Siempre me he referido a Rajoy como jefe de la oposición porque siempre pensé que su liderazgo estaba por demostrar. Desde hace bastante tiempo creo que hay que poner también en duda su jefatura. Anda demasiado sometido, como escondiéndose del oleaje que puede mojarle los pies. No se está limpio con un baño de silencio. La elegancia política se gana con la cara por delante, exponiéndose a las cornadas, pasándose las embestidas por la cintura, con la distancia exacta para crear el asombro sin que la sangre manche la luz de la tarde. Y todo esto le falta cada vez más a Mariano Rajoy.
Mariano nació en la mano caliente de Aznar, lanzó su primer llanto ante Camps-comadrona y lo reclinaron en el pecho de María Dolores para que lo defendiera de Esperanza y Alberto.
Las servidumbres se pagan. Rajoy está pagando un precio muy caro por el préstamo hipotecario que le hizo Aznar. El expresidente se toma unos vinos (nadie tiene autoridad para decirle a él lo que puede o no puede beber) y se echa a andar por las rutas del mundo. Dos son sus objetivos: uno, absolutamente honesto, ganar dinero y otro, absolutamente nauseabundo, difamar a una España de la que él fue primer mandatario. Su tiempo de emperador se acabó y el país se hundió en la nada. Aznar levanta acta ante el mundo del enterramiento de un país exangüe, sin historia ni futuro. Y Rajoy, por encima jerárquicamente, calla. Le faltan arreos para encararse con su progenitor y prohibirle, sí prohibirle, que en nombre del Partido Popular, queme en la hoguera las legítimas aspiraciones de una tierra que siempre resurgió de sus cenizas. La jefatura de Rajoy no existe. Aznar proclama así que por encima de él no hay nadie.
Camps y su cohorte son quienes son. Tienen atado a Rajoy por las ingles del alma y D. Mariano lo sufre todo en silencio. Como Jefe de la oposición, con opción más que probable a gobernar, debería purificar con fuego valenciano tanta costra pestilente adherida a sus botas de peregrino hacia La Moncloa. No es táctica electoralista. Es simplemente carencia de jefatura. Ella depende de tantos factores exógenos a su decisión, que otros y sólo otros pueden en realidad rebelarse contra la corrupción más íntima.
María Dolores apareció como un agua fresca, vivificante, con un Toledo universal entre las manos. Pero abandonó la cintura estrecha de sus calles para ceñirse un Alcázar y un pareo allá por Marbella. Y se inventó la historia de escuchas, de amistades con ETA, de hordas judeo masónicas, de parecidos entre Rubalcaba y terroristas, de connivencia entre Gobierno y Poder judicial para sacar de la cárcel a Troitiño. El poder Judicial le ha llamado la atención. Rajoy calla porque carece de autoridad.
Mayor Oreja está obsesionado con la banda terrorista. La puesta en libertad y consiguiente fuga de un criminal no es casualidad. Es estrategia acordada entre Zapatero y ETA para llegar a un reparto de España aceptable para ambas partes. Este revisionista de la historia, al estilo Pío Moa, no tendrá nunca una intervención sobre vivienda, sobre enseñanza, sobre infraestructuras. Cuando alquien sólo se siente atraido por un tema revela, no una pobreza intelectual, sino una miseria a ras de la nada. Pues ni siquiera esa miseria de Mayor Oreja es repudiada por Rajoy.
Rajoy no es líder. Rajoy no es jefe. ¿Qué es realmente Rajoy?
3 comentarios:
Maticemos: Rajoy podrá ser o no ser líder de la oposición… de derechas. Nunca de la oposición a secas. Yo también soy oposición, y Rajoy no es nada mío. Y mucho menos, líder. La izquierda no acaba en ese cónsul de Bruselas a quien llaman ZP. Visto lo visto, ni siquiera comienza. Hay oposición más allá del puño y la rosa. Mucha oposición. Oposición de siglas traicionadas. De puño en alto y grito desgarrado. De lunes al sol y subsidio prorrogado. De “espaldas astilladas a trallazos” de ERE. De familias rotas a golpe de discriminación ‘positiva’. De muñones sangrantes y derechos cercenados por la tijera de las agencias de calificación. De míseros salarios recortados para ‘calmar a los mercados’. De sufragios silenciados por la implacable ley de Hont.
No: Rajoy no es el jefe de la oposición. Nidecoñamente no. Si pensáramos que la única oposición es la de las gaviotas, más nos valdría pulir nuestro inglés, alisar nuestra barriga hasta dejarla en chocolatina y pedir asilo político en Georgetown.
Más allá de la flor de lirio, a esta España procesional le sigue faltando el nazareno en la bandera. Al color, me refiero.
Me alegra saludarte nuevamente Rafael.
Red Kite, estoy de acuerdo en lo que dices, al menos visto lo visto de pensamiento.
Por una vez, voy a destacar primero la aportación de un comentario: estoy de acuerdo con Red Kite, visto lo visto...
"Mariano nació en la mano caliente de Aznar, lanzó su primer llanto ante Camps-comadrona y lo reclinaron en el pecho de María Dolores para que lo defendiera de Esperanza y Alberto."
No se puede definir mejor. Y sí, hay opción más que probable de que "reine" Don Mariano, sea quien sea Rajoy...
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