LA FUGA
Rajoy
no lo ve. Anda a gatas debajo de una mesa buscando la España perdida. Jugó con
ella durante la campaña electoral y ahora se le cayó del bolsillo nada más
tropezar con una alfombra persa de Moncloa. Anda a gatas Rajoy. Oliendo rastros,
hocicando huellas por si España dejó tras de sí un olor a descomposición, a
cadáver, a muerto recién muerto. Recuerda Rajoy el triunfo de la trampa
ratonera que le puso al alcance el destino. No subiré los impuestos, no subiré
el IVA, crearé empleo hasta tres millones me ha dicho Pons, vereis cómo somos
el partido de los trabajadores que dice María Dolores, el partido de los
viejos, de la sanidad, de la educación, el partido del cariño por los
dependientes que necesitan un prójimo que empuje la silla, que les limpie el
cansancio de intentar agarrar la vida con los muñones del alma, el partido de
la mujer maltratada, manchada de besos asesinos aunque nunca matan los besos.
Recuerda Rajoy que puso en su sitio a los mercados, a la prima de riesgo, al
ibex treinta y tantos, a la Merkel generala, a la Europa opresora de Grecia,
Italia y Portugal, a los especuladores a los que hay que gritarles que España
no está en venta, que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la
tropa aragonesa. Rajoy-plazas-de-toros,
polideportivos-de-aplausos-autocares-y-merienda. Cospedal-corpus-peineta.
Pos-camisa-blanca-por-librerías. Arenas-señorito-bebiendo-Guadalquivir moreno.
Mariano
andaba debajo de la mesa buscando una España de promesas inyectada de
retrovirales contra un Zapatero contagioso, de un Rubalcaba estrujando pistolas
negras asesinas, de Elenas elegantes, delgadas como el peso del euro. Y España
se le había entregado hasta las cachas. Podía apretarla públicamente como a una
amante rendida a los piropos de un mañana chorreado por la fachada de Génova.
Estaban
las calles llenas de Montoros frustrados, De Guindos sin frutos, de lutos
toledanos y jirones de mantilla, de Pons secuestrado por Floriano desnortado.
Funcionarios de uniforme, de togas, de policías y bomberos, de batas
sanitarias y guantes de latex, de viejos
sin dinero para el gelocatil antideformante, de vendedores de bragas, de
medias, de pan caliente y mañanero. Calles de mono azul y sangre minera, de
casi seis millones de parados, de ortopedias rodantes, de sidas, cánceres,
enfermedades pulmonares obstructivas crónicas. Calles con conciencia de atraco,
pidiendo auxilio porque las han aplastado contra la pared y les están violando
los derechos. Calles que lloran por un Montoro que se ríe, por un Guindos que
miente, por un Rajoy que debajo de una mesa practica un onanismo sin viagra ni climax porque a España le duele la
cabeza y ya no finge orgasmos de campaña.
Maletas
de cartón y cuerdas de esparto. Bocadillo para el tren y un búcaro de agua fresca.
Hasta Alemania iban, hasta Holanda, hasta Bruselas. Con la boina y los
recuerdos. Con ganas de hacer un hijo si vuelven en verano. Con la muda limpia
de lagarto y planchada de cariño. A juntar un dinero como quien junta recuerdos,
montoncitos de amor para la primera comunión de mayo, para acumular caricias y
llorarlas al regreso. Hoy están jubilados, peligrosamente jubilados, con los
achaques propios y recetas al diez por ciento, con Ana Mato pisándoles el sudor
ahorrado en muchos años.
Hoy
son jóvenes de cola-cao y cereales, de gimnasio y pádel, de universidad y
móvil, de ordenador, de informática y facebook. Son jóvenes arquitectos,
ingenieros, médicos. Portátil y maletas
bachiller. Lascoste y calvin klein. USB con recuerdos y fotos de una novia de
seda, de un novio con músculos en los besos. Sesenta mil al mes. Hacia
Alemania, Holanda, Bruselas. Como aquellos de los sesenta, aunque sobradamente
preparados. Como aquellos de los sesenta para juntar alegría, ahorrar caricias
y disfrutar los besos de skipe con la
tarde entre las manos.
Seiscientos
y muchos mil al año. Por trenes a doscientos cincuenta por hora para inyectarle
velocidad a la huida. Por aviones con azafatas azules y comandantes vestidos de
capitán general. Y de repente Alemania, Holanda, Bruselas. Sin Sierpes íntima,
sin el Pilarica al fondo, sin Castellana cañí, sin Galicia ni rías. Todo es
extranjero. Y empiezas a sentir en el hombro los ojos de los que te miran por
encima del hombro, de los que se creen invadidos, de los que piensan que has
ido a robarles el puesto de trabajo, a quitarles el pan y la cerveza. Como
pensabas tú del marroquí de patera, del subsahariano de Lavapies, del
aparcacoches junto al dolor de los hospitales. Seiscientos y muchos mil al año.
España
se va yendo poco a poco. Ya no se sabe a dónde, ya no se sabe hasta cuándo.
Fugándose de sí misma España mientras Rajoy anda buscando debajo de la mesa la
España falsa que un día se sacó de la chistera.
1 comentario:
Mariano así lo quiso. Porque se creyó un Dios “que estaría a la altura de las circunstancias”. Que todo lo haría “como Dios manda”, llevándonos siempre por “el buen camino” y así etc. etc. Personaje hecho de frases hechas, (para no molestarse.) Un Frankenstein fabricado de ocurrencias y slogan que repartía para que fueran eco en otras bocas de su “correveidiles” y resonaran en todos los oídos de los españoles. Pensando que “mañana Dios dirá”. Y así siguen, con sus frasecitas “imaginativas”, que ya producen arcadas.
Mariano no quiso sentarse a la mesa del anterior gobierno y servirle de ayuda a Zapatero.
Mariano anda buscando debajo de la mesa algún tornillo de su ensamblaje que olvidó colocar y está desarmado.
Mariano Rajoy ha encontrado a mano un cartel y lo ha colocado,”carretera en mal estado” (esta cita es de A. Gala), en vez de arreglarla.
Rafael usted como siempre, condensando en un artículo el panorama que tenemos. Un abrazo amigo.
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