LEVANTATE Y ANDA
Este
país ha vivido con frecuencia al borde del precipicio, pero siempre se ha
salvado de milagro. Acostumbrados al vértigo, nos hemos colocado la alegría en
el sombrero para que nada ni nadie nos apee del asombro de vivir. La indistinta
pronunciación entre la B y la V llevaba
a los latinos a admirar a los españoles para los que era lo mismo “vivir que
beber” (Beati hipanii, quibus bibere est
vivere) Y tentando a la esperanza, hemos ido haciendo la historia tejiendo y destejiendo
los acontecimientos como una Penélope-Corte-Ingles-rebajas. Porque agrandamos
lo que fuimos hasta el infinito, pero abaratamos el presente que somos.
Se
nos vino el mundo abajo allá por dos mil ocho. La crisis no era crisis. Andaba
Solbes habándole a Zapatero al oído. Y Zapatero, que aprendió de Jordi Sevilla
economía en dos tardes, escuchaba. O a lo mejor no hizo caso a su ministro y
tiró hacia delante con unas elecciones recién ganadas. Las hipotecas se
llamaron “basura” para empezar a culpar así a los pobres de la hecatombe que se
avecinaba. Y los pobres, con su culpa a cuestas, siguen peregrinando hacia el
destierro porque estorban la recuperación bancaria, hacia la nada porque ellos
y sólo ellos aportan su esfuerzo, su dinero, su trabajo, su despido, su desahucio.
Los ricos tienen bastante con preocuparse de ser los que dan de comer al
pobrerío sudado, entristecido, postulando un trozo de paz a las puertas del
mundo.
Nos
quiso devorar Europa en 2.010. Zapatero se plantó en el Congreso y se colocó a
la derecha de sí mismo. Recortó, recortó, recortó. Y empezamos a no perdonarle.
Decidió perder las elecciones. Pidió que alguien le echara una mano a España.
Que solo no podía. Que Europa andaba ya por los Pirineos. Que se adentraba como
un Napoleón de Emidio Tucci y corbata. Sonsoles rubia-pelo-corto, empezó a
hacer maletas. Llamó a los niños y les habló de un chalet construido en el frío
León de los recuerdos.
Ana
Oramas, a plena luz en el Congreso, una sombra menos en Canarias, ha nombrado a
Montoro. El no estaba. Tiene frecuentes apretones de vientre cuando alguien
quiere apretarle el alma. Montoro –dijo Ana- no ayudaría a cortar la
hemorragia. Rajoy iba camino de la Moncloa y él –fiel escudero-Sancho-ministro-
aseguró que prefería ver desangrarse al país. Con el barreño en la mano,
aseguró que era preferible esa larga muerte agónica, sin posible eutanasia.
Mariano, que estaba ya en la escalinata de palacio, haría la transfusión y
España volvería a ser una, grande y libre. Montoro llamó a Pons, a Cospedal, a
Soraya y empujaron. Zapatero rodó, pero Europa se quedó en los Pirineos,
esperando a Rajoy como quien espera a un godó que no llegará nunca. Porque Mariano
está, pero no está. Se le ha puesto cara de viernes-con-Soraya. Ahora es de
Guindos quien miente o se equivoca. Es Wert quien avergüenza y Montoro quien se
esconde. “Ya la levantaremos nosotros” Y gracias a Coalición Canaria y a CIU el
país no fue intervenido. Montoro fingió otro apretón y se fue a llorar al WC
tirando de la cadena para que el agua se llevara su tristeza por las cloacas
envenenadas de Génova.
Le
preguntaron a Aznar allá cuando Buhs era generalísimo de IraK: ¿Cuál es el
milagro de su economía en alza”? Y D. José María-Carlos-Quinto respondió: “El
milagro soy yo”. Después aprendió inglés, desterró la intimidad de su catalán,
y se echó por el mundo a manchar la España que le pagaba.
Estamos
aquí, ahora. Con el despido exigido por Europa, con la sanidad enferma, con la
enseñanza pidiendo limosna, con la investigación a la puerta de las iglesias, con
los desahucios en cada esquina, con la prima de riesgo, la recapitalización, el
rescate, la opaca transparencia, el déficit. Rajoy buscando soluciones en el
Marca. Pujalte con la herencia recibida en la maleta. Pons creando tres
millones de puestos de trabajo. Cospedal, nuestra señora de los trabajadores, reinando.
Disimulando Soraya. Floriano enmendando y enmendado sin saber a qué atenerse. Y
Bankia aplastando comisiones de investigación ayudados por
Divar-presidente-con-Marbella-tatuada.
Ana
Oramas ha envuelto la denuncia en celofán de regalo y se la ha dado a Montoro con
la vergüenza estreñida, sistémica y milagrosa. Hay viagra por los rincones a
ver si a Montoro se le levanta España.
2 comentarios:
Maestro usted: acertado como siempre en lo que dice y como lo dice. Aldabonazos que golpean la puerta de los sentimientos...
Y Ana Oramas desde la tribuna del parlamento, como una más de los abandonados que quedan, cuando quieren decir algo y enfrente abundan escaños vacíos. Hasta las cámaras de Televisión deberán sentir vergüenza. Le pediría a ella y a los que como ella provocan la desbandada de sus señorías que, mirando a cámara se dirijan a los que les escuchamos sin cobrar por ello. Serán estos a los que Beteta se refería cuando dijo aquello “de menos cafetitos”
Un abrazo Rafael.
Repito este enlace que ya dejé en anterior comentario: http://amigosnsf.blogspot.com.es/
Un abrazo
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