Tienes unas manos preciosas, dijo ella
Pregunto por mis manos
acostumbradas a la cintura del aire,
al volumen del beso,
a la dimensión horizontal de la caricia.
Por mis manos pregunto,
las que se apretaron a la vida
cuando fue el nacimiento de la luz
agua azul chorreada sobre el tiempo.
¿Qué fue de aquellas manos?
Hoy pregunto por ellas:
adultas, duras, callosas,
oscuras como garras
destructoras que hocican en la sangre
para sobrevivir por encima
del vivir de los otros.
Las manos sin memoria
porque el recuerdo puede ser remordimiento
de una revolución sangrienta
donde el otro es sólo estorbo que me estorba
para escalar el egoísmo.
Pregunto por las manos que atenazan
el corazón de las rosas, de la lluvia, del olvido,
de la tristeza colgada en el corazón de un niño.
Tienen uñas las manos ofrecidas
a la amistad hermana del amigo,
a la cintura de un suspiro, de un beso, de un abrazo.
No sé cómo han llegado mis manos a mis manos,
ni por qué son mis manos culpables de la vida,
responsables del dolor de tanta estrella humilde,
del fracaso del viento que se lleva los besos
sin destino concreto para que nunca lleguen.
Quiero olvidar entre las piedras las manos
que me implantó la vida.
Las manos sin memoria,
sin besos en los cuencos,
sin huellas de cintura,
sin rescoldos del fuego primitivo
que encendieron tus ojos.
Pido la redención para unas manos
que auparon las espaldas del mundo
para que el mundo existiera
como medida de tu cuerpo entregado.
Quiero sentarme frente a la alegría
de tu recuerdo caliente,
preguntarle por las huellas de tu carne
en la sangre que tengo acorralada
como un río domesticado de fronteras.
1 comentario:
Hermoso aun en la tragedia que nos toca vivir...
Publicar un comentario