domingo, 12 de abril de 2015

FUE AQUELLA TARDE   


Los tres: la tarde, ella y yo. Se fue la tarde al río. Le gustaba bucear y encontrar utopías allí donde el agua tenía sus raíces, en la hondura, donde el silencio era un canto rodado purificado por el roce verde de las algas. La tarde estaba desnuda para que el río aprendiera a andar por montes y llanuras, por la hermosa geografía de su piel.

Ella y yo en la orilla. Miradas hondas. Asomadas a los adentros como la tarde en el río. Intuyendo el temblor de la carne, el escalofrío de la proximidad, desnudando el rubor de la sangre viva, andando y desandando los caminos del deseo. Las llamas que consumen las venas. La pasión que incendia los labios hasta quemar otros labios.

Ella y yo. Deseando nadarnos los cuerpos, braceando hasta el margen más delicado, más íntimo, donde el gemido es el eco de la piel sorprendida, de la plenitud revelada, de la epifanía entreabierta para que penetre el sol y se haga luz por dentro. Y que todas las vidrieras exploten de alegría como una catarata.

La tarde allí, bebiéndose el corazón del río. Ella y yo aquí donde la sombra era el velo que cubría la desnudez. Porque poco a poco las manos desabrochaban fronteras y andaban el terreno moreno de los cuerpos. Poco a poco, roturando caminos nunca recorridos, estudiando la orografía perfecta de la belleza, empañando las bocas con un aliento de vino amargo.

La tarde nos dio la espalda. La tarde boca arriba para que la penetrara el río, para que la fecundara esa luna rojiza, partida en gajos como una naranja poblada de azahar. Ella y yo entonces. Tragándonos los besos, bebiendo las caricias, uniendo las distancias. Pechos que se encuentran. Vientres que se reconocen. Heridas que se tapan para que el amor no se derrame. Ella y yo tiempo. Ritmo. Quietud. Caballos blancos que galopan. Mares infinitos guardados en gemidos. El mundo dentro de su caracola sonora. Peces deslumbrados iluminando los agujeros del agua.

Como la tarde nosotros. De nuevo la quietud. La trinidad serena. La tarde, ella y yo.


No hay comentarios: