lunes, 30 de septiembre de 2013

TENEMOS QUE HABLAR





Tendremos que hablar algún día
de los besos, por ejemplo.
Recobrar la memoria de los labios,
la palabra nunca pronunciada,
los silencios ocultos,
los sentimientos buscando
la ternura de tus manos.
Hablar, por ejemplo
de las noches que nunca existieron,
de aquellas madrugadas
saturadas de insomnio.
Hablar, por ejemplo,
de Manolo Altolaguirre,
de Federico, de Dámaso,
del retorcido dios de Blas de Otero,
cuando las tardes noches
se iban haciendo invierno.
Hablar, por ejemplo,
de aquella tristeza adolescente
que nos creció como una enredadera
atada a la cintura.
De plomo y alegría
squella enredadera
contradictoria, dependiendo tal vez
del cansancio de la luna.
Tenemos que hablar, por ejemplo,
preguntarnos
qué fue de los caminos,
del agua que bebimos
en nuestras propias manos.
Tenemos que hablar, por ejemplo,
de tus pechos huidos,
de tu monte de venus
escalado con vértigo,
sin volver la mirada
para evitar a Newton,
y rompernos la vida, caídos
en el tiempo sin tiempo.
Es otoño y no estoy tan seguro
que tengamos que hablar.
Creo que es preferible
repartir la distancia,
facturar el olvido
y aguantar entre dientes
la próxima nieve,
el grito escarchado,
y abrazar a Neruda:
“nosotros, los de entonces,
ya no somos los mismos”


domingo, 29 de septiembre de 2013

NO SOY ECONOMISTA



No. No soy economista y me siento orgulloso de no serlo. No me apetece pertenecer a ese grupo de personas que sólo definen el pasado en cuanto pasado, a ese otro grupo que predice un mañana dictado por el gobierno de turno para engañar el futuro. Ninguno de esos grupos tiene el más mínimo interés por lo humano en cuanto protagonista de la historia.

Los medios de comunicación hacen que uno se acerque cada día a numerosas tertulias. Y dada la situación actual, nunca falta un economista real y algunos periodistas capaces de hablar de todo, hasta el punto de lanzar dogmas lo mismo sobre la situación del carbón en España que sobre la herencia genética de las ballenas, sobre las bondades de una subida de la luz que sobre las maldades de la fecundación in vitro. Confieso que me siento abrumado por el saber pluridimensional de ciertas voces. Me evito el trabajo de citar nombres concretos porque  evidentemente todos tenemos ciertos rostros en las pupilas.

Los economistas o pseudo economistas manejan una realidad que por sí misma carece de interés. De un tiempo a esta parte, las calles se han llenado de mercados, prima de riesgo, deuda pública, crisis sistémica, rescates bancarios, copagos, recortes. Caminan por las aceras “hombres de negro”, la capital de España es Bruselas y a Rajoy se le ha puesto rostro de Angela. Los hospitales son franquicias bancarias, el cáncer una mercancía y para que las mujeres sean plenamente mujeres deben enseñar las huellas genitales de un varón que las hace madres (Gallardón) y no se admitirá una fecundación de otro tipo sin pasar por un  orgasmo (Mato).

La vida ha cambiado mucho en los seis últimos años. Desahuciar es devolver la vivienda a su auténtico dueño (bancos o cajas) sin que cuenten para nada Manolo, Gloria y sus tres hijos menores. La hepatitis hay que pagarla como se paga el paquete de ducados. Y porque la vida es elección se nos coloca en la disyuntiva de elegir entre el broncodilatador o la sopa de ajos.

Creo que la sociedad está cansada de economistas que son incapaces de nombrar el dolor, la miseria, el hambre, el desempleo, los desahucios, la enfermedad. Las cifras deberían llenar los contenedores de basura no reciclable para que  alguna trituradora se encargara de desmantelar su cuerpo y que no dejar huellas de su cadáver helado. Porque esas cifras son el sudario donde se envuelve el desastre de lo humano, la abolición de lo humano, la destrucción de lo humano para dar prioridad al dinero, a la moneda, a ese becerro de oro que cornea la vida y nos perfora la femoral. Y por ahí nos vamos encharcando hasta ahogarnos en nuestro propio vómito.

