jueves, 29 de agosto de 2013

NO HAY PUERTAS


No hay puertas para que el hombre salga de su abismo.
Somos sólo una noria egocéntrica,
círculo absurdo
que rehúsa la palabra capaz de descifrar el misterio,
de entregar la pregunta repetida,
no respondida nunca.
Contradicción el hombre
de no querer y querer al mismo tiempo,
de tender unos brazos amputados
para salvar el cinismo
de un imán posesivo,
que incluye el don de quien se entrega
en ese abismo sin puertas.
Tal vez nada es amor.
Tal vez solo egoísmo.
Y cuando digo te amo
me estoy amando a mí mismo.
Somos calles cegadas
para que nadie escape
de ese aburrimiento estéril, infecundo,

masticado por la certeza única: la muerte.

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