EL MINISTRO NO TIENE PELUQUERA
Hay
palabras como astas de toro. Ingle adentro. Femoral arriba. Hasta incrustar la
muerte en los suburbios del corazón. “Usted ha traicionado a los muertos” Rajoy embistiendo en la plaza grande del
Parlamento. Brindando a su público la muerte prefabricada de José Luis
Rodríguez Zapatero. El Presidente exigiendo que devolviera el insulto a los
corrales. Rajoy insistiendo en la cornada. Va por ustedes. Y los cabestros de
vuelta. Y el asta atornillada en la sangre, encelada en la herida. Mayor Oreja
apuntillando, Castellana arriba hasta Sol. Alcaraz banderillero, recosido el
traje. De segunda mano la montera, regalo de Aznar, Aceves, Esperanza. Para
rematar faena. Un sábado y otro y otro. Usted, presidente, ha formado una
empresa temporal con ETA para entregar el País Vasco a los terroristas. Mayor
Oreja daba un desplante y se llevaba su toro único, el dolor ajeno, la
desgracia de otros. Se guardaba a ETA en el bolsillo para hablar en Génova, en
Callao, en Europa. No sabía de economía, de educación, de hidrografía. Tampoco
de ETA. Pero le tenía cariño porque le permitía expandirse en la COPE, en
Intereconomía, con Pedro J. o Losantos. El día en que se acabara el terrorismo
pediría una prejubilación, admitiría un ERE y junto a Isabel San Sebastián o
Carmen Gurruchaga podría tomar el sol con un Aznar de vientre tableteado.
El
ministro del Interior ha diseñado un plan para una progresiva reinserción de
los terroristas. Rajoy lo contradice saboreando su propia mentira. Pero se está
acostumbrado a ello. Rosa Díez le ha echado en cara que está haciendo una labor
antiterrorista igual a la de Zapatero. Y Rajoy se dice a sí mismo: a lo mejor
estoy traicionando a los muertos. Pero mi caso es distinto. Yo soy presidente
con mayoría y Zapatero es un exiliado al que puedo culpar de todo, hasta de la
herencia genética, de la amputación de educación, sanidad, ley de dependencia y
de la “aportación solidaria de todos arrimando unos pocos euros al mes en la
medicación, en el traslado en ambulancia, en las tasas universitarias”
Ángeles
Pedraza, presidenta de la AVT, fue la primera en reunirse con el ministro y el
encuentro, según refiere El País,
no fue satisfactorio, al punto que Pedraza advirtió a la salida que estudiarán
salir a la calle a manifestarse contra el Gobierno como ya hicieron tantas
veces contra el Ejecutivo de Zapatero. Pedraza le dijo claramente al ministro
que las víctimas se sentían “traicionadas y engañadas” Y vino la representante
de Foro Ermua, Inma García de Cortázar, que ve el plan de reinserción como “una
gran victoria de ETA” y “un lamentable error” porque, en su opinión, el
Ejecutivo de Rajoy no hace otra cosa que asumir como suyos “los acuerdos del
PSOE con la banda”. Está traicionando a los muertos.
Faltaba Mamen Alvarez,
esposa del caudillo Alcaraz, heroína de Elnett y Pantén marital, siempre
portavoz de sangre ajena, de dolor transferido, de lágrimas crujientes como un
tiro en la sien. Y rechazó las razones “humanitarias” expuestas por Fernández
Díaz para justificar el plan de reinserción a presos de ETA. “Está traicionando
a los muertos” Y el ministro imputándole el alma cubierta de venganza. Y ella
exigiendo justicia. Y el ministro tatuado de zapaterismo dialogante. Y ella
arrojándole sangre a la cara, como Rajoy a José Luis-presidente.
La memoria es el reencuentro
del hombre con su propio corazón. Uno lleva por dentro palabras como embestidas
de un monte. “Usted está traicionando a los muertos”, dijo Angeles Pedraza,
dijo la mujer del Alcaraz, dijo García de Cortázar. Como un eco de aquella
infamia macabra de un aspirante fragmentado en las urnas.
Hijo predilecto de un Aznar
dialogante con el movimiento de liberación vasco, avergonzado de su propia
historia, arrepentido de la palabra como arma cargada de futuro, humillado ante
su propio fracaso. Escondido ahora detrás de su ministro del interior,
empujando reinserción, abofeteado por su blasfemia: Usted, señor presidente, ha
traicionado a los muertos.
Rajoy tuvo un sueño
escalofriante esa noche: Mamen, Angeles, Inma le aplastaban contra una pared
perforada de pistolas. Y el grito del odio,
de la venganza, del rencor comprensible pero inútil: Usted, señor
presidente hoy, aquí, ahora, está traicionando a los muertos.
2 comentarios:
Que acierto han tenido al elegir el matador. Dirán muchos en el tendido de sombra... Rajoy torero: de las orejas “recortadas” y de las promesas “olvidadas”, ya lo justificaremos luego. Tú, a lo tuyo que hay poco tiempo en torearnos a todos.
Espero que en las próximas elecciones las precampañas y campañas nos la ahorremos, total para lo que sirven. ¡Con esta cuadrillas de toreros!
Un abrazo Rafael por su gran faena plasmada sin albero.
Tiene guasa el simil torero por lo que nos toca de racial, pero en estos términos "o de caza" se cuecen las rivalidades políticas, o las competencias en las altas finanazas y poderes, en mafia o contubernios aunque sea contra un presidente electo ¿debil? a una persona o grupo se le puede ningunear hasta la eliminación total si disponen de medios y poder e infectan la opinión) representante legal de una opción, el linchamiento "popular" para desembocar en la debacle actual.
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