martes, 14 de abril de 2015

OLVIDO EN TU PIEL


Olvidé  los ojos en tu piel.
Voy palpando la carne del tiempo a ciegas
porque olvidé mis ojos en tu piel.
Eres mar a veces
y saben las lágrimas a sal.
Fuego a veces
y  quema la mirada,
las llamas hacen un universo limpio,
purificado y crujiente
como un pan recién hecho.
Pero duelen y escuecen.
La sangre cruje,
se quema el barro,
se evapora el agua
y se hace lluvia en tus heridas  entreabiertas.
Todo queda en ti
como si fueras plaza de regreso,
estancia definitiva,
el más allá de la finitud que soy,
eternidad en ti.
Olvidé los ojos en tu piel
para aprenderte,
para permanecer en tus poros asombrados
como cuando los labios suplican el beso
y el beso se diluye  en el cielo de tu boca.
Cierro los ojos,
duermo en tus párpados
para soñarte más cerca,
más dentro.
Recobro el volumen de tus montes,
la hierba de tu vientre
y olvido para siempre
las manos en los pliegues de tus ingles.
Quédate en herencia la mirada
de ese día que llaman despedida.
No quiero acostumbrarme
a vivir sin tu piel

una eternidad entera.

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