“La absolución de las urnas” es el título un artículo que publiqué recientemente. Según la opinión de muchos analistas, los errores políticos quedan redimidos cuando el candidato a la reelección es derrotado por el voto popular. Tal vez los errores. ¿Pero quedan también absueltas la maldad consciente, la prevaricación política, la perversión elaborada? ¿Es lo mismo el error que la ejecución premeditada de una maldad intrínseca? Hay comentaristas que persisten en esa visión de indulgencia plenaria, de redención reconstituyente, de purificación absoluta. Basta con cumplir el veredicto de las urnas para que cada cual pueda colocarse el pasado en la solapa y presumir de resurrección pascual.
Treinta y dos cadáveres del Yak-42 fueron identificados. Cada uno llevaba su muerte personal entre las manos. La muerte que cada uno va educando (gestionando desde dentro) a lo largo de la vida. A otros tantos se les adjudicó una muerte para entregarlos a padres atravesados de dolor, a esposas de existencia partida, a hijos de recuerdos confundidos. Madres, esposas, hijos, adoptando muertes ajenas, encariñando cuerpos no paridos, no amados en noches de lunas y academias. Alguien disfrazó la muerte para engañar las vidas apoyadas en un dolor infinito.
Esta decisión no es un error político. Es una usurpación plena de mala voluntad. Un butrón inmenso en el corazón asaltado de treinta familias. Lo realizó un Ministro de Defensa apoyado en uniformes cómplices, amparado en un Presidente encubridor. Aznar ocultó en Moncloa la infamia. El Ministro Trillo silenció la nocturnidad deformante de los cadáveres. Y el Partido Popular nunca exigió luz sobre tanta muerte inventada.
Aznar va por el mundo impartiendo ideologías, subastando políticas de segunda mano, a tanto el kilo de ocurrencias preventivas. Trillo, cartagenero de cristos, soportando aviones con lanzas en el costado. Madres llorando. Huérfanos llorando. Esposas sufriendo el hambre de besos confundidos, adulterados desde hace años en Turquía.
No se ha acercado Rajoy por la Audiencia Nacional. Ni Alcaraz. Ni Zaplana. Ni Aceves. Aznar no ha podido. Anda por el mundo sembrando valores, principios y referentes para defender a Occidente del rojerío relativista. Pero Trillo, Pujalte, Fernández Díaz, tan Opus ellos. Soraya, María Dolores, Esperanza, tan Mundo ellas, tan COPE ellas. Les ha podido el cansancio de Castellana-Sol con víctimas de ETA a cuestas. Voz fatigada y ronca de aplastar a Zapatero contra la pared, de identificarlo con rendiciones, con proyectos terroristas, con “gobiernos de putas y maricones” Vienen hartos de exigir la inclusión de ETA en los trenes, malditos trenes, madrileños. No les quedan fuerzas para exigir un poco de dignidad a Aznar, a Trillo, a los militares cómplices de muertes deformadas, de muertes más muertas, amortajadas de anonimato, de engaño, de traición.
Aznar, redimiendo al mundo. Trillo, meciendo cristos, entre abriles y azahares.
Treinta y dos cadáveres del Yak-42 fueron identificados. Cada uno llevaba su muerte personal entre las manos. La muerte que cada uno va educando (gestionando desde dentro) a lo largo de la vida. A otros tantos se les adjudicó una muerte para entregarlos a padres atravesados de dolor, a esposas de existencia partida, a hijos de recuerdos confundidos. Madres, esposas, hijos, adoptando muertes ajenas, encariñando cuerpos no paridos, no amados en noches de lunas y academias. Alguien disfrazó la muerte para engañar las vidas apoyadas en un dolor infinito.
Esta decisión no es un error político. Es una usurpación plena de mala voluntad. Un butrón inmenso en el corazón asaltado de treinta familias. Lo realizó un Ministro de Defensa apoyado en uniformes cómplices, amparado en un Presidente encubridor. Aznar ocultó en Moncloa la infamia. El Ministro Trillo silenció la nocturnidad deformante de los cadáveres. Y el Partido Popular nunca exigió luz sobre tanta muerte inventada.
Aznar va por el mundo impartiendo ideologías, subastando políticas de segunda mano, a tanto el kilo de ocurrencias preventivas. Trillo, cartagenero de cristos, soportando aviones con lanzas en el costado. Madres llorando. Huérfanos llorando. Esposas sufriendo el hambre de besos confundidos, adulterados desde hace años en Turquía.
No se ha acercado Rajoy por la Audiencia Nacional. Ni Alcaraz. Ni Zaplana. Ni Aceves. Aznar no ha podido. Anda por el mundo sembrando valores, principios y referentes para defender a Occidente del rojerío relativista. Pero Trillo, Pujalte, Fernández Díaz, tan Opus ellos. Soraya, María Dolores, Esperanza, tan Mundo ellas, tan COPE ellas. Les ha podido el cansancio de Castellana-Sol con víctimas de ETA a cuestas. Voz fatigada y ronca de aplastar a Zapatero contra la pared, de identificarlo con rendiciones, con proyectos terroristas, con “gobiernos de putas y maricones” Vienen hartos de exigir la inclusión de ETA en los trenes, malditos trenes, madrileños. No les quedan fuerzas para exigir un poco de dignidad a Aznar, a Trillo, a los militares cómplices de muertes deformadas, de muertes más muertas, amortajadas de anonimato, de engaño, de traición.
Aznar, redimiendo al mundo. Trillo, meciendo cristos, entre abriles y azahares.
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