lunes, 30 de junio de 2014

ES PRIMAVERA


Es primavera si  la creas,
si empeñas tu aliento en las raíces
y empujas las flores de tu boca.
Radica en ti.
Brota tu sangre en los trigales
y las amapolas se llaman amapolas.
Tienen las flores las huellas de tus manos,
los árboles las ramas de tus brazos.
El mundo huele a ti,
a hembra en celo,
a ti, mujer.
Es el agua tu cuerpo,
tus pechos los montes,
tus ingles el delta de los ríos.
Todo se resuelve
en el iris de tus ojos,
se resume
en la infinita plaza de tu ombligo
El mundo se encuentra con el mundo
cuando acercas tus labios a mis labios
y hay tardes lluviosas
y ofertas de lunas entreabiertas
y piel dentro de la piel
para que broten caricias espontáneas.
Es primavera cuando tú la nombras.



sábado, 28 de junio de 2014

QUIERO NOMBRARTE




Quiero nombrarte
como nadie te nombra.
Decirte sin palabra,
con un gemido sólo
como cuando mi cuerpo alcanza
la cumbre más hermosa de tus montes.
Quiero suspirarte
y que sea tu carne
el aire que llega hasta mi sangre.
Llorarte
y que sea mi llanto
un cuerpo de agua
donde habites.
Poseerte
sin que me pertenezcas.
Sólo anhelo la ofrenda de tus lunas,
el tacto regalado de tu piel
y tus labios dormidos
en el cielo de mi boca.
Pasearme quiero
por la hierba de tus ingles
y andar las orillas
de tu volcán de amapolas.
En ti regreso a mi nada primitiva,
a la nada que era
cuando tú no me amabas


PRESENTACION



Quiero presentarme ante ti como quien soy,
pero no sé quién soy exactamente.
Desconozco  mi propio misterio.
No abarco la totalidad de mi ser.
Quiero serte sincero
y decirme a ti
hasta que me comprendas
y deseches lo que no te apetezca
guardar en tu alma.
Soy una  infinita finitud.
No domino los límites,
las fronteras donde empiezo o termino.
No poseo la totalidad de mí mismo
y entregarme a ti es una forma de hurtarte
la miseria y grandeza que conforman mi esencia.
La sinceridad padece una frontera
que me prohíbe llegar hasta el límite.
Pero estoy aquí,
ante ti,
como un pan que alimente tu boca,
como un todo que quepa en tus manos,
como un alguien que habite tu alma.
Perdona que no sepa
quién soy exactamente.
Acepta la ignorancia de mí mismo.
guarda en ti lo que soy,
lo que no acierto a ser.
Mi ignorancia es la última entrega
que puedo hacerte de mí.
Amame como soy,
como no soy,
como te digo,

como no sé decirme

viernes, 27 de junio de 2014

ESE RIO



Me pesa  en la espalda el río de tu piel
Venda mis ojos
y prohíbe el tacto de las piedras.
No encuentran las pupilas
el relieve del aire,
el volumen del agua.
Tu río dorsal,
vertebrado,
esqueleto que sostiene tus besos de tu carne
cuando la noche es noche
y la luna saliva
de lenguas confundidas.
Perforan tus pechos
la oscuridad de mi pecho
buscando la ternura
que destilan los labios.
Ese río que soy y que se hunde
entre tus piernas de madrugada limpia,
luna de estrellas en las caderas
que ponen orillas al mar que te traspasa.
Somos un río sin desembocadura,
sin un delta definitivo
para barcos desnortados.
Agua, tú,
yo, agua
para que el tiempo navegue
y convierta el encuentro

en una eternidad de mar.

miércoles, 25 de junio de 2014

LUNA



Si digo luna, te digo.
Nombro tus labios con mis labios.
Párpados entreabiertos
para la luz de mi piel.
Me albergo en ti,
templo único,
gótica mezquita
donde algún dios fundó
el jardín primitivo que perdura.
Luna de hierba,
húmeda yedra
de ríos diminutos.
Luna te digo si te digo luna
y captas, sólo tú,
el nombre con que nombro
tu profundidad,
tu hondura,
hasta el rincón
de tu alma esperando
mi llegada.
Camino hacia ti
hasta el norte último
que me imanta
y me abre las puertas
para hacer con tu sangre
una trenza de agua y agua.
Y me ahogo entonces
y  apetece la muerte
disfrytada en tu luna
cuando llegan mis labios

a la infinitud de tus labios

martes, 24 de junio de 2014

EL CANSANCIO DE SER POBRE



El ser humano es una finitud. Y por esa finitud que somos, disfrutamos limitadamente de todo y de todo nos cansamos también de forma limitada. Por eso no hay mal que cien años dure.

