sábado, 25 de febrero de 2012

NO FUE PECADO EL VIENTO


No fue pecado el viento.
Sólo las manos reptando
hasta la palabra oculta,
hasta el misterio central.
¿Llegamos a alguna meta?
¿Violamos algún río?
¿Se fue el esperma amargo
hasta la estrella última
de una noche cadáver,
de una mortaja de lunas,
de las lunas boca arriba?
Amo la huella oscura
donde termina la cintura
y empieza la alegría
vertical del recuerdo.
¿Tiene regreso el camino
como el mar hacia su centro,
hacia su primitiva postura
invertebrada de médula
erecta, de ciprés victorioso?
Sabemos de tardes invertidas
con los pechos al aire,
creando primaveras
de piernas enlazadas.
Pero ahora la palabra
está como una puta
de guardia en las cunetas,
A diez euros el muslo,
los besos de estraperlo,
sobresueldo del asco
negociado en el margen
izquierdo de la vida.
Palabra golpeada en las sienes,
sin eco en los montes del sexo,
sin el amor aquel que retumbaba
como un mar interior,
como el golpe de un monte.
Se oxida la existencia.
Postura sólo el recuerdo
de una amor enjaulado
con barrotes de tierra.
Sabes de qué te hablo,
por qué bebo este zumo
de naranjas oblícuas,
tatuadas en el vientre
de aquellas noches verdes.
Besos y despedidas
hasta el próximo encuentro
que no llegará nunca.

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