domingo, 30 de septiembre de 2012


EL TRICORNIO DE NEPTUNO



Siempre ha sido hermosa. Desnuda, Madrid es un museo, aunque no le guste a mi amor del noroeste. Tiene un cielo sucio, es verdad. Como un chal de segunda mano, de rastrillo, de jueves sevillano. Madrid está en crisis y se viste como puede, a gusto de Botella-Alcaldesa, de común acuerdo con Aznar-Irak, consensuada con un Buhs descatalogado de la historia, sin mesa para apoyar los zapatos.

Madrid se va perdiendo a sí misma como se pierden las grandes ciudades sembradas de historia, de nostalgia, de pasado. Madrid es un ladrillo inmenso, ladrillo de bancos por Castellana, por M-30-Gallardón, por deuda de siete mil millones que nadie pagará, es decir, que nos pesa a usted y a mí, que pagaremos usted y yo y los hijos de nuestros hijos si no pierden la erección por el camino y queda todo en un roce sin posibilidad de hundirse en la hermosura.

Madrid tenía un Neptuno. Un dios a rayas de atléticos, bufanda del Manzanares, apropiación urbanística de Gil-Imperioso, Marbella capitalina-Jesús-Alcalde-sureño. Por miles los futboleros, copa en mano cuando toca, triunfante en autobús descapotable para que Jesús luciera barriga billetera donde albergaba pisos, cemento y putas descorchadas por árabes ricos con palacios junto al mar.

Rajoy-Presidente. Pons, Montoro, Guindos, Wert lo llevaron a hombros. Bailaban delante del cortejo Cospedal-Soraya-Aguirre. Esperanza se fue sin esperanza y se hizo funcionaria. Y ahí la tienen protestando diariamente porque le han bajado el sueldo, porque no le llega al jamón de Navidad, porque le han rebajado días libres y no puede ejercer de esposa, hermana y abuela. Pero queda Cifuentes, doña Cristina rubia, musa de policías y de ministro-opus-Interior.

Rajoy hizo de España un recortable como cuando las niñas eran sección femenina de Franco, con las rodillas juntitas para que la chavalería no pecara de malos pensamientos y deseos. Y se puso a jugar. Llamó a su vecina de barrio, Merkel-Angela, para que lo defendiera de la envidia de Rubalcaba, de los mercados, de la prima, de la herencia de padre-Zapatero

A España le han dolido las tijeras en los sobacos, las ingles, la cintura. Gritaron su dolor mientras su dueño Mariano fumaba un puro en la ONU y reclamaba Gibraltar como playa de veraneo de Urdangarín y Juan Carlos. Surgió entonces Cospedal, pitonisa mozárabe, mantilla negra y peineta, rubia que te quiero rubia, detrás del Santísimo Toledo Corpus  y nos lo dijo bien claro. Neptuno tenía tricornio, era un tejero de tridente negro, pistola escondida regalo de Milans del Bochs. Todos al suelo, coño, a esperar al elefante blanco si no lo ha matado el monarca cazador. Y Cifuentes, rubia que te quiero rubia, visualizando correajes y autobuses de tricornios fotocopias de Neptuno, expropiado blanqui-rojo de triunfos de cuando en cuando.

Seis mil tricornios, veinticinco mil, sesenta mil. No importa. Traen en las manos abiertas un golpe de estado. Han ensayado el grito: todos al suelo, coño. Y Mariano escondido, sin un Carrillo sentado, sin un Fraga exigiendo el tiro de gracia, sin un Gutiérrez Mellado, fajín democrático y bigotito valiente, Wert ausente del mundo porque siempre está ausente. Neptuno en la tribuna. Celia gritando a su chofer-Manolo porque tiene miedo a la embestida de vacas desquiciadas, medio locas. Cospedal sin mantilla. Cifuentes resistiendo, vestida de antidisturbio excitado porque una chica gritaba  pezones erectos exigiendo caricias de libertad y alegría. El techo del Congreso ya tiene muchas balas, huellas de un ayer militar que quiso lo que no quiso nadie, lo que pudo haber sido y no fue.

Y Neptuno-tricornio-golpista arrastrado por los hombres de negro, mandados por Bruselas-de-Guindos y Montoro-sarcasmo-presupuesto. La niña Fabra, mano derecha peineta para que se joda Neptuno, parado en la cola del INEM. Con cuatrocientos euros para cubrir la hipoteca del agua que compró para cuando le nombran campeón del Manzanares. El 25-S está en el calendario caminando hacia el 29-S y seguro que también en Octubre Neptuno estrenará tricornio.