No quiero ser economista porque a lo mejor justificaba la necesidad de donar a los bancos miles de millones arrancados a la dignidad de los ciudadanos. Y cuando esos ciudadanos exigen que en el orden de preferencias se coloque primero lo humano siempre hay una delegada del gobierno (Cifuentes, por ejemplo) que los llama filo etarras o partidarios de un terrorismo radical (Cospedal, sin ir más lejos) o antisistema (como ese pigmeo político que es Floriano) o culpa de la desnutrición infantil a los padres (un descubrimiento genial del enano mental llamado Hernando)

Se nos están yendo por las cloacas la educación, la sanidad, la dependencia, los servicios sociales, la vivienda, el trabajo, los derechos laborales, las jubilaciones. Se están dedicando a fabricar sumideros por los que arrojar todo lo conseguido contra la dictadura y en el quehacer democrático. Pero sobre todo se nos está expropiando la dignidad. El pobre, el enfermo, el viejo tienen que asumir que estorban y aceptar que dificultan la economía. Deben por tanto sentirse seres destinados a una pronta e inmediata desaparición. Los parados son sanguijuelas y es urgente dejarlos sin dinero para que así sea más fácil su extinción. O bien convertirlos en materia de repoblación de Laponia que por lo visto es una tierra apta para parásitos.

No soy economista. No quiero serlo. Se sufre más, lo sé, pero sólo me preocupa lo humano.





ESTE TIEMPO


Se va el tiempo.
Como se fue tu piel de la memoria,
tus besos de mis labios,
tus manos interpretando mis pisadas,
convocando las huellas de la sangre
precipitada por el pecho de la luz.
Se va el tiempo,
este ímpetu bajo sospecha,
con libertad vigilada.
prófugo de sí mismo.
Preguntar por el tiempo
no es definir la vida,
sino cuadricular
el viento entre las rejas
y esposar la muerte
como una costumbre enterrada a bocajarro.
Necesito tenerte
por encima del tiempo
subido a las espaldas
de los relojes huérfanos.
Exijo los sonidos de tu corazón presente,
perforando los poros
del aire que circunda
los besos pronunciados.
Tal vez si el tiempo vuelve
sobre sus pasos
reharemos la distancia
entre tu ausencia y mi ausencia.
Para entonces las bocas.
Para entonces los cuerpos.
Para entonces
sin tiempo el tiempo


sábado, 28 de septiembre de 2013

TU OJOS



Tus ojos sin miradas.
Un luz desdoblada,
longitudinalmente abierta,
caminante,
buscadora de  labios perdidos aquel día,
cuando no fue posible
el abrazo de las lenguas
ni el vértigo del sexo
enredado en el vello espumoso de tus ingles.
Tus ojos desordenadamente azules,
extrañando el paisaje,
como si fueran los cuerpos
huellas de entonces,
sin presente de piel
y carne de luna llena.
Tus ojos entornados
rumiando besos
como vacas azules,
triturando ausencias.
He desnudado los pájaros
que tiemblan en tus pestañas.
para enterrar los olvidos
entre salmos opacos
y ataúdes de sombra.
Si te acuerdas un día
de buscar la inocencia,
que regresen tus ojos
a la plaza infinita

de tu abrazo y mi abrazo.

