Han ganado las elecciones al Parlamento Europeo. Caras altas y frentes despejadas. Empezaron reconquistando Galicia. Ahora Europa. Mayor Oreja, Rouco, Cañizares, se bebieron a chorros la alegría. Volverán los valores como antiguas golondrinas. De la manos de Rajoy, de María Dolores, de Soraya. La derecha es siempre retorno, reencuentro. Occidente seguirá siendo Occidente. Sin mezcla de mal alguno. Como el cielo pontificio de Martínez Camino. Como la saudade de un Aznar prefilosófico.
Cuando en Holanda se proclamó vencedor un partido explícitamente xenófobo y antiislámico, D. Mariano lo asumió como una victoria propia. “Estamos ganando en Europa” ¿Identidad proclamada, asumida, añorada, resucitada?
Valencia se prueba su traje de azahar. Está hermosa, siempre hermosa. Con un Presidente elegante, banquillo judicial hecho a medida con materiales nobles. Carlos Fabra, blasfemando contra la democracia: “a los ciudadanos no les importa si Camps o yo somos culpables o inocentes” No lo dice Fabra. Lo escupe contra el rostro de sus electores. Extraños votos que consienten injurias a las urnas.
Balcón de Génova. Conquistadores del mundo. Europa es nuestra. Y España no digamos. Pelayos de Galicia. Por el imperio hacia Europa. Colonizando España. Una España azul, acunada en la placidez franquista de Oreja.
María Dolores y Soraya exigiendo mociones de censura, sometimiento a votos de confianza. Censura-sometimiento: recuerdos dolorosos de circuncisión en carne viva, de fimosis indignas de machos ibéricos con denominación de origen.
Zapatero, dimisión. Váyase, Señor Zapatero. Que viene Mayor Oreja. Que viene Esperanza cañí, Madrid votofactoría cínicamente restregada. Hasta Rajoy a lo mejor viene, sólo a lo mejor. Cargado de Valencia. Con sabor agrio de limones lorquianos. Que asoma Aznar, restaurador de patrias, de transiciones pasadas por FAES enmohecidas.
Europa se refugia en la derecha mundial hacedora de crisis, de hipotecas basura, de berlusconis corruptos, de guerras ilegales. Quien sólo cuida sus espaldas está destinado a perder la identidad del rostro. Seguir siendo es la lucha esperanzada. Haber sido es la nostalgia, la impotencia que anquilosante. Europa está urgida de redimir su propio pasado. Su posesión despótica del mundo, sus dictaduras, sus holocaustos, exigen estrenar amaneceres.
Siete de Junio. Domingo. Europa estatua de sal. Por mirar atrás. Por creer que el futuro se anda al revés. Por no amar la palabra creadora, sino el eco repetido, gastado, zurcido de pasado añejo. Europa refugiada en el vientre de palios concubinos, con dioses cómplices, prostituidos de armiño y muaré.
Cuando se vive siempre de regreso sólo se encuentran huellas de lo que pudo haber sido y no fue. Génova, bajando a la derecha. Génova azul en el balcón del triunfo. Por la acera de enfrente, el mundo se hace mundo cada mañana.
Cuando en Holanda se proclamó vencedor un partido explícitamente xenófobo y antiislámico, D. Mariano lo asumió como una victoria propia. “Estamos ganando en Europa” ¿Identidad proclamada, asumida, añorada, resucitada?
Valencia se prueba su traje de azahar. Está hermosa, siempre hermosa. Con un Presidente elegante, banquillo judicial hecho a medida con materiales nobles. Carlos Fabra, blasfemando contra la democracia: “a los ciudadanos no les importa si Camps o yo somos culpables o inocentes” No lo dice Fabra. Lo escupe contra el rostro de sus electores. Extraños votos que consienten injurias a las urnas.
Balcón de Génova. Conquistadores del mundo. Europa es nuestra. Y España no digamos. Pelayos de Galicia. Por el imperio hacia Europa. Colonizando España. Una España azul, acunada en la placidez franquista de Oreja.
María Dolores y Soraya exigiendo mociones de censura, sometimiento a votos de confianza. Censura-sometimiento: recuerdos dolorosos de circuncisión en carne viva, de fimosis indignas de machos ibéricos con denominación de origen.
Zapatero, dimisión. Váyase, Señor Zapatero. Que viene Mayor Oreja. Que viene Esperanza cañí, Madrid votofactoría cínicamente restregada. Hasta Rajoy a lo mejor viene, sólo a lo mejor. Cargado de Valencia. Con sabor agrio de limones lorquianos. Que asoma Aznar, restaurador de patrias, de transiciones pasadas por FAES enmohecidas.
Europa se refugia en la derecha mundial hacedora de crisis, de hipotecas basura, de berlusconis corruptos, de guerras ilegales. Quien sólo cuida sus espaldas está destinado a perder la identidad del rostro. Seguir siendo es la lucha esperanzada. Haber sido es la nostalgia, la impotencia que anquilosante. Europa está urgida de redimir su propio pasado. Su posesión despótica del mundo, sus dictaduras, sus holocaustos, exigen estrenar amaneceres.
Siete de Junio. Domingo. Europa estatua de sal. Por mirar atrás. Por creer que el futuro se anda al revés. Por no amar la palabra creadora, sino el eco repetido, gastado, zurcido de pasado añejo. Europa refugiada en el vientre de palios concubinos, con dioses cómplices, prostituidos de armiño y muaré.
Cuando se vive siempre de regreso sólo se encuentran huellas de lo que pudo haber sido y no fue. Génova, bajando a la derecha. Génova azul en el balcón del triunfo. Por la acera de enfrente, el mundo se hace mundo cada mañana.
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