Mariano, tranquilo porque millones de españoles no estuvieron en la calle. Estaban en la ONU pidiendo Gibraltar entre el humo de un habano comunista, embargado a Fidel, en una Cuba al borde de sí misma.

viernes, 21 de septiembre de 2012


ESPAÑA, ¿UNA DICTADURA?





¿Es España una dictadura? Preguntado así, estoy seguro que la mayoría interrogada lo negaría absolutamente. Sabemos de dictadores, de sables corneando la vida de súbditos, de pistolas apuntando siempre a los derechos más elementales, de polainas manchadas de tanto pisotear libertades. Y esas obscuras circunstancias se enterraron allá por Cuelgamuros, entre añoranzas, nostalgias y recuerdos de lágrimas negras, muy negras. No, España no es una dictadura. Es una democracia, con su Constitución abrazando un futuro de derechos.

Tal vez nuestro concepto de dictadura esté demasiado circunscrito a un pasado que fue ayer: posibilidades asfixiadas por el-porque-sí, porque a algún golpista le salía del correaje o de unos genitales fosilizados en una gorra de plato. Sin escritura, prohibido el pensamiento, sin derecho a réplica, de reunión, de lectura, de viaje, juicios sumarísimos, ejecución contra una tapia blanca de cementerio blanco. Y por ahí andábamos con nuestro equipaje de personas de estraperlo, escondiendo la maleta de nuestros pensamientos, y hasta los besos, las caricias, los encuentros trenzados de los cuerpos.

Esa dictadura fue, pero hoy ya no es, aunque ¿estamos tan seguros de pensar por nosotros mismos, sin imposiciones subliminales?  ¿Podemos estar tan orgullosos de la libertad en nuestras decisiones, en nuestros proyectos, en nuestros trabajos, en nuestros compromisos políticos? ¿Podemos presumir de una independencia frente a  imposiciones de dictadores vestidos de Armani, mocasín italiano, corbata regalo Fondo Monetario Internacional, gemelos Banco Central Europeo?

La dictadura es un golpe seco, duro, como el tiro definitivo en una nuca despreocupada. Chorrean los adentros por los exteriores y el hombre queda vacío de sí mismo, falto de contenido existencial, enajenado, alienado. La dictadura suprime el esqueleto vivencial que nos mantiene de pie y el estar de rodillas se vuelve postura  y costumbre, rendición y asunción de lo inexplicable. La dictadura ha abandonado la liturgia militar de himnos, banderas, uniformes y cartucheras humeantes. El mundo es un gran casino donde ruedan los euros, los mercados, la bolsa, los rescates, donde se despeñan las urnas o se premian con tecnócratas que hay que llevarse necesariamente a casa sin poderlos olvidar en el guardarropa.

Toda dictadura lleva en su interior un estrangulamiento de derechos. Ahora no prohiben la expresión, la reunión amistosa. Tan dictadura es la presente que ni siquiera precisa de amputar esa falsa expansión espiritual. Hay otros derechos cercenados que duelen, que se clavan, que rompen la esperanza, que aniquilan el futuro. Se prohíben derechos laborales, se recortan salarios, se despide a gusto del consumidor, se rompe la sanidad, la educación, los servicios sociales. Se desahucian las casas como quien vacía un cenicero intoxicado, se suprimen ayudas para el pan nuestro de cada día, sillas de ruedas que llevan hasta el sol caliente de la plaza, se prohíbe a la mujer ser mujer, propietaria de su cuerpo, se induce a los inmigrantes a marcharse o a morirse de asco tragándose el sida, la hepatitis, la disnea inaguantable sin aire disponible. Se prohíbe ser viejo-quinientos-euros-pensión eligiendo entre el sintrón y la sopa caliente del invierno. Se prohíbe abortar y ser madre porque amarse boca arriba, acariciar y besar es un lujo prohibido por el déficit disparado.

Millones de parados, niños con hambre, comedores de Caritas con necesaria cartilla de racionamiento, matrimonios sin casa, casas para negocios bancarios, escuelas sin profesores, profesores sin escuela, albañiles sin un andamio para descolgar piropos, niños con tarteras de viejos encofradores, autistas encerrados en castillos oscuros, sin encontrar el primer trabajo, sin encontrar el trabajo último, con un INEM convertido en orfanato de la desesperanza.

No van los militares por la acera, dando a entender la laltanería de las pistolas. Nos reunimos para cantar con Serrat y gritar las filigranas de Messí. La muchachada bebe para olvidar lo que pudo haber sido y no fue. Se desnudan porque sólo les queda la entrepierna, y otros se mueren porque sólo les queda el asco de haber vivido.