viernes, 27 de septiembre de 2013

QUIERO SER FELIZ



Rajoy se levantó aquel día con castañuelas en el estómago. ¿Había hecho el amor esa noche? Nadie pudo comprobarlo, pero llevaba una feria de Sevilla en la sonrisa. Se acordó de Dolores. Pongamos que se llamaba Dolores. Y Dolores se lo había pedido. “Devuélvanos la felicidad, Sr. Rajoy”  Y Rajoy, que llevaba castañuelas en el estómago y una feria de Sevilla en la sonrisa, subió al estrado y adquirió un compromiso: “Si salgo elegido presidente del gobierno, voy a devolver la alegría a los españoles” Zapatero se la había fagocitado. Angel Gabilondo (qué lujo, un ministro metafísico) había destrozado la educación. La sanidad no era negocio y los enfermos no tenía la categoría de mercancía. Los viejos habían mejorado en un 27% sus pensiones y resulta que no se morían. Los homosexuales tenía derecho al amor, las mujeres iban camino de la igualdad, las civilizaciones tenían que encontrarse…Y así hasta un sinfín de maldiciones que habían ahorcado la alegría. Era verdad que se habían congelados las pensiones, que se había disminuido el sueldo de los funcionarios, que el paro abarrotaba las oficinas del INEM. Era verdad que se había modificado la Constitución para que Merkel fuera coronada emperatriz de Lavapiés- Era verdad que la deuda era deuda y había que pagarla ante todo como se pagan las deudas del amor. Y Zapatero se iba escondido en los ojos de Sonsoles, tapado con la voz hermosa de Sonsoles, parapetado en la cintura de Sonsoles. Y se iba masticando la alegría de España, la sonrisa de España, el garbo de España. Por eso Dolores, pongamos que se llamaba Dolores, le suplicaba a Rajoy que nos devolviera la alegría porque España sin alegría no puede ser rociera-blanca-paloma, ni san Fermín-encierro-pañuelo-rojo, ni Alhambra, ni Mezquita, ni Giralda. España sin su alegría es una noche con huecos en la cama, un vientre sin oleaje de manos, un centro de ingles solas sin un manojo de claveles reventones.

Y ahí estaban los palafreneros. Con mantilla ella, siempre Corpus toledano, María Dolores patrona de los trabajadores, Pons con tres millones de puestos de trabajo, Arenas defendiendo la jubilación a los sesenta y cinco porque lo de sesenta y siente es una trampa macabra de Zapatero, y Montoro pintando líneas rojas que nunca deberían sobrepasarse. Y Mariano, en parihuelas como silla gestatoria humilde y pobre como manda Alemania, camino de Palacio, zurciendo la tristeza socialista y haciéndola alegría para que Dolores, pongamos que se llama Dolores, recupere el gozo frustrado de España, una, grande y libre, como cuando brotaba de El Pardo el orgullo de ser español, el silencio sereno de los cementerios, la paz borrosa de la nada.

 Y en la primera noche de cama presidencial se subieron los impuestos y empezó la reforma laboral para que los trabajadores aprendieran que Laponia también existe y que hay que ganar menos y trabajar más como pronosticaba el profeta Díaz Ferrán y se entregaba la sanidad a quienes promovían el turismo sanitario excluyendo a unos inmigrantes que nos sangraban como sanguijuelas, y se destruían las pensiones para que los jubilados regresasen a su categoría de viejos que deberían morirse a tiempo y al hambre refugiada en contenedores caducados y a desahucios para dar techo a los botines, a los gonzález, a los ratos y blesas preferentes y dinero a espuertas para esas jubilaciones multimillonarias de consejos de administración y desempleo abrigado con la sonrisa blasfema de Fátima-señora-del-rocío, y Wert enseñando que ser pobre es una obligación sin derechos y ser rico un derecho sin obligaciones y Ana Mato haciendo de los hospitales franquicias regaladas para que se comercialice el dolor como la marroquinería de Ubrique y Montoro demostrando que con cuatrocientos euros de los abuelos pueden comer ellos, los hijos, las nueras, los nietos y que todavía sobra para comprar pelotas de trapo como cuando entonces.

