un artículo en PUBLICO DIGITAL titulado “La privatización de la realidad” Ya el título encierra luz suficiente para iluminar el panorama actual. Y uno de sus párrafos: “La victoria de esta imparable ideología del siglo XXI podría verse reflejada en un ejemplo simple: imaginemos que a un polígono industrial de una ciudad como Málaga, Sevilla o Madrid llegara una gran multinacional y prometiera crear 700 puestos de trabajo a 650 euros al mes, diez horas al día. Una manifestación sindical y contestataria por el trabajo digno en frente de la nueva entidad acabaría reprimida con violencia. El problema es que los agresores no serían probablemente policías, sino la mayoría de los empleados de la nueva empresa”
No hay brotes verdes. Alguien ha fusilado la primavera en una cuneta cualquiera.
1 comentario:
Se instaló la "anarquía capitalista" y ante este hecho solo queda su antagónica resistencia de barricadas.
Se pusieron de moda los rancios con la beneplacencia de la corderada.-Que pena de país-Lo que habrá que lamentar son las pérdidas de libertad, de razón, principios honestos, cultura y sobre todo la vida digna y conciencia de algunos, que quedaran esparcidas por el camino que como positivo y ante esta manifiesta necedad se esperará que la simiente germine de nuevo en sanados corazones...
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