Lo decía un poeta, pero perdonen que no recuerde el nombre. León Felipe, tal vez: “Cabe aún mucho dolor o mucho amor en cada hombre”  Porque somos una finitud infinita, una hondura estrecha pero profunda. Nos limitan las paredes pero llegamos muy a fondo en verticalidad. Y ahí se alojan las penas, el dolor, el cansancio, el hastío, la desesperanza, la angustia, la duda. Es cierto que revolviendo en ese marasmo encontraremos sin duda amor. Pero es tal la confusión, el desorden que hasta llegar a él tenemos que ir palpando miserias y más miserias. Y uno llega al mor agotado, con las manos sin huellas dactilares, sudorosas y amargas. Y encuentra la plaza grande del amor, pero se te ha pegado la piel del sufrimiento, del hastío, de la desesperanza y amenazan con amargarte el beso, la caricia, el encuentro sublime de la carne.

Los bienes están en el mundo para los humanos, para todos los humanos. Pero como lobos (a lo mejor Hobes tenía razón) nos lanzamos sobre la presa y cada cual pone toda la energía en llevarse la porción más grande y más sabrosa. Mariano Rajoy defendía cuando era más joven que había una selección natural mediante la cual unos estaban destinados a la plena posesión y otros a las migajas sobrantes. Y lo defendió en más de un artículo. Era joven y sólo le era posible enunciar una aberración de este tamaño. Pero soñaba con llegar lejos en política y entonces, pensaba, me convertiré en un defensor de esta cosmovisión tan evidente. Y un día llegó a presidente de gobierno. No había soñado con tanto, pero el dedo orgásmico de Aznar le había señalado el camino. Y a falta de una foto gloriosa de las Azores y de un Irak con armas de destrucción masiva, se reunió con las cabezas de Europa y les advirtió que le iba a costar una terrible huelga su decisión de amputar derechos de los trabajadores, de destruir la sanidad para conseguir que los ricos se forraran con el dolor de los pobres, que las pensiones se descolgarían varios puntos porque los viejos como los dependientes no son productivos y arruinan el déficit, la enseñanza la iba a circunscribir a los de billetera fuerte porque es más fácil engañar a los analfabetos que a los cultos, conseguiría que hubiera niños con hambre y que resurgieran las cartillas de racionamiento como en los mejores y haría trabajar a las ONG para que suplieran la justicia por la caridad.

Rajoy era un hombre feliz. Se le notaba cada vez que se asomaba al plasma de alta definición. Se sonreía con el labio superior porque el inferior estaba en posesión de Bárcenas, de la obra de Génova, de los discos duros destruidos y el juez Ruz se lo tenía embargado. Y esa sonrisa a media asta le daba un aire de cementerio en fiesta. Pero por dentro, tenía una inmensa alegría. Además le había servido la herencia recibida para culpar a los demás. Y de paso que abría esa zanja entre ricos y pobres, aprovechaba para usurpar vaginas y úteros, dar libertad a los chinos tapando la boca de la justicia universal, obligando a los republicanos a quitarse las chapas tricolores del alma, aforando a los reyes magos por si traían carbón envenenado.

Los mesías de la historia nunca se dan cuenta de que las guerras las hacen los ricos, pero que las revoluciones las fraguan los pobres. Y que los pobres también se cansan. Y que un día toman la calle y exigen que se les devuelva la dignidad y los derechos pisoteados, un techo y un trabajo, un salario justo porque de lo contrario se puede atragantar el caviar en algunas gargantas, que una madre no se muere impunemente cuando de carencia de cuidados médicos se trata, y que los viejos, los dependientes son humanidad sufriente pero con puños, y que los niños con hambre pueden ser vengados por los padres con orgullo. Y…


Rajoy debería tomar conciencia que los pobres también se cansan de ser pobres.
TU MANO


