¿GANARON LAS ELECCIONES?
Rajoy, Rato, Aznar, Aguirre. Ruedan estos nombres
insistentemente por la prensa, la radio, las televisiones. No hay comentarista
que se precie que no exponga su visión sobre estos personajes. Hasta el punto
que uno piensa que las elecciones se han celebrado ya y las ha ganado este
totum revolutum que forman los rostros de quienes aspiran a gobernar, de
quienes sacan los colores a sus antecesores, o de quienes deberían taparse las
vergüenzas que otros destapan.
Rajoy persigue la reelección. Le pesa el dedo del
padre Aznar quien debería pedirse perdón a sí mismo por el disparate de creerse
un dios capaz de encomendar la salvación del mundo a Mariano. Pero Aznar es un
inmenso ombligo con la vista cansada de tanto contemplarse, de ensalzar sus
hazañas, de ser consciente como nadie de la existencia de armas de destrucción
masiva y de aquel flequillo que afeaba la fotos de los tres (cuatro en
realidad) mosqueteros que ascendieron a
la gloria de la historia con las manos manchadas de sangre irakí, de sogas que
apretaron el cuello de Sadam hasta romperlo, de llevar la democracia del dolor
a un país que todavía hoy se derrama por las calles como consecuencia de
visionarios ilustres como los de la foto. Los salvadores de patrias son siempre
opresores de ciudadanos. Existen los dictadores de corbata que pisan las
espaldas más democráticas. Y Aznar, emperador de barro y mercadillo, sólo sirve
para ir pregonando sus propias grandezas e ir coronándose como catedrático de
sus logros.
También Rato parece haber ganado las elecciones. Fue
el mejor ministro de economía y hacienda. El milagro pequeño del bienestar (el grande fue Aznar), que puso a España en
el carrusel importante de las naciones importantes. Pero ahora le votan los
jueces, los fiscales, los que le ponen la mano en la nuca para alegría de unos
e indignación de Marhuenda. Y aquel que puso en pie la economía tuvo que esconder
la suya en la amnistía de Montoro.
Aguirre sigue reptando, arrastrándose ante sus propias
mentiras para ver si es posible aún ser alcaldesa o suplente de Rajoy. La
sexagenaria incapaz de ver la corrupción que ella engendró como una de esas
madres que arrojan por el wáter al hijo de sus entrañas y tiran de la cadena
como si las cisternas encerraran un poder de abssolución y encubrimiento de
todas las falsedades. Nos mintió hasta el punto de decir que se retiraba por
una grave enfermedad (de la que por suerte está recuperada) y por el amor que a
su edad sigue sintiendo por su marido y sus nietos. Y mentía. Se metió a
cazatalentos, pero recordando a Granados y a tantos otros, se dedicó en
calumniar a Carmena y a empujar a Rajoy para despeñarlo del helicóptero del
poder. Pero en helicóptero viajaba también ella y ahí está, arrastrándose y
reptando como si del director de La Razón se tratara.
Y Rajoy asegurando que su gobierno ha sido fantástico,
pero que no han sabido explicar lo que han llevado a cabo durante estos cuatro
años. Pero yo pienso que lo han expuesto tan bien, que ha llegado a todos los
sectores. Los trabajadores han entendido que la reforma laboral era una inmensa
pérdida de derechos. Los estudiantes han comprendido que sólo unos privilegiados
tendrían en adelante la posibilidad de estudiar. Los científicos han asimilado
que deben seguir cumpliendo con su deber, pero en universidades extranjeras.
Los dependientes han tomado conciencia de que el gobierno no tiene ningún
interés en quienes no producen al cien por cien. Los enfermos han concluido que
son sólo mercancía. La tercera edad sabe que han vuelto a ser simplemente
viejos con la obligación de llenar los estómagos de hijos y nietos con
cuatrocientos euros. Los jóvenes han tenido claro que deben someterse a la
movilidad exterior, que es una situación muy superior a la de emigrar para
limpiar retretes. Y así podríamos seguir.
Por una parte llegamos a la conclusión de que el
gobierno ha explicado meridianamente toda su gestión puesto que la totalidad
del pueblo ha entendido lo que han realizado en esta legislatura. Por otra,
deducimos que las promesas que se nos hicieron estaban falseadas de raíz a la
vista de lo realizado una vez llegados al poder. Todavía, después de cuatro
años, Rajoy sigue culpando a la herencia recibida de lo inexplicablemente
explicado, Es como la atenuante que busca un maltratador en el ejemplo visto en
su infancia. Nadie puede escudarse en esa herencia a no ser que trate de
demostrar la debilidad de su proceder y su incapacidad para realizar
autónomamente su propia aventura.
Rajoy, Aznar, Aguirre. No sé si estamos en tiempo
preelectoral por el brillo de tanto puñal, o si ya han ganado las elecciones y
entonces los puñales se dirigen hacia la ciudadanía.
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