El árbol genealógico está siempre ahí. Albergando magnolias, columpios de niños rubios o ahorcados de nostalgia. Está ahí. En los jardines de la sangre. Como testigo de que somos tiempo, sólo tiempo. Embrión engendrado desde antes. Cangilón enganchado para mojar la muerte. Tiempo. Sólo tiempo.
No elegimos el árbol. Se nos da enraizado y gratuito. Cargado de magnolias, columpios de niños rubios o ahorcados de nostalgia. Está él y nosotros estamos. Los hay que no tienen jardines en el alma e ignoran su tierra primigenia, su vientre original. Se llaman Pérez Rodríguez y no necesitan un ayer constituyente. Nacieron simplemente de un zigoto con nueve meses de antigüedad, sin derecho a indemnización cuando los echaron a la vida algún diez de febrero de mil y mil no sé cuántos. Padre agricultor con boina. Madre-Singer de sisas y costuras. Ningún árbol para cobijar la alegría, el primer beso y el sexo inaugural. Ayer al aire libre. Como el hoy y el mañana. El porvenir o el futuro, que nunca tuvo clara la diferencia exacta.
Están también los otros. Los que reivindican. Los que saben de sus raíces, de su marca a fuego en la cadera. Grabada la sangre con bravura de la historia. Y escarban hasta el origen, hasta la piedra primera. Y lo transplantan al salón, enmarcado en primaveras para que florezca el orgullo. Un Vivar, un Colón, Un Cortés de los Hernán según dicen.
Luis Alfonso de Borbón es bisnieto. Rey imposible de Francia. Hijo de padre degollado por la nieve. De madre indescriptible, carne barata de plasma, TDT con celulitis caqui, nieta-muy nieta de uniforme y estrellas para una España explotada, reventadas las venas, encharcada de angustia, tapia simplemente y tierra, con sus muertos sin nombre, sin cruz amontonados.
Luis Alfonso de Borbón es sobre todo bisnieto. En realidad sólo eso. Pero exige su árbol, su sombra al calor de la historia. "Franco creó la clase media española, creó bosques, embalses y carreteras. Se empecinó en que su país no fuera a la guerra y que no se instalara el comunismo. Evidentemente, hubo una guerra civil, pero él no la hubiese querido" La oscuridad a veces se confunde con la ceguera. La clase media española. A ella se refería Alfonso Sastre (creo que era él) con su obra “El nudo de la corbata” Decía el dramaturgo que daba prestigio llevarla atada al cuello por aquello del status, pero apretaba el nudo hasta prohibir la entrada más elemental de aire. Clase media con enfisema encubierto, disimulada la oxigenoterapia, pero mortal. Bosques, embalses, carreteras. Como un mecano macabro: primero se bombardean y luego se reconstruyen. Y de paso se aplasta el pensamiento, la libertad, la poesía, la ciencia, la educación. Se hunde la flota para luego jugar a papiroflexia con barquitos de papel. Nos libró del comunismo, dice el bisnieto. Franco, libertador. España tragándose su propia soledad. Franco cruzado contra el hereje ateo, por Cardenales bendecido, indulgencia plenaria bajo palio, caudillo por la gracia de Dios, muerto como hijo fiel de la Iglesia.
Luis Alfonso de Borbón bisnieto, sólo bisnieto, reivindica un árbol maduro de pistolas, sin magnolias posibles, sin columpios de niños, sólo ahorcados de nostalgia. No perdona (su bisabuelo tampoco perdonó nunca) que “se derriben estatuas y se rebauticen las calles”
Te lo aseguro, Luis Alfonso: hay árboles que queman con su sombra. Sólo los purifica el olvido y la tormenta. Hay cenizas que infectan los jazmines y es mejor que no abonen los claveles.
2 comentarios:
Mi muy admirado Rafael:
Por mi línea materna, tengo una bisabuela de ascendencia "noble". Desobedeció a su padre y se caso con un pobre guarda jurado; fue desheredada. Pero fue cuando se casó con mi bisabuelo que para mi empezó a ser noble.
Un abrazo.
Pero qué bien lo dices... con qué mimo y cuidado elijes las palabras para que cada una de ellas se coloque donde debe estar...
Muchos como tú necesitamos, muchos...
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