Tu mano,
el peso de tu piel,
la gravidez de tus huellas
sosteniendo el empeño de existir.
Acunando la materia enamorada,
destruida,
esperanzada,
angustiada
de ser y no ser al mismo tiempo.
Porque nadie sabe exactamente
el peso correcto de estar sobre la tierra.
Tu mano ahí,
en la llaga,
en la grieta
por donde entra el sudor
y hace tierra con la tierra
y pone nombre al barro
y se llama como tú,
como yo,
como nosotros.
Y somos lo que somos
porque no podemos ser distintos.
Tu mano
manteniendo mi estatura,
sujetando la verticalidad exigida
para que nos llamen humanos los filósofos.
Reino animal.
Monarquía destronada por la angustia sartriana,
Peste de Camus,
seres para la muerte heideggarianos.
duda sobre las duda de posguerra mundial.
Tu mano, tu mano.
Sólo tengo tu mano

como conciencia de mí.

lunes, 23 de junio de 2014

EL NUDO DE LA MUERTE



Alguien aprieta el aire en la garganta
Muerte le llaman.
Pido a quien corresponda
un nudo elegante,
como si me ataran un rio de colores
para preservar del frío el cuello
o las huellas de la radioterapia.
Un pañuelo de seda
que tape la piel quemada
por esos rayos sin nombre
definido y concreto.
Pido a quien corresponda
que prohiba sábanas blancas
para cubrir mi cuerpo.
Quiero la absoluta desnudez
para que me vea la muerte de cuerpo entero.
La muerte y quienes un día desearon
mi cuerpo en carne viva
y apretaron mi vida
contra su desnudez hambrienta
de caricias, de besos y de sexo.
Que me vean así,
estatua de cera, perfil de museo,
genitalmente tronchado,
horizontal para siempre.
Sólo un pañuelo al cuello
para apretar la muerte,
para disimular el abandono
por el que se descuelgan los muertos.


domingo, 22 de junio de 2014

VERANO

Noche escueta de verano.
Piel entera, tú.
Cuerpo, tú.
Tacto,
encuentro.
Sueño desnudo, tú.
Noche primera de verano.
Encendida tu luna
para distinguir los besos,
las manos,
la cercanía.
Preguntando, tú,
si soy,
si es mi cuerpo,
si mi sal,
si mi sudor.
Quieres identificar
mis huellas,
mi espalda,
mis nalgas planetarias
para que gire tu abrazo
alrededor de mi cintura.
Sabor a noche,
a noche desnuda,
sin pijama,
con pechos al alcance
de la oscuridad que llega
despacio, lentamente,
como llega la llama erecta
buscando tu vientre,
la ternura de tu yedra.
Noche de verano.
Tú y yo, un solo dios verdadero,
unidad que rueda.
Somos lo que somos,
lo que nunca fuimos
hasta esta noche.
Mi cuerpo envuelto en tu cuerpo
para que nadie sepa
si somos uno o dos.
Clavado  en ti,
recibiéndome tú.
Silencio que gime,
alegría que exige permanecer
dentro de tus montes.
Gozo que ahonda
hasta encontrar en ti
una noche desnuda de verano



viernes, 20 de junio de 2014

PONERTE NOMBRE




Quiero ponerte nombre.
Llamarte lluvia, por ejemplo,
y empapar mi  sangre de ti.
Cabe en cada gota
tu infinitud.
En cada gota expandes
la dimensión entera
de tu ser.
Llamarte lluvia, por ejemplo,
y saber que respondes
a mi voz.
La lluvia tiene jardines dentro,
tal vez jazmines
o magnolias.
Le sobra espacio a tu cuerpo
para cultivar trigales
en el vientre de una gota.
Lluvia te hago
si te nombro,
si te quiero líquida,
de cristal los huesos,
tu aliento de escarcha,
si te llamo lluvia.
Quiero mojarme de ti,
crecer en la humedad de tus ojos,

rociado de tu piel arco iris.

jueves, 19 de junio de 2014

ERES AZUL


Eres azul.
Azules tus pasillos interiores
y el aire que cuelga de tus ojos.
Tienes jardines azules
brotándote en la sangre.
Fue azul el beso último
de aquella tarde desnuda,
cuando me indicaste la ruta
que me internaba  en la luna
de tu vientre.
La tejías y destejías
cada noche,
Penélope de piel tu voz
convirtiendo el perfume
en hechura de luz
para deshacerlo
en el beso siguiente.
Te traigo, como entonces,
un ramo de palomas,
un grito sin eco,
azuladamente triste
como el último toque
de tu aliento,
de tus labios entreabiertos.
con el azul del cielo de tu boca
al fondo de ti,
donde nunca terminas.