Si vas por la Moncloa pregunta por la Dolores, pongamos que se llamaba Dolores…



jueves, 26 de septiembre de 2013

NOCHE


Una noche clavada en cada esquina.
Sombra hueca en los balcones
Colgadas y dormidas las estrellas
como pájaros sin primavera dentro.
Calles agazapadas como perros
acechando las piernas de la luna.
A lo mejor detrás de las paredes
está el tiempo bajo un arco de sables
y albergan los tejados los gatos imposibles,
ojos como puñales de los gatos
que otean gatas prostitutas.
Y los trenes lejanos como buitres
devorando horizontes putrefactos.
No hablo de amor. No puedo hablar de amor
porque alguien arruinó las camas,
puso en orden las sábanas,
empotró la lujuria, esterilizó los besos
y vasectomizó la esperanza
para que nunca brote la alegría.
Estoy sopesando la espesura
de esta noche clavada en cada esquina.
Necesito el peso exacto de las sombras
y el color de los huesos de la luna.
No puedo hablar de amor porque es un lujo
y se ha reservado el derecho de admisión.


miércoles, 25 de septiembre de 2013

NUESTRO TIEMPO


Alguien ha clavado el tiempo en las paredes.
Un nudo de relojes,
una afonía de manecillas roncas
disolviendo minutos.
Exijo libertad para mi tiempo,
sin ataduras impuestas.
En las manos lo quiero,
como un barro original
para hacer un capricho con la luna,
para caricias sin prisas,
para besos infinitos,
para inventarte los ojos
y ajustarlos a esa luz que te brota
cuando inauguras el mundo.
Hay que bajar el tiempo,
descolgarlo de esa cruz,
chorreado el costado
de lanzas grises de acero.
Quiero mi tiempo libre, resucitado,
de pie, dominando las rejas, los balcones,
para poder hacerte cada día
como me pida tu boca,
con el amor a medida de tu espalda,
con tu palabra pidiendo
un manojo de rosas
para adornar tus ingles.
Has el mañana. Hasta el siempre. Hasta el nunca.


martes, 24 de septiembre de 2013

DIMENSION




Mido la dimensión de tu aliento.
Apoyo la vida en los hombros de los besos
para colgar el vértigo del cielo de tu boca
apretada de lunas desnudas.
Mido la dimensión de tu piel
decorando tu carne
exigiendo que interne
nuestro encuentro más íntimo.
Mido la dimensión
vertical de tu espalda
planetaria y redonda
como mares de espuma.
Mido la dimensión de tus pechos
indicando los puntos cardinales
que organizan las noches y los días.
Mido la dimensión de tu vientre
convocando la hombría
de ese viento salvaje
que preludia mi muerte.
Mido la dimensión de tu sombra,
sombrío esqueleto de entonces,
cuando éramos cuerpo sobre cuerpo
inhalando la luz de los cipreses.
Quiero escuchar la palabra
que pronuncia la distancia
para instalar el aire que nos cabe
entre tu existencia y mi existencia.


lunes, 23 de septiembre de 2013

LOS BESOS


Me gustas cuando pronuncias los besos,
Circunvalas el aire
y lo vuelves redondo como las naranjas.
Interpreto tus labios
y traduzco las manos líquidas del viento.
Intercambias tus besos en mi espalda
como ramos de luz
que decoran tus uñas clavadas
en el amor de ayer,
de hoy, de siempre.
Porque espero esos besos
en la estación oculta,
sólo descubierta para ti,
erguida para ti,
alimento de tu boca.
Pronuncias los besos
y la piel se  hace piel
testigo de mi carne,
aspiración de cumbres,
de tus pechos desiertos.
Me gustas cuando pronuncias tus besos
porque empiezo a existir,
porque me cruje la vida
y la conciencia me empuja a tu vientre
como al pan, como a la cosecha
de lunas maduras,
de estrellas de harina blanca..
Me gustas cuando me dices,
cuando te digo,
cuando no es palabra la palabra,

silencio, sólo silencio.

