Kosovo no es independiente en el Senado y el Congreso español. El anuncio de la retirada de los militares por parte de la Ministra de Defensa Carme Chacón ha sublevado al Partido Popular. De acuerdo ambas formaciones políticas en el fondo, se ha producido un desencuentro en la forma. La falta de autocrítica del propio gobierno ha oxidado el problema y chirría cuando se toca. Sólo cuando la inmensa mayoría de analistas han formulado se descontento, la Ministra ha admitido que si ha habido algún mal entendido entre los aliados de la OTAN o Estados Unidos, ha sido subsanado y todo ha vuelto a sus cauces habituales.
Achacar este hecho a la necesidad que tiene el Gobierno de envolver con humo los problemas que realmente conciernen al pueblo son simplemente ganas de culpabilizar. Los españoles estamos preocupados, es cierto, por la economía, el paro, la inestabilidad vital que ello comporta. Pero tenemos cabeza suficiente como para abarcar la pluridimensionalidad de lo que acontece en el mundo. El Partido Popular, siempre sabedor de lo que interesa “a la gente” y adueñándose de las preocupaciones del pueblo, sí da la sensación de pensar unidireccionalmente sin capacidad de diferenciación alguna.
El Presidente Zapatero le ha pedido a los populares “pudor” al referirse a las misiones militares españolas porque bajo la Presidencia de Aznar, pequeño Buhs reciente, se enviaron tropas a una guerra ilegal como la Irak. Una guerra que no es cosa del pasado, como se empeña en recordarnos Mariano Rajoy para sacudirse aquel aplauso de la bancada popular cuando Aznar, general-caudillo contra la opinión española, se empeñó en sacarnos del rincón de la historia a base de sangre derramada entonces y caliente todavía ahora.
Justo en ese momento de recuerdo de la gesta histórica de Aznar, la televisión nos mostraba la risa escandalosa, aunque ciertamente bella, de María Dolores de Cospedal. ¿Es posible que el estruendo de una guerra vigente en la que estuvimos incluidos como parte desencadenante pueda todavía provocar risas?
A María Dolores de Cospedal se la recibió en su momento como un aire de frescura que podría ayudar a renovar los fundamentos de un partido que nace de donde nace. Pero ella ríe. Da por buena la clausura de la comisión de la Comunidad de Madrid sobre un espionaje que suena a tiempos creíamos que superados. No se reabre la comisión interna de investigación porque a Mariano le faltan narices (Trillo diría otra cosa) para enfrentarse a la Esperanza desesperanzada. Cospedal ríe mientras culpabiliza a Garzón de una persecución del Partido Popular. Cospedal ríe por la victoria gallega como si del imperio hacia Dios se tratara.
Escuecen ciertas risas, aunque sean tan bellas como las de María Dolores de Cospedal.
Achacar este hecho a la necesidad que tiene el Gobierno de envolver con humo los problemas que realmente conciernen al pueblo son simplemente ganas de culpabilizar. Los españoles estamos preocupados, es cierto, por la economía, el paro, la inestabilidad vital que ello comporta. Pero tenemos cabeza suficiente como para abarcar la pluridimensionalidad de lo que acontece en el mundo. El Partido Popular, siempre sabedor de lo que interesa “a la gente” y adueñándose de las preocupaciones del pueblo, sí da la sensación de pensar unidireccionalmente sin capacidad de diferenciación alguna.
El Presidente Zapatero le ha pedido a los populares “pudor” al referirse a las misiones militares españolas porque bajo la Presidencia de Aznar, pequeño Buhs reciente, se enviaron tropas a una guerra ilegal como la Irak. Una guerra que no es cosa del pasado, como se empeña en recordarnos Mariano Rajoy para sacudirse aquel aplauso de la bancada popular cuando Aznar, general-caudillo contra la opinión española, se empeñó en sacarnos del rincón de la historia a base de sangre derramada entonces y caliente todavía ahora.
Justo en ese momento de recuerdo de la gesta histórica de Aznar, la televisión nos mostraba la risa escandalosa, aunque ciertamente bella, de María Dolores de Cospedal. ¿Es posible que el estruendo de una guerra vigente en la que estuvimos incluidos como parte desencadenante pueda todavía provocar risas?
A María Dolores de Cospedal se la recibió en su momento como un aire de frescura que podría ayudar a renovar los fundamentos de un partido que nace de donde nace. Pero ella ríe. Da por buena la clausura de la comisión de la Comunidad de Madrid sobre un espionaje que suena a tiempos creíamos que superados. No se reabre la comisión interna de investigación porque a Mariano le faltan narices (Trillo diría otra cosa) para enfrentarse a la Esperanza desesperanzada. Cospedal ríe mientras culpabiliza a Garzón de una persecución del Partido Popular. Cospedal ríe por la victoria gallega como si del imperio hacia Dios se tratara.
Escuecen ciertas risas, aunque sean tan bellas como las de María Dolores de Cospedal.
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