miércoles, 23 de febrero de 2011

TENEMOS LAS MANOS SUCIAS

Los líderes europeos son un eco repetido de las opiniones y decisiones de la Casa Blanca. Obama ha exigido que se tengan en cuenta y que se apoyen las rebeliones del mundo árabe y la Unión Europea ha actuado a las órdenes de su comandante en jefe. Pero todos tenemos las manos sucias, muy sucias. Llenas de sangre, de opresión, de falta de derechos elementales. Manos cómplices de dictadores comprados, fáciles receptores de nuestras ventas de armas y mercaderes activos de gas y petróleo para nuestro consumo servido a domicilio y con un suministro garantizado.

¿Cómo han podido permanecer en el poder Mubarak, Gaddafi, Ben Ali durante años y años? Con la complicidad y el apoyo de Estados Unidos y de sus seguidores europeos. Hemos presenciado los abrazos de bienvenida de nuestros mandatarios a estos duraderos dictadores cuando nos han visitado, cómo los hemos agasajados, cómo hemos puesto alfombras rojas cuando los magnates de los Emiratos árabes han plantado sus reales en el sur de España o han intentado instalar sus haimas en la Plaza de Colón. Caballos pura sangre intercambiados con terroristas de aviones derribados pero absueltos por nuestra magnanimidad. Dictadores consentidos porque eran guardaespaldas de Israel. Y conscientes de su visible corrupción moral y económica a costa de sus ciudadanos, los hemos conservado en estado incorrupto hasta que convertidos en polvo se nos han desmoronado. Y ahora volcamos nuestro ímpetu en aconsejar a Egipto, Túnez o Libia a que no se rindan hasta conseguir una libertad suficiente como para vivir en democracia. Incluso damos un apoyo “prudente” no vaya a ser que se cumpla la resurrección de los muertos, porque no es cuestión de enterrar vivo a nadie.

Es verdad que Marruecos no es exactamente equiparable a otros regímenes hoy prácticamente agotados. ¿Pero cuántas reformas prometidas por Mohamed VI al principio de su reinado todavía permanecen incumplidas con la consiguiente merma de derechos del pueblo marroquí? La apresurada familiaridad de Juan Carlos I con Hassan II y con su hijo y las razones de vecindad amigable que proclaman nuestros políticos nos han llevado a tapar las injusticias cometidas contra el pueblo marroquí y a lavarnos las conciencias ante un problema vital como es el Sahara.

Estamos orgullosos de nuestros estados de derecho, de la independencia judicial respecto al poder legislativo y ejecutivo, de nuestro estado de bienestar, aunque cada vez sea menor el bienestar del que disfrutamos, de nuestra libertad de expresión, de reunión, de nuestra libertad de mercados, aunque su incontrolado crecimiento nos lleve a años de miseria, pero ejercemos una infinita comprensión con los regímenes que conculcan todos esos derechos si a cambio nos facilitan bienes de consumo imprescindibles.

Tenemos las manos sucias, asquerosamente sucias. Nuestro cinismo mata ideales políticos y destruye utopías siempre destrozadas por intereses inconfesables. Hoy nos revolvemos contra los gobernantes egipcios, libios, tunecinos sin avergonzarnos de que gracias a nosotros han podido ejercer un poder tiránico, humillante y casi vitalicio.

Lo he leído en algún sitio: es más fácil comprar a un dictador que negociar con una democracia. Seguramente es más fácil, pero es mucho más sucio y maloliente.

2 comentarios:

pacolaisla@yahoo.es dijo...

Admirado Rafael. Este artículo es de aplicación a las decenas ¿centenas quizas?, de dictadores que aún quedan en el mundo. Ahí seguiran protegidos por el capilismo salvador hasta que sus pueblos quieran. Las barras y las estrellas solo intervendran cuando los intereses mercantiles que los unen, se vean amenazados por la idiotez de algúno de ellos.Mientras tanto seguiremos teniendo las manos sucias como bien dibujas en tus metáforas.
Salud.

Maximinimalidades dijo...

Una "nueva conciencia" se debia de gestar y capaz de hacer frente a los desmanes del sistema, de la organización política mundial, que represente con honestidad y libre elección del Ciudadano, el pueblo en estos casos de daños genocidas, etnocidas,¿Quien nos gobierna? posiblemente no nos libremos del todo de ambages pero debemos practicarlo.
Saludos