domingo, 22 de septiembre de 2013

SILENCIO


Tengo el silencio atravesado
como un tornillo.
como el sexo que perfora
un cuerpo de oeste a este.
A lo mejor un asfalto
debajo de la nieve
para que nadie sepa
dónde tú, dónde yo
desnudamos la madera
de la luz anclada
en el árbol de tus ojos.
Aquí, en el costado,
donde se instala la pena
para que no la encuentren
los perros de la luna.
No quiero acostumbrarme
a este silencio punzante,
insistente como el dolor de la nada.
Voy a colgar el alma
en el equilibrio de aquellas golondrinas
que sueñan primaveras
en el hueco de unas manos de barro.
Tengo el silencio aquí,

atornillado.
EL AIRE TIENE UN PRECIO


Ser viejo o enfermo es un delito que debe ser castigado con un plus de pena sobre el que sufren los ciudadanos por el hecho de serlo en este país. En un mundo arrodillado ante el becerro de oro, los seres improductivos no tienen cabida. Si somos seres para la muerte, tanto viejos como enfermos, se acercan a su vocación última. Y ciertos elementos sociales están dispuestos a hacer cumplir esa llamada definitiva del tiempo.

Durante sus vidas laborales tanto viejos como enfermos han ido acumulando ahorros para instalarse en la alegría de vivir como jubilados o para paliar los dientes clavados del dolor. Pero llegado el momento, los plenamente vivos, se enroscan sobre su propio egoísmo y comienza el desprecio por los derechos adquiridos y pagados de antemano.

Los jubilados verán estafado su dinero. Alguien entra en la casa de su alegría y les arranca los galones de veteranía, los ata al abandono, al desprecio, les roba su colección de arrugas con alma y trata de convencerles de que la muerte es una desembocadura apetecible porque la desesperación ahoga las gargantas de la vida. Lo mejor que hacen los viejos es morirse, dijo un ministro chino. El mundo quiso aplastar la blasfemia, pero la guardó en el bolsillo de bancos y gobiernos para aplicar la máxima con un disimulo civilizado pero igualmente exterminador. Y empezaron a hablar de sostenibilidad. Y disfrazaron el secuestro con la máscara de una crisis. Y fueron inyectando la desesperación poco a poco, para que pareciera un accidente lo que era un crimen premeditado, diseñado con alevosía. Y empezaron a morirse los viejos de asco. Porque nadie se muere de infarto, de cáncer o de cirrosis hepática. Todos nos morimos de pena en tiempos desiguales como ecos del Machado indolente: “Que la vida se tome la pena de matarme ya que yo no me tomo la pena de vivir”

Pero quedaban los enfermos como un estorbo insolente, afeando la fachada hipócrita de la sociedad. Los enfermos  manchan las moquetas de los políticos y las alfombras persas de los bancos. El Boletín Oficial del Estado promulgó la orden del ministro chino: Lo mejor que hacen los enfermos es morirse. Incluso como deber patriótico. Para que la deuda exterior, para que la prima de riesgo, para que el déficit, para que los empresarios lleven en silla gestatoria a Rajoy hacia el triunfo de las próximas elecciones, para que pueda editar una nueva reforma laboral que cree más parados y termine de implantar el miedo que obliga a irse a Laponia en las condiciones que le apetezcan a Rossell o Arturo Fernández.

Entre todos se había levantado una sanidad solidaria, una sanidad que hacía compañeros a tu dolor y el mío. Hospitales con raíces de andamio, de taller de chapa y pintura, de tienda minorista. Personal sanitario preparado, escrupuloso, esforzado en investigación y dedicación plenas. Y la alegría de un trasplante, y el parto para estrenar la vida, y la madre que volvía a casa, y el recuerdo de cariño para aquella enfermera que se dio cuenta a tiempo de que se te escapaba la vida…Ibamos por el mundo condecorados de sanidad ejemplar, envidiada por potencias económicas, por pueblos omnipotentes. Y nosotros, españolitos identificados con siesta, sangría y torero en el televisor, orgullosos ante la envidia de otros que aspiraban a venir a sumergir su dolor en la conciencia colega de nuestra sanidad universal.