España, ¿una dictadura?


domingo, 16 de septiembre de 2012


ARCO IRIS


Para LUCIA y MONICA que me llevaron
en la sillita de la reina




 La calle se hace a veces democracia. La palabra puentea desde Neptuno a Cibeles, desde Atocha a Chamartín, desde Génova a Ferraz. Se esconden los políticos en los zulos hondos de Moncloa. Se ocultan de la palabra cargada de futuro que diría Celaya y sorben su propia cobardía como un caldo negro, podrido y maloliente.

Hace poco las calle se hicieron urna grande. Acudieron los cuatro puntos donde se apoya España: Andalucía amarga de alegría. Cantábrico con dolor  de independencia. Oeste austero y naranjales del Este.

No sé cuántos, me da igual. Quinientos mil, millón y medio. Naranja, blanco, negro, verde, rojo. El grito del arco iris, el dolor del arco iris, la sangre del arco iris, la carne del arco iris. Exigiendo derechos talados, dignidad desguazada. Vomitando el asco acumulado, el sobrepeso mórbido. Divisando más muerte prometida a los mercados, tragándose la sangre como los toros bravos, hinchados de puñal envenenado. No sé cuántos, me da igual. Porque fueron muchos, pero un solo grito verdadero.

Andaba por Valencia el Partido Popular. Estaba Fabra-presidente de una comunidad hundida, con todo a medio hacer, ruinas casi de olvido y gasto derrochado. Pisando huellas de Camps, el de los trajes colgados, compañero de Urdangarín sin redención, yerno más yerno que nadie, compañero de cama de  infanta, con ducado de coronas reinantes por la gracia de Dios, como aquel de otros tiempos, de los cuarenta años. Con Matas ahogándose en la isla, sin que Rajoy nade unos largos, sin que María Dolores le haga el boca a boca, sin que Aznar se lo cargue a las espaldas y lo saque a la orilla porque ni orilla queda, que la ha inmolado Cotino por su conciencia y honor.

Fabra-presidente llamando alboroto a quinientos mil, millón y medio, no sé cuántos, me da igual. Porque pedía cuentas el pueblo, ese tribunal supremo de la democracia, porque preguntan qué hacer con los niños, con los viejos, con los enfermos, con los parados, con los desahuciados, con las mujeres que abortan, con las mujeres-mujeres, con los grilletes oxidados de una pena perpetua, muy perpetua y revisable, sin redención cristiana. Porque preguntan qué hacer con los inmigrantes que pusieron ladrillos, que fueron como putas elegidas o despreciadas en las plazas de los pueblos, que sufren una hemoptisis, que no tienen 222 euros que les pide Cospedal-presidenta por una urgencia, 4.000 por una cesárea. Porque preguntan qué hacer con el dolor marroquí, dolor descalzo de negro subsahariano. Porque preguntan por qué se le inyecta en vena dinero a los bancos, y se le niega el pan a un niño sin tuper-día-anterior. Porque se preguntan por qué se multa a una mujer con 90 euros y se le exige que pague al supermercado 275 como indemnización,  más cuarenta de leche, aceite, arroz y garbanzos para los churumbeles con mocos en la solapa y ratas hasta en los ojos.

Alboroto le llama Fabra-presidente a quinientos mil, millón y medio, no sé cuántos, me da igual. Despreciable algarada, algarabía, que dice Rajoy V de Alemania.

Y ahí está María Dolores, nuestra señora de los trabajadores, peineta de corpus y mantilla de christi. Cristiana ella, bendecida-separada-casada-bendecida por el cardenal primado, que niega la comunión primera a una niña con el síndrome de la tristeza en los ojos. Cospedal-presidenta, vendiendo hospitales para que algunos empresarios rehagan sus vidas a costa de mamografías negadas, que hay que morir de algo, entregando niños sin vacunar porque hay que morir de algo, prohibiendo el scanner a una EPOC porque hay que morir de algo. Y la gente va y se muere y María Dolores-presidenta toma conciencia de que se cumple su palabra, su voluntad en la tierra como en cielo. María Dolores tiene noticias de lo que ha pasado en Madrid y sonríe porque sabe que nadie de los que allí estaban se quejó cuando Zapatero tenía la crisis en las manos pero seguía habiendo sanidad, educación, dependencia, atención a inmigrantes, respeto por la homosexualidad. Olvida Cospedal-presidenta las huelgas de entonces, los Orejas, Aceves, Aznar, Botella acorralando al gobierno contra el paredón por traicionar a los muertos, por asociarse con ETA, por romper España, por entregarla a los terroristas, por congelar las pensiones, por rebajar el sueldo a funcionarios…Pero tiene clara la visión de futuro: Los que hoy protestan estarán alegres cuando el gobierno de Rajoy resucite al país de entre los muertos, cuando levante  España aunque Montoro se empeñara en ayudar a su caída. Es la bienaventuranza de presidenta-Cospedal. Dichosos los españoles cuando estén hundidos en la miseria porque verán nacer al mesías Mariano.

