miércoles, 4 de julio de 2012


FUE LA CALLE






La calle no era calle. Era un coto para guerreras blancas, entorchadas de botas las costuras. Era de alguien la calle. Y eran grises los guardianes de una propiedad. Los que podaban la protesta, los gritos, la rebelión. Me multaron por tener aquel 25 de abril un bolígrafo rojo, un coche rojo y un clavel rojo en la solapa. Se castigaba entonces hasta el color de los claveles. Al aire disparaban y chorreaba la sangre de obreros, de estudiantes. Eramos todos furtivos en busca de la libertad. Mochila llena de gritos, de exigencias, de futuro presentido.

Hace tiempo que se ensanchó la vida. Hay avenidas amplias con claveles rojos no prohibidos. Se llenaron las bocas, las manos y los ojos de colores conquistados, de pulmones con aire chorreado, de venas libres para que fluya el grito.

Se siente estafado el mundo. Crisis le llaman todos de mutuo acuerdo entre gobiernos. Hay que guardar las formas. Al sexo se le llama amor, a la mierda basura reciclable, a la borrachera intoxicación etílica. Le hemos puesto hipocresía a las palabras, para que no sean lo que son, para que disimulen la incomunicación egoísta de la vida.

Casi no nos acordamos de aquellas hipotecas basura. Se las dieron sin miramiento a los pobres y a los pobres culpamos del impago salvando la inocencia bancaria de los benefactores del dinero. Se volcaron los grandes beneficios en bolsillos usureros, en yates, en mansiones. Y en sus casas viven, con batines de seda y vajilla veneciana. Son expresidentes de bancos y presidentes en ejercicio del mundo. Por encima del hombro los ojos despreciando a la plebe con hambre, con miseria, sin techo para acariciar muslos y vientres y caderas calientes de hermosura.

Se siente estafado el mundo. Pero se llama crisis. Todo es crisis. Europa no es Europa. Es el conjunto de 27 crisis. Marcha Merkel al frente y detrás los marianos de turno, cargados de herencia recibida. Fueron incapaces de enterarse cuando soñaban con jauja de que estaba la estafa creciendo cada día, poblándose de flores negras, de enfermos empujados a la muerte, de familias acogidas en cajeros de bancos orgullosos, de hospitales asilos de miseria, de viejos añorando la muerte en cada esquina, de suicidas cansado de vivir sin saber para qué, de vendedores ambulantes de riñones para pagarse el pan, sólo el pan, de cada día, de borrachos que olvidaron la angustia en el cartón de tintorro D. Simón.

Se siente estafado el mundo, aunque le llamen crisis. Madres pariendo en la maternidad de INEM para evitarle al hijo el trayecto de mañana. Investigadores con maletas Bachiller camino de Alemania, a cuatrocientos euros el mes, sin la tortilla de madre, con la pena de padre que también se fue un día maleta de cartón apretada con cinturón o cuerda fuerte de esparto. Muchachas de pelo acariciado, de labios cofres de besos. Hasta el verano si se puede, si la deuda soberana, si la prima de riesgo, si el ibex treinta y tantos.

Y otra vez la calle. Interinos verdes sin escuela. Wert amontonando niños para que se socialicen. Soria-ministro sacudiendo del sueño a los mineros. Guindos tapando el IVA porque pronunciarlo resulta grosería. Y Mariano-Presidente apuntando recortes que se llaman reformas. La palabra también sufre la estafa. Le han arrancado la piel a la palabra y se queda en carne viva, o muerta, carne escocida, despreciada, insultada, violada y sin honra. Hospitales en la calle, ancianos en la calle, mineros en la calle, parados en la calle…

Nos han desahuciado de la vida. ¿Dónde plantaremos las penas si nos echan de la calle?


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