A LO MEJOR EN EL MAR






Necesito huir, marchar a no sé dónde. Quedarme sin tierra bajo los pies. Huir de mí, de ti, de la luz y el viento.

Se desnudó y se tiró al agua con la elegancia de un ciprés que se acuesta. Se dejó envolver y se hizo líquida su piel, trasparente su piel, tacto de seda su piel.
Dos pirámides  sus pechos, erguidos como torres, empitonando el agua, abriéndola en dos, dividiéndola a su paso. Abrió sus muslos y el agua se enredó en el vello de su pubis, tocó su sexo con la ternura de quien toca una amapola y la penetró invadiendo su interior para habitarla por dentro como un amor indefinido.


No sé si alguna vez salió del agua. Pero he comprobado que cuando me adentro en el mar, la espuma pronuncia un nombre y las caracolas tienen la memoria de su cuerpo. Tal vez un día la encuentre subida en una ola y entonces nos amaremos para siempre.

miércoles, 18 de junio de 2014

HUELE A TI





Huele a ti la tarde
Sabe a ti la tarde.
Se llama como tú la hierba
y la luz.
Me responde el río si te nombro.
Toco tu piel si toco el viento.
Nada existe. Sólo tú.
Es apariencia el mundo,
una exigencia para permanecer de pie,
para creer en el tiempo,
en la niebla,
en la duda,
en la provisionalidad de la certeza.
Huele a ti.
Sabe a ti.

Eres el nombre de todo.

lunes, 16 de junio de 2014

ESPERARTE


No sé si esperarte a la salida del tiempo
y hacer juntos la ruta de la muerte.
No sé si estás dispuesta
a vestirme el sudario
y perfumar mi ausencia
No sé si prefieres quedarte haciendo guardia
por si vuelvo a la vida
y no  encuentro el camino de tu alma.
No habrá a quién preguntar si no estás tú
y se me estropea el regreso
porque no sabe estar a la intemperie.
No sé si esperarte a la salida del tiempo,
a la hora en punto en que se acaban los relojes
y ya nada es nada,
locas las manecillas
escarbando la tierra.
No sé si esperarte.
Te quedan besos suficientes,
y risas suficientes,
y piel suficiente
para abrazarte al mundo
y gemir con tu luna entreabierta
para que te penetre el mar como en noches antiguas
cuando tú y yo rodábamos
por las cuestas abiertas de tu espalda.
No sé si esperarte.
He firmado mi marcha ante notario
y he pagado al contado una cruz y una frase,
una enorme mentira en vuestros labios:

“Los tuyos no te olvidan”

domingo, 15 de junio de 2014

¿QUE PIENSA FELIPE VI?



La abdicación de Juan Carlos Primero y la llegada al trono de su hijo Felipe VI, ha levantado una oleada de opiniones y ha puesto sobre el mantel de la historia la necesidad o la posibilidad al menos de una consulta al pueblo sobre sus convicciones monárquicas o republicanas. Y se han oído argumentos para todos los gustos, porque unos y otros necesitan defender sus posturas. Y sobre todo los monárquicos han esgrimido razones no siempre fundamentadas. No es el momento. La monarquía aporta un elemento de estabilidad. Los años más tranquilos han tenido como protagonista a la monarquía. La Constitución avala una jefatura del Estado residente en un rey. Para cambiar la situación actual hay que hacer un planteamiento que sólo puede llevar a cabo una mayoría votada en las urnas. Nada puede depender de lo que se pida en la calle porque la soberanía reside en el Congreso de los Diputados (afirmación claramente anticonstitucional), etc.  En definitiva, no se ha entendido la voz de ciertos sectores ciudadanos que exigen un referéndum, no para cambiar la jefatura del estado, sino sólo para saber si se prefiere una monarquía o una república. Y una vez manifestada la opinión de los ciudadanos, todos se someterían a la elección mayoritaria. Por tanto, no es un cambio lo que se ha pedido, sino una consulta para conocer el deseo del pueblo que es el auténtico dueño de la democracia. Pero esta postura o no se ha sabido entender o no se ha querido tener en cuenta.