Fue un arco iris Cibeles. Gritos de color puenteando un Madrid desesperanzado, hundido, agónico. Con Merkel y BCE y FMI y primas y mercados devorando como hienas el vómito de quinientos mil, millón y medio, no sé cuántos, me da igual.

Vieron a Rajoy por Malvarosa, coronado de azahares y rescates, de recortes-reformas, esperando a Feijóo y Basagoiti para anunciar la agonía, otra agonía, sin ambulancia gratuita, sin urgencias atendidas, con hospitales vendidos porque de algo hay que morir, como dice la Dolores, dolores, lolita, lola. Por la Malvarosa lo vieron. Después se vino a Madrid cuando habían despejado a Cibeles del dolor de no sé cuántos, me da igual.


lunes, 3 de septiembre de 2012


OVNI



El 20 de Noviembre elegimos a un partido concreto para que gobernara el país durante los cuatro años próximos. Nos prometieron que el 21 estrenaríamos un mundo de espuma, sin gravedad que impidiera la levedad  flotante de la alegría.

Alguien le pidió a Mariano que nos devolviera la felicidad y Mariano cargó su mochila de sonrisas. Pons nos prometió 3 millones de puestos de trabajo que para eso el PP era el partido de los trabajadores como recalcaba María Dolores-presidenta-Cospedal. Montoro tenía claro que había que hundir a España en una cuneta cualquiera porque él haría del país una giralda erecta. La sanidad universal que teníamos lograríamos  universalizarla más para que nos cupiera el dolor del mundo en el costado de nuestros hospitales. Habría que potenciar la enseñanza pública porque ahí estaba el futuro y el futuro empezaba un 21 de noviembre. Nuestros viejos (tercera edad le llamaban por delicadeza innata) podrían enamorarse de nuevo en Ibiza rejuvenecidos por  pensiones florecidas. Y en los derechos sociales se apoyarían con fuerza renovada aquellos que ya sin fuerza pedían un empujoncito en la silla de ruedas para llegar hasta el cariño siguiente. Y nunca subiría el IVA porque era una puñalada de mal gobernante y no daría dinero a los bancos porque ya se habían devorado la riqueza de la gente y habría que imprimirle agilidad al dinero para que estuviera donde era necesario, con el emprendedor-emprendedor que de eso sabe mucho nuestra gente.

La NASA consiguió que Rajoy atravesara todas las capas celestiales y se posara suavemente en la Moncloa sin romperla ni mancharla. Su virginidad intelectual permaneció incólume. Bajó de la nave y comenzó a hacer su historia: hundan la sanidad y la educación, pero suban el IVA para mejorar la sanidad y la educación. Sólo Wert conseguiría practicar la contradicción. Organicen el empleo para conseguir parados. Que Mato ayude a los enfermos exigiéndoles dinero y excluyendo a los inmigrantes. Que inviten a millones a los bancos a costa de los desahucios y de aportaciones europeas porque juré que no les beneficiaría en nada. Que les suban los chuchesss a los niños para prevenir diabetes. Y así todo, hasta conseguir darle la vuelta a la vida.

Rajoy llegó a una lúcida conclusión: Había vivido desde que nació fuera de la realidad. Se daba cuenta ahora. Como Pons, María Dolores-Presidenta-Cospedal, como Floriano surgido de su propia nada, como Ana nacida de la gürtel sin conocer a la gürtel. Por eso se opuso a todo lo que se opuso. Por eso dijo que haría lo que nunca haría.

La culpa no era de Rajoy, virgen y mártir, sino de los españoles empeñados en vivir por encima de sus posibilidades. Una caña los domingos, quince días de vacaciones en el pueblo, una pulmonía curada, dos dormitorios-baño-cocina a pagar durante treinta años…Todos habían vivido por encima de sus posibilidades. El, desde fuera de la realidad, no se había dado cuenta porque sólo bajaba para cobrar su plaza de registrador. Decía a todo que NO porque ignoraba lo que significaba. Ahora le han enseñado a decir SI a Merkel, a Bruselas, al FMI, al BCE porque tampoco sabe su contenido.

¿Cómo pudieron los españoles votar a alguien que estaba fuera de la realidad? A lo mejor votamos a un OVNI y huele a azufre, y destruye las retinas con su luz y no vuelve a crecer la hierba donde aterriza.

