Bono se miró en un espejo y se encontró con muchas imágenes. Porque Bono no es Bono y sus circunstancias. Ni siquiera es circunstancia en el sentido orteguiano del término. Bono es conveniencia y sólo conveniencia. Dualidad contradictoria y simultánea unidad. Autonomista y antiautonomista. Socialista de antiguo carné y aspirante a gallego de barba gris. “Desde mi puesto me he fijado bien. Ya no hay diferencias insalvables entre los programas del PSOE y el PP” Miopía de alma desorientada. Caricatura resultante de un Rajoy muy Bono, de una Castilla-la-Mancha-Rias-Baixas-Alvarinho. Corazón bipolar de morería celta. Esquizofrenia de múltiples culturas vivificadas con ribeiro noble de luz oscura y tormenta.
Bono no sabe quién es Bono. Retorcida papiroflexia pajarita-avión-barquito a gusto del consumidor. Canjeó la palabra por palabrería y es simplemente oyente de una lejanía aduladora.
Bono es un prestidigitador de falsedades. “Cuando dices algo que la gente está deseando oír, como lo del futuro gobierno de coalición entre el PSOE y el PP, no tiene mérito que se acerquen a escucharte. Los seres humanos responden a los estímulos de lo que les conviene”, afirma Bono durante su encuentro con el director de El Mundo. La palabra, esa donación amorosa que el ser humano hace de sí mismo, se hace oquedad y falacia cuando no brota de la entrega de quien la pronuncia, sino de la acomodaticia falsedad de quien la percibe. Bono confiesa su traición a la palabra porque no ahonda en sus adentros para brindarla amorosamente, sino que la ejerce como hechura ajena de quien la maneja a su conveniencia. Se hace añicos la sinceridad, se desguaza la originalidad y se hace mercancía de mercadillo barato. No existe honestidad de bisutería. Pedro J. puntualiza que “en la hemeroteca de El Mundo hay constancia de que Bono repite lo mismo cada equis años” Bono carece de originalidad creadora. La palabra es poesía o sólo nube de algodón de feria. D. José es feriante porque repite de pueblo en pueblo el truco del pañuelo escondiendo siempre la paloma.
Fue presidente de Castilla La Mancha durante muchos años. Enamorado de las autonomías. Defendió a su comunidad con músculo antinacionalista. Lo sabe el País Vasco y Catalunya. Maragall lo ha olvidado tal vez porque también se está olvidando de sí mismo. Confundió repetidamente unidad con uniformidad. Deliberadamente lo hacía. Le rentaba votos, elecciones ganadas, presidencias repetidas. Ya se parecía a Aznar con su perfil popular de Fraga con pectorales. Ahora se ha vuelto del revés: “Según asegura Pedro J., el expresidente de Castilla-La Mancha se cuestiona a estas alturas el modelo autonómico porque siente “especial zozobra y desasosiego ante el déficit público” y “la acumulación de deudas por parte de las comunidades, empezando por la suya” Esta postura le ha llevado “a ponerle la proa en los últimos tiempos al Estado autonómico del que durante tantos años fue uno de sus pilares”
Bono lo quiere encarnar todo: el catalanismo y el anticatalanismo, la identidad vasca y su contraria, el socialismo y la derecha del PP. Es tal su estrabismo político, que afirma el director de El Mundo, “Bono siempre ha relativizado las fronteras entre izquierdas y derechas, cansándose de repetir que él, como socialista, no se considera mejor que su padre franquista”. Y como ejemplo, el presidente del Congreso le muestra a su entrevistador dos carpetas repletas de documentos. Una, con “las fichas de afiliación a la Falange Española y de las Jons de Salobre en los años 40”; la otra, con listas de “militantes del PSOE local durante la República e incluso antes”.
“Ves como muchos de los nombres coinciden… ¡Eran los mismos! Por eso digo que parte de mi genotipo político está en estas dos carpetas”, afirma José Bono.
Bono tomó su fusil. Desde el púlpito, desde Castilla La Mancha, desde el sillón del Congreso, desde las montañas nevadas por el imperio hacia Dios. Es el resultado de un espejo roto. Reparte los trocitos como reliquias de lo que pudo haber sido y no fue.
2 comentarios:
Bellísimo, querido amigo.
Tus palabras salen de tu alma que sabe revestirlas de emoción y sabiduría. No son los hablares huecos de los 'ejque...'.
Bono, en efecto, amante de los fastos que lo ensalcen. Centro de todos los centros. Ministro de defensa celebrando con Rouco, invitado de honor, aquel su nuevo cargo.
Ahora será ministro rajoyano, con piso colindante con el de Zaplana. Unidos por el dinero y la superficialidad.
El Partido Socialista ha ganado a pulso su derrota.
Un abrazo, bonico.
Un precioso retrato. Bono no es solo Bono. Es la personificación del PPSOE. Esa entidad