Y llegó Ana Mato (qué apellido para una ministra de sanidad). Y llegó Lasquety (ni sé cómo se escribe ni me importa). Y tomando café decidieron que los enfermos eran un estorbo, que debía de haber alguna forma de exorcismo para derrocar la pobreza ontológica de esa soledad última que es el dolor. Y decidieron ponerle precio a la angustia. De ahora en adelante regalarían los hospitales a quienes buscaran una oportunidad de negocio. A lo mejor a ellos se refería Rajoy cuando hablaba de emprendedores. Y los enfermos iban incluidos en el paquete, pero convertidos en mercancía, como los coches o las alpargatas de esparto. Y ampliaríamos nuestra oferta turística. Desde ahora habría un turismo sanitario.

Robando dinero a las pensiones y cobrando dinero por la medicación era más fácil el nazismo vital y terapéutico. Habría que elegir entre la sopa de ajos y el ventolín para ampliar bronquios. Lo había dicho sin sonrojarse la directora general de sanidad de la comunidad madrileña: Los enfermos crónicos no tienen derecho a vivir toda su vida de las aportaciones del estado. Asintió Lasquety (o como se llame), tomó otro café con Mato (la del jaguar invisible) y fijaron precios.

Alguien me dirá (Floriano, Cospedal o Hernando) que soy un radical izquierdista o filoetarra. Cifuentes (que usted se mejore, señora) me llamará terrorista y Bañez a lo mejor insiste en que la muerte es una movilidad exterior.


Voy a elegir entre comer o medicarme. Aunque a lo mejor elijo morirme porque nunca me gustó ser un estorbo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

MEMORIA


Quiero hospedarme en tu memoria,
ser carne de recuerdo,
cuando mañana sea nunca
y el tiempo no tenga tiempo entre sus manos.
Seré entonces la soledad hermosa,
preñada del entonces,
cuando aprendimos a depender
de la turbia existencia de la tarde.
Seré la realidad que tú conserves.
Me inventarán tus besos cada noche,
y sentiré en mi espalda los caminos
de tus manos creando las orillas
de un rio imaginario con lunas en los ojos.   
Viviré regresando,
rehaciendo las huellas
de los mares que nunca
tuvieron la edad del mundo.
Quiero hospedarme en tu memoria,
ser carne de recuerdo,
conciencia de tu piel,

sospecha entre tus pechos.
TU PIEL



No era miedo a tu piel.
Era el vértigo asombrado
de sentirla en mis manos
como se siente un mar
descolgado de la luna.
No era miedo a tu piel.
Era el temblor de tu nombre
de recién llegada
a la luz de los labios
como un beso recién inaugurado.
No era miedo a tu piel.
Era el sobresalto
de tu cuerpo invadiendo
la frontera vertical,
indefensa, de mis ingles.
No era miedo a tu piel.
Era el asalto por la espalda
de la sombra que guarda
los besos que nunca gritaron
ni tu voz, ni tus pechos
ni tu sexo agridulce.
No era miedo a tu piel.
Era la interrogante
sobre las flores azules
que traían tus ojos
para medir la distancia.
No era miedo a tu piel.
Era miedo a tu voz

pronunciando mi nombre

miércoles, 18 de septiembre de 2013

TU NOMBRE


He encontrado tu nombre entre la hierba,
grabado en la luz gótica de la mañana.
Deshojaba margaritas para que me dijeran
si me odiaba la luna o me quería.
Y me encontré tu nombre entre la hierba,
un rocío salado de lenguas anudadas
en el beso de entonces, cuando éramos amantes
desnudos como el agua desnuda, boca arriba,
penetrada de luna.
He encontrado tu nombre entre la hierba.
Tu nombre o tu cuerpo, ya no estoy muy seguro.
Sabía a cercanía y a distancia,
como si me asaltaran tus labios de improviso
y  subieras a mis ojos
para abrazar la espalda de la luz.
Me huelen las manos a tus caderas de entonces,
a vientre sostenido,
a  perfil de tus pechos orientados
al amanecer de cada día.
Tu cuerpo o tu nombre, ya no estoy muy seguro.
Sólo sé que la hierba tenía la conciencia
de ser testigo y prójimo de tu piel en mi piel.



