martes, 16 de junio de 2015

EL SABOR DE LAS LAGRIMAS




No olvides nunca el llanto.
Se necesitan lágrimas calientes
por  los niños aprendices de la guerra,
por las mujeres enterradas sin besos,
por la palabra fusilada contra un muro.
No olvides nunca el llanto
por los muertos sin pan,
por los seres tronchados para siempre
con las minas sembradas en los campos
para convertir los seres rotos
en billetes oscuros del confort.
No olvides nunca el llanto
por los viejos sobrantes de este mundo,
por el futuro hueco del mañana
vacío de esperanzas y de sonrisas,
por los vientre hinchados de nostalgia,
por el tiempo pisado en las bodegas,
exprimido como uvas vacías.
No olvides nunca el llanto
por  cárceles de hierro retorcido
donde no están los que rompen el mundo
para invertirlo en los bancos de la usura.
No olvides nunca el llanto
que sostiene los gritos,
 columnas de las penas,
 amargura de  soledad tan sola,
de las muertes que nunca amortizaron la existencia.
Ahí os dejo mi llanto,
lápida que me aplasta.
No me piseis las lágrimas
porque duelen los huesos estrellados,
el cerebro del agua,

el esqueleto huérfanos de besos y de carne.

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