domingo, 15 de diciembre de 2013

OLOR A TI





Huelen tus ojos a hierba recién segada,
a luz de aquella tarde.
Busco la verdad cuando te nombro
y el tiempo me remite a tu vientre de raíces.
No intento definirte,
instalarte en palabras herméticas.
Ancha te necesito
con fronteras derrotadas.
Ilimitada te quiero
para no llegarte al fin,
para que no te acabes
al nivel de tus caderas.
Huele tu carne a primavera recién hecha,
a cerezos, a almendros.
Busco el amor cuando te nombro
más allá del tacto,
de tus pechos marítimos,
de tu pubis oceánico.
Tengo que confesarte: a veces
extravía la brújula el camino
y escarbo la tierra
como si fuera la piel equivocada
de tu risa entreabierta.
Ni siquiera a veces busco lo que busco.
Tu cuerpo se aleja
y no me huele a hierba,
ni a primavera huele.
Lejanía,
distancia,
trayecto.
Porque no sé dónde, tú,
si más allá de todo,
si más acá de nada,
si alguna vez o nunca,
si ayer o siempre.
Regresarás tal vez.
Ando tejiendo esperanzas
para darle horizonte a los pinares,
futuro a los montes y a los mares.
Vamos a esperarnos
por si vienes,
por si voy,
por si vamos,
por si regresamos
a cerezos,
a almendros,
a hierba mojada,
segada
cualquier tarde.


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