DEMOCRACIAS DICTATORIALES



La democracia fue la resurrección crecida sobre el estiércol de una dictadura muerta. Nos pusimos de pie sobre la Plaza de Oriente, sobre súbditos con saludo fascista, generales mordiéndose guerras, con lágrimas escondidas “porque los hombres machos no deben llorar”. Sacaban brillo a las pistolas, ensayaban tiros de gracia por si acaso, pensaban paredes de cementerios, a las afueras, para disimular la muerte y asistir de rodillas a la misa de doce. Y a lo mejor otra vez la cruzada bendecida por el Papa, contra los comunistas enemigos de Dios. Y ellos, con sus fajines y condecoraciones, tienen que salvarlo de las hordas judeomasónicas porque él, no cabe duda, perteneció al bando nacional.

Pero la democracia había crecido agazapada, exiliada, desterrada. Anduvo por México, Por Argentina, por Francia anduvo. Se fue haciendo mayor y ahora empujaba la matriz de la historia para mostrar su cuerpo, con ganas de exigir un lugar por las plazas de los pueblos, sustituyendo a esa Plaza de Oriente blasfema de saludos de Hitler desbocado.

Wert acaba de regresar al Palacio de El Pardo, a la oscuridad plomiza de los cuarteles, al filo salvaje de las bayonetas. Eran entonces las huelgas maquinaciones comunistas para atacar a Dios, a la patria y al general más general de todos los generales. Y se prohibían porque era la manera de defender la España una, grande y libre. Y Wert se ha quedado a vivir allí, rodeado de fajines gloriosos dispuestos a derramar la sangre de los otros para que no decaigan las montañas nevadas y porque son novios de la muerte. “La huelga de docentes es una huelga política. Y la Constitución no ampara las huelgas políticas” Wert se cuadró militarmente y el caudillo disfrutó una erección en el Valle serrano sembrado de caídos. Por fín alguien prolongaba su régimen.

Pero Wert se dice demócrata. Pertenece a un gobierno democráticamente elegido. Atrás queda el origen digital de Rajoy que lleva en su frente la huella de Aznar primero de España y quinto de Irak. Atrás queda Aznar parido por Fraga. Atrás queda Fraga engendrado por esa erección póstuma de un cadáver descompuesto en el olvido.. Y  las espaldas del ayer se hacen presente en un ministro que asegura que las huelgas son políticas y en consecuencia no amparadas por la Constitución. Lo cual demuestra que Wert no sabe lo que es una huelga, ni lo que es la política, ni lo que encierra de fuerza liberadora la Constitución.

Las huelgas en una dictadura son concebidas como actuaciones perversas. Considerarlas perversas, como hace Wert, en democracia es saltar al vacío y caer en el regazo dulce de una corrupción dictatorial. Cuando un ministro no admite las coordenadas de la democracia, del poder del pueblo, de la mayoría absoluta que siempre es propiedad del pueblo y nunca de ningún partido o gobierno, no puede ser ministro porque está a las afueras de la democracia y de la libertad que conlleva.  Cuando Wert llama “rehenes” a los estudiantes que acompañan a los padres y docentes en una manifestación, está actuando con la bajeza despreciable de las dictaduras.

