DIGNIDAD
Me
he mirado al espejo apenas levantado. Cabello de almohada hundida. Barba de
ayer. Recuerdos desordenados de haber soñado contigo. De besos tal vez, de
caricias, de nostalgias. Ese, frente al espejo, también soy yo. Más allá dee mi
propia apariencia, soy yo.
Los
pueblos también despiertan. Con añoranzas unos. Fraguando revoluciones otros.
Conformes o disconformes, casi todos. España se incorporó a la vida no hace
mucho, después de una muerte infinita de cuarenta años. Con huellas de muerte.
Pisoteada su libertad. Fuera las tripas de tanta cornada de botas y tricornios.
Agujereada la vida por tiros en las escápulas. Pero empezó a reconocerse ante
el espejo, a verse hermosa de pechos y andares juncales. Empezó a gustarse a sí misma porque nadie pudo
violarla tanto que perdiera la intimidad con la grandeza de su historia.
Desde
la podredumbre de una dictadura hicimos camino hacia la luminosidad de la
democracia. Le llamamos transición a aquel paso decisivo. Supimos acomodar la
cabeza a la postura incómoda de la coyuntura. Fuimos silenciando los sables,
oxidando los fusiles, sometiendo las polainas, acostumbrando el cuerpo a la corbata,
a la chaqueta civil colgada de un futuro prometedor.
España
había perdido mucha sangre, mucha poesía, mucho talento científico. Habíamos
enterrado a Federico, a Miguel, a Machado. Mucha tumba sin flores por las
afueras. Mucha tapia manchada en los adentros. Mucho pasado con brazalete de
luto. Mucho futuro con la esperanza en la solapa. Nos rehicimos porque se había
perdido todo menos la dignidad. La dignidad no prescribe.
En
dos mil trece estamos. Desde aquel setenta y cinco por noviembre hemos caminado
años, muchos años. Con nuestra Filesa, nuestro GAL, nuestra guerra de Irak. Con
nuestra corrupción como un eritema sarnoso de posguerra, como una herida sajada
en carne viva. Y con nuestros derechos adquiridos a pie de calle. Derechos
obreros, de libertad, de amor para amar a quien uno quiere amar, de
dignificación siempre inalcanzada de mujer, de libertad amenazada a cada
momento y a cada momento reconquistada, de sanidad, de enseñanza, de
independencia de un dios concubinamente desposado con el poder, con la manos
estrechando la mano de otros pueblos, ensanchando el corazón para que creciera
la solidaridad, haciendo que los viejos sean nuestros mayores, sin teocracias,
regando las calles de flores laicas para que pase el hombre laico en un
corpus-cuerpo enamorado.
Se
nos ha venido abajo el orgullo de ser aquí y ahora. Nos están ahorcando el
presente y estrangulando el futuro. Desplomando la sanidad, la enseñanza, la
vejez, convirtiendo los derecho en delitos, permitiendo que la mujer sólo sea
mujer si es madre, vaciando los estómagos, destruyendo los techos, adorando a
los bancos, idolatrando a los mercados, aplastando una juventud que ya no será
nunca joven, empujando las fronteras para que pasen los desengaños hacia
Alemania, Holanda, Bélgica. Como cuando entonces. Con el skype como plaza de
encuentro, como beso sin labios, como abrazo sin contacto, como sexo sin
caricias. Lo manda Europa, nos dicen. Lo ordena Merkel, nos dicen. Lo exigen
los mercados, nos dicen.
Y
se nos cuelan los bárcenas, los gürteles, los sobres, los sobresueldos, las
financiaciones espurias, los ingresos mohosos, los escoriales con bodas de dior
y chanel, de langosta y caviar. Y se nos roba la dependencia, las aulas
acristaladas, las ayudas a parados. Se impone el pago del reuma castigado, del
enfisema sin ventolín, del hospital rico y la casa de socorro pobre, el cierre
de urgencias en los pueblos porque los del pueblo pueden morirse aunque no les
convenga. Y se acaba la investigación porque el saber supremo sólo corresponde
al dios de siempre, y se suprimen logros esenciales porque resulta que con
ellos los pobres se creen con derechos, que dónde se habrá visto, que qué se
habrán creido, que desde cuándo son como los ricos.
María
Dolores, Floriano, Pons. Que nada es verdad. Que en todo caso todo ha
prescrito. Que Mariano no es un violador como dice Luis el cabrón. Que Arenas
se ha ganado sus derrotas a pulso, que no se las regaló Correa. Que Camps y
Matas van camino de los altares. Que Gallardón es Benedicto con cejas blancas a
juego con su alma tasada de toga.
A
lo mejor es verdad. A lo mejor ha prescrito la promesa electoral y se ha
convertido en frustración todo lo que era esperanza. A lo mejor era todo herencia
recibida. A lo mejor era mentira toda la mentira. A lo mejor la verdad era una
sombra. A lo mejor la luz era una fosforescencia de cementerio negro.
A
lo mejor hemos prescrito como humanos. Pero no. No han conseguido extinguirnos.
Todavía nos queda dignidad.
1 comentario:
Las monsergas del pp.
Desde la de “queremos saber la verdad” (casi ocho años seguidos), pasando por la “herencia recibida”... etc. etc. y, últimamente, “no me consta” terminando, por ahora, “con la sombra de la sombra de indicios manipulados”. ¿Crees que no merecemos algo más de explicación? Pido a cualquier portavoz, -todos dicen lo mismo-
Que te consta Floriano que te costa
De los bárcenas, correas y corruptos.
Dinos tu Floriano que te costa
De tu propia herencia cosechado.
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