sábado, 3 de mayo de 2014

COSTUMBRE


No quiero acostumbrarme
a una memoria equivocada.
Prefiero el camino entreabierto
como una cuneta,
esos labios de tierra
que albergan lunas
para que no se extravíen.
No quiero hacerte costumbre,
rutina de piel andada
una noche, otra noche
de estrellas oxidadas.
Como grieta recién hecha te quiero
donde dejar mi luz vertical
y la fruta madura
exiliada de aquel paraíso
de dioses frustrados.
Acudo desnudo a la subasta
que reclaman sin árboles tus calles.
Te espero donde nadie te espera,
en el destino sorpresa de ese amanecer
que te revela un nombre que nunca pronunciaste.
Me llamo como tú me llamas.
Soy como tú me defines.
Quiero que me rehagas cada día
como un pan caliente

de trigo y amapolas.

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