La democracia no se instaló en nuestro país como una fruta madura. Costó mucha sangre, mucha muerte, mucha cárcel, mucho exilio, muchos labios grapados, mucha bota aguantada sobre cuellos sin voz, mucha crucifixión sin anestesia, para que un ministro de una aparente gobierno demócrata se empeñe en devolvernos a la ignominia. Pero cuando un presidente permite que este ministro dictador permanezca en su gobierno, está contaminado de dictadura.

Pero lo más grave es que Wert se encuadra en un gobierno que apuesta por “modular” el derecho de huelga, por tachar de radicalismo cualquier manifestación, de filo etarras a quienes muestran su disconformidad con directrices gubernamentales, de izquierda desestabilizadora cualquier discrepancia.

Siempre se está a tiempo de someternos al ayer infame. Siempre hay dictadores al acecho. Son peligrosas las democracias de los dictadores.


IMAGINANDO



Estoy imaginando la sombra que me sigue
como un perfume oscuro,
como un cuerpo de tierra sobre tierra.
Sombra reptante,
escondida detrás de mis vértebras
para que no la encuentren tus labios al besarme.
Preguntaste por ella aquella tarde,
cuando el amor se hizo de noche junto al río,
cuando la luna nos llenó la boca
de nostalgia de entonces y de nunca.
Estoy imaginando la sombra entre tu pelo
enredado en los dedos azules de mi carne,
la líquida sombra como un río
fluyendo de mi arena hasta tu arena.
Te nombra mi sombra. Conoce los pliegues de tu piel
tatuada de labios y de manos,
de caricias otorgadas, de besos descolgados
por el abismo de tu vientre,
Estoy imaginando el encuentro
de tu sombra y mi sombra,
al margen de los cuerpos,
contándose recuerdos
de piernas enlazadas,
de sábanas de seda y de locura
como banderas de la lucha más hermosa.
Imaginando tu sombra con mi sombra
rozando las caderas azules de sus cuerpos,
inventando el camino de tu noche
limpia como un niño recién hecho.
Vamos a establecer caminos,
a estrenar los puentes unitarios
que funden mi espuma con tu agua.
Tal vez entonces las sombras se iluminen
 y estrenen transparencia.
Comprenderán  mis ojos  que la luz
lleva grabado tu nombre,
tu ausencia de ayer,
de mañana,

de siempre.

martes, 17 de septiembre de 2013

REFUGIADO


Refugiado en mis sótanos,
donde yo no soy yo.
Se han atravesado las calles
por la sangre desbocada
como caballos interinos
de una yeguada salvaje.
Refugiado en el dentro del dentro,
donde se almacenan féretros
de lunas recién amortajadas.
Se vacía lo humano de lo humano,
se evacua del hombre el hombre
y se archivan sus huellas
para que nadie pueda
descifrar la alegría.
Sumergido en un mar de plomo gris,
en un cráter de vómito caliente
que tritura los pájaros colgados de la brisa
hasta que se les muere su copla entre las alas.
Oculto permanezco
donde las mariposas se suicidan
y clavan alfileres en sus alas
para crucificar vientos azules.
Que nadie encuentre mi existencia,
esta carcajada de dioses vengativos.
Prefiero mi soledad en barbecho,
sin tallos, sin espigas,
con guadañas que decapitan
amapolas adolescentes.


lunes, 16 de septiembre de 2013

A LO MEJOR


A lo mejor existes
y te encuentro cualquier tarde
y hacemos de la palabra
una plaza con árboles.
A lo mejor perdura
aquel banco de entonces,
cuando era una aventura el tacto
prohibido por la vida
de quince años apenas.
Cuántas caricias destinadas
a tus muslos de falda colegiala,
a tus pechos subiendo al escondite
de tu bufanda de cuadros.
A lo mejor existimos
pero hemos olvidado las manos y los besos
y no sabemos qué hacer
porque las ingles hicieron
una distancia paralela.
A lo mejor no existimos. Sólo estamos
como rocas, como montes,
con la quietud de los muertos
que se beben la lluvia,
que mastican la tierra,
porque no cabe el amor

en un metro y medio de madera.