lunes, 21 de mayo de 2012


CONDENADOS


 Jordi Evole, el 20 de Mayo, en la Sexta Televisión, nos presentó su programa SALVADOS. Dialogó con un profesor español en Atenas, con una traductora española en la televisión griega, con comerciantes, pensionistas y trabajadores griegos. Y los distintos estamentos nos brindaron un país condenado. Ya en España, Evole conversó con un economista que clarificó los orígenes y consecuencias de la crisis y finalmente entrevistó a Federico Mayor Zaragoza que me condujo a que el título del programa, por esta vez, estaba mal elegido. Deberían haberlo titulado “CONDENADOS”. Porque a una condena están abocados aquellos países que, como el nuestro, han sido el blanco de la codicia, la usura y la especulación de los depredadores económicos.

A la ciudadanía se le echa en cara que la actual situación es la consecuencia lógica de haber vivido por encima de sus posibilidades. Hemos tratado de tener un techo donde albergarnos como familia. Compramos un coche para tener cierta libertad de movimientos. Y nos fuimos quince días a una playa a recomponer la cabeza para volverla a entregar a un trabajo del que vivíamos. Y antes de todo pasamos “por un banco amigo” para decirles que necesitábamos algo de dinero para vivir por “encima de nuestras posibilidades”  Radiografiaron la nómina, nos dieron el dinero y un mantel con servilletas bordadas para celebrar que ya estábamos hipotecados de por vida. Salimos contentos de nuestro encuentro con el director  y el banco amigo empezó a cerrar el nudo sobre nuestra garganta. Desde entonces estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades.

“Los niños son el colectivo más pobre en España. El 26% de los chicos y chicas menores de 18 años vive en hogares que están por debajo del umbral de la pobreza,  En total, son 2.200.000 niños y niñas, casi 205.000 más que hace dos años” Lo escribe Gabriela Jonquera en Público. "Los grupos más vulnerables, como los jóvenes, las familias inmigrantes, las familias con miembros que podrían estar trabajando y que ahora todos se encuentran en paro, tienen más posibilidades de caer en la pobreza"

Las guerras han cambiado de estrategia. Ya no se conquistan las tierras por las armas sino por la economía. Si un país no paga su deuda se le interviene, es decir, se lo apropia el acreedor asfixiando su economía, cobrando su producción, condenando a sus habitantes a trabajar para el conquistador, hundiendo a su población en la miseria más absoluta, obligando a apartar la mayor cantidad de dinero para pagar la deuda sin tener en cuenta la miseria, el hambre, la destrucción sistemática de sus habitantes. La gente se suicida, abandona a sus hijos porque no tiene para darles un trozo de pan y duerme en las aceras porque le han quitado hasta el techo que arropaba el amor de cada noche.

Aún así, dicen los economistas, ciertos países no llegarán a cubrir su deuda en muchos años. Al final seremos países fallidos de cara al acreedor. Pero se ha condenado a esos pueblos a una marginación histórica de la que no podrán levantarse. Se ha conquistado sin armas de fuego un territorio. Sin armas de fuego pero con muchos muertos. Con ilusiones fusiladas, con niños analfabetos, con viejos desengañados, con familias rotas, con trabajadores-esclavos. Y si caminamos hacia esa frustración vital, ¿no sería más realista plantar cara a la usura, a la cacería y hacer retroceder a los conquistadores? Ha habido hasta hace poco dos bloques, decía Mayor Zaragoza: el comunista que ya acabó y el capitalismo con el que hay que terminar. Es una crisis sistémica. Las guerras las hacen los ricos. Los pobres son los únicos capaces de llevar a cabo las revoluciones porque nada tienen que perder. Los países ricos  oprimen y ahogan a los pobres empobreciéndolos más. Son estos pobres los que están llamados a poner en pié una revolución sin la cual gran parte de la humanidad está destinada inexorablemente a estar esclavizada por una minoría.

Los gobiernos sólo nos hablan de recortes: sanidad, educación, servicios sociales, sueldos, condiciones laborales infrahumanas, desasistencia a dependientes, cierre de guarderías, disminución de becas, cierre de centros de investigación, más número de parados… Apretarse el cinturón, le llaman.

Pese al voluntarioso título de Evole, nos demostró esa noche que estábamos todos condenados.

1 comentario:

Maximinimalidades dijo...

En 1906 en Francia se luchaba por una jornada laboral de 8h. horas diarias...en el 1996 también en Francia se aprovó la ley de 35h. semanales y en distintos paises se adoptaron ciertas medidas, reduciendo horas...en España no llegamos a menos de 40h.semanales precisas (se echaron muchas "extras" unas pagadas y otras no)y pareciera que según la técnica industrial, y los avances de la época, se reduciría para el "ser humano" el tiempo dedicado al trabajo y el trabajo sería poco "mecánico",,que lo suplirían las máquinas...pero no, y ahora con "los paises emergentes" los que disponen del trabajo organizado no lo acogen como posibilidad, y las "exclusividades" tecnológicas, y energéticas... así que, jornadas interminables, sueldos abaratados y paro, mucho paro ¡¡Todo sea por la competividad!! Como bién dices ahora queda acabar con el capitalismo, la cara más fea.