Me dan miedo los objetos voladores no identificados.





domingo, 2 de septiembre de 2012


EL DOLOR DE PLASTICO




El enfermo siempre es un pobre. El dolor es un abandono de la vida, un descuelgue del andamiaje de la existencia. Se intuye el vacío, se palpa  la nada, se mastica la sombra infinita, para siempre infinita. El enfermo es siempre un pobre.

Atacar la pobreza de la enfermedad es quemar entre risas la miseria de un hombre en un cajero, pisar la dignidad última que nos queda cuando las circunstancias se han alimentado de la dignidad que tuvimos, de la verticalidad orgullosa que fuimos, de la grandeza del amor que nos inundó cuando jóvenes, cuando enamorados se nos venían encima los besos como cosechas de  manos y caricias. De golpe enfermos, y pobres mendigando en la acera de la vida un poquito de viento para el pulmón cerrado, para la sangre que olvidó el camino del corazón, para el sida que maduró como un tuétano de amor.

Y alguien suprime el viento y las autopistas de la sangre y la médula del amor y contempla, con los ojos llenos de hielo negro, cómo alguien se muere porque debe morirse, porque cumple el deber de muerto prematuro, porque no quiso o no pudo recordar su cuenta corriente, porque nunca la tuvo, porque se la tapó un banquero sin escrúpulos.

La sanidad comienza en los pirineos como cuando en los pirineos comenzaba Africa en otros tiempos. Ahora limita al sur y  sus habitantes somos todos blancos o morenos de sol y nieve, con brazos de gimnasio y espaldas de esteroides. Abajo, siempre abajo, marroquíes, saharianos, subsaharianos y todos los que tienen el hambre atada a la cintura. Ya no son de los nuestros porque no trabajan “para nosotros”  Han dejado de ser esclavos para convertirse en olvido, en memoria roja de ladrillo barato, en ayer de pateras tragadas por la espuma, por las olas hambrientas de un mar sin corazón. Sólo les queda el derecho a la cornada del dolor, de la pobreza que entraña, a la muerte como un terraplén organizado para enterrar la vida de los que vinieron un día buscando el pan que nadie quería. Se ha legislado la muerte para que sea un acontecimiento organizado. Todos sufrimos, todos morimos, pero hay que dar preferencia a los que acumulan dolor y muerte sin un trozo de plástico que les aplace el adiós de despedida. Ellos y nosotros estamos separados por ese plástico azul y blanco que nos da derecho a un trago de oxígeno, a un bypass o a un retroviral de última generación. Al otro lado están  ellos, los excluidos por ley o por real decreto, rubricado y sellado por un rey que mata elefantes en Africa y que apunta ahora, mirada telescópica a punto, sobre los ébanos de carne brillante.

Somos occidente cristiano, reserva espiritual, con gallardones que anatematizan abortos, con defensores aguerridos de la vida como un don del Dios dueño del alma que determina a placer la hora de la muerte. Pero Dios es de derechas y firma también reales decretos y acepta la tarjeta de plástico como un ordenamiento universal  que regula la pobreza y el dolor como distintos del dinero y el placer. Dios se parece a Ana Mato.

Tú y yo tenemos un dolor legal. Ellos, no. Ellos tienen ilegal el cáncer, la tuberculosis o la hemiplejia de una furgoneta que los llevaba a un trabajo sumergido una mañana cualquiera. Son los excluidos, los que pueden morirse cuando quieran, cuanto antes mejor porque ya no hay ladrillos, porque hay que vender hospitales para que hagan negocio unos pocos, porque Bruselas es el curandero supremo, porque Merkel lleva dentro un nazismo económico, porque Rajoy es europeo ante todo y sacrifica a quien sea contra los dictados de su corazón bondadoso. Hay un Moscardó en cada ministerio, en cada comunidad autónoma, dispuesto a pedirle al hijo que está extramuros que entregue su vida por el bien de la economía antes de que los de dentro se entreguen al déficit, a la prima de riesgo, a la banca usurera  de sueños y mañanas rotos.

Es el nuevo y glorioso movimiento nacional que nos libera de hordas de espaldas mojadas, de contubernios de mezquitas que  suplantan  góticas catedrales, de quienes destruyen nuestra visión cristiana de la vida para sembrar de ritmos profanos las entrepiernas llamadas al pecado.

Ana Mato organizando la muerte, dando paso al dolor para que se quede arrinconado hasta que se muera de asco. Excluyendo de la vida a los pobres porque tuvieron la desgracia de no llegar nunca a ricos.

Dinero de plástico, dolor de plástico, muerte de plástico.