Nuestra democracia no sólo es representativa, sino que es y debe ser sobre todo participativa. Esta participación, esta necesidad de tener en cuenta de forma constante la opinión del pueblo, es la auténtica democracia donde todos nos sentimos implicados y responsables de la marcha del país y de la hechura de la historia. Pero hay demasiados intereses en afincarse en la representación excluyendo la participación. Los elegidos en las urnas no pueden apropiarse la esencia democrática. A ellos les hemos entregado nuestra representación, pero los ciudadanos seguimos siendo los dueños de la democracia. Y los que subordinan esa participación a la representación exhalan un tufillo sospechoso de estar al servicio de los políticos de turno por extrañas motivaciones.

Y aquí está Felipe VI. Más joven que su padre (evidente), mejor salud que su padre, no puesto por Franco, como su padre, mejor preparado que su padre y muchas coordenadas que lo diferencia en positivo con su padre. Estos son argumentos que proponen los monárquicos y que reconocen seguramente también los republicanos. La evidencia nadie la discute.

Pero la monarquía parlamentaria me sabe a presencia desnatada, sin conservantes ni colorantes. Es una asepsia que no infecta, pero que tampoco le dice nada al paladar. Un monarca parlamentario es un portavoz del gobierno de turno. Un ente sin posibilidad de opinión siempre está por debajo de un ciudadano a quien nadie le puede negar su capacidad de discernimiento. La sangre azul revierte en añil aguado incapaz de despertar la visión hermosa de un color brillante. Y Felipe VI no debe opinar sobre el paro, el hambre, los desahucios, la educación, la sanidad. Le está prohibido. Cuando en los servicios informativos de radios y televisiones se afirma que el rey se hizo eco de la economía del país, de las necesidades del país, del presente o futuro del país, están diciendo en realidad que el gobierno le ha entregado unos folios para que revele lo que el gobierno piensa sobre esos temas. Toda la magnífica preparación del rey queda reducida a un servicio al gobierno que tiene detrás. Y sin que lo siguiente signifique ninguna falta de respeto a quien ostenta la jefatura del estado, me atrevería a decir que es un locutor que narra lo que se cuece en la Moncloa.

A estas alturas alguien me puede argumentar que un presidente de república desempeñaría también un papel similar al del rey. No es del todo exacto, pero lo admito. No obstante, me parece fundamental que confesemos que el presidente de la república es fruto de una elección libérrima de la ciudadanía, mientras que un rey es la consecuencia de un óvulo y un esperma coronados, de una cama enamorada donde se han amado Sofía y Juan Carlos. Y algunos ya empiezan a pensar en la preparación  militar e intelectual de una niña de 9 años, Leonor, que proviene de Felipe rey y de una periodista hermosa como una brisa, nieta de un taxista (despreciada por serlo), que estudió periodismo, presentó telediarios, se casó, se divorció, dejó colgado a un novio televisivo y viste vaqueros con la misma elegancia que un modelo de algún modisto español.


Si damos al rey lo que dicen que es del rey, a lo mejor le estamos usurpando al pueblo lo que sin duda es del pueblo.

jueves, 12 de junio de 2014

PROXIMA ESTACION



Cuando se sacraliza la historia, la convertimos simplemente en pasado y en consecuencia la despojamos de contenido. Nunca deberíamos confundir historia y pasado. El tiempo es mera quietud. La historia encierra un dinamismo en sí misma y convierte el quehacer humano en devenir continuo, fuera de toda cosificación, destruyendo el atractivo morboso de la estatua de sal, inmóvil, la cómoda quietud de quien se desentiende del futuro convirtiéndolo en porvenir.

Cuando este artículo vea la luz, tendremos un rey como feje del Estado español que reinará con el nombre de Felipe VI. Nació con una corona entre las ingles y brotó de otras ingles coronadas. Y de la corona de su entrepierna nació otra niña con una corona coronando su monte de venus.

Creo que fue sobre el 69. Franco, nada adicto a ciertos números cargados de genitalidad, pero adicto a la testosterona de sus pistolas, engendró a Juan Carlos como sucesor. Y aquel día, Franco se sintió Carlos Primero de España y Quinto de Alemania, y Felipe Segundo y se construyó un Monasterios de El Escorial hortera y lo llamó Valle de los Caídos. Lo nombró sucesor suyo como si la historia hubiera nacido un 18 de Julio del 36. Y con todo atado y bien atado se murió un noviembre cualquiera, con España entubada y un trombo corneándole la femoral.

Y Juan Carlos Primero juró los principios del Movimiento y los españoles nos echamos a la calle con la democracia entre los dientes, borrachos de libertad, hambrientos de futuro. Y todos nos esforzamos en conseguir la democracia. Y todos nos olvidamos de las ataduras enterradas en la sierra madrileña y empezamos el camino. Y derribamos la inmovilidad de aquellos principios del movimiento y nos dedicamos a ejercer la responsabilidad de sentirnos responsable de la ruta. No era olvido. Era superación. Implicaba colocarnos por encima de la predeterminación franquista de que el Rey era un mero sucesor y le exigimos una universalidad que abarcara a toda la nación. Eso hicieron los padres de la Constitución. Se apearon de sus diferencias, esquivaron los sables, ahuyentaron las pistolas relucientes, superaron sus egoísmos y entre todos empujamos para parir esa libertad que a veces se nos estropea por el polvo del camino.

Años después, la democracia se nos ha oxidado, está llena de adherencias, con parasitosis en las tripas. Y vivimos el descontento, la desvergüenza de la corrupción que abarca desde la corona inguinal hasta el último político que levanta la mano en el Congreso y evita que se investigue la podredumbre imperante.

Se va el rey de los principios fundamentales. Y cuando los viajeros nos preguntamos por la próxima estación, van las ingles e imponen su ley genital. Y vienes Felipe, guapo él, preparado él, alto y rubio como le cerveza de Concha Piquer. Y el pueblo se pregunta quién es este hombre de cuarenta y tantos, casado con una periodista, delgada como el tallo de una flor, elegante como la espalda de una brisa. Y algunos, no me importa si muchos o pocos, se interroga si es posible la palabra, ese útero fecundo donde nace la democracia. Y pretenden decir que quieren un rey o una república. No son insurrectos, ni radicales, ni filoetarras, ni republicanos socialistas de la unión soviética. Son ciudadanos de mono-albañil, de corbata-oficina, mujeres-de lavadora-honrada o despacho-directivo.

Y aparecen los republicanos de siempre proclamando su adhesión inquebrantable a la corona. Extraño, pero real. Y el socialismo lo pospone todo porque no hay incompatibilidad entre monarquía y república. Porque se detuvieron en el 78, porque la estabilidad, porque han ensordecido y no perciben la voz del siglo XXI. Y condenan por apóstatas a todos los que quieren pronunciar su palabra, a todos los que pretenden simplemente preguntar sin imponer, a todos los que hacen de su libertad una bandera blanca sin clavar brazaletes de otros tiempos, los que quieren depositar sobre la tumba la herencia coronada recibida.

No es el momento. Hay que esperar a la próxima estación. Prohibido bajarse en marcha. Una gran mayoría del Parlamento se ha convertido en jefe de ferrocarriles y prohíbe el arranque del tren. No es el momento. Como si los momentos acontecieran o crecieran como claveles espontáneos. Los momentos hay que hacerlos. Con riesgo, con sudor, con dolor. No vienen solos. Hay que parirlos sin epidural, desde el vértigo de una creación que siempre tiene doble filo. Hay que ir hacia ellos. Las estaciones están quietas. Somos nosotros los que tenemos que avanzar hacia ellas. Cuando uno se limita a esperarlas, resulta imposible el encuentro.

Exijo el reconocimiento de ese dinamismo histórico. Es urgente que nos pongamos en  marcha para que la democracia siga viva. Corremos el peligro de ahogarnos en una esterilidad adquirida. 

Existir no es una costumbre, es una provisionalidad que se encamina hacia una plenitud.



HAY CALLE


Todavía hay calle
para andarnos,
para hacernos camino.
Tú de mí,
yo de ti.
Todavía hay luz
para mirarnos los labios,
para tapar el frío
y encender los candiles
de los pechos.
Todavía hay palomas
debajo de la piel
para cuajar caracolas
y regalarte el mar.
Todavía tenemos
lo que perdimos
aquella tarde
de gemidos.
Todavía podemos
lo que no pudimos.
Todavía es entonces,
ayer,
cuando éramos  palabra,
ecos de silencio,
todo y nada,
pero sabíamos
permanecer en el beso.
Venimos
desde donde no viene nadie.
Y estamos aquí
como un viento perdido
que busca su nombre
en los árboles últimos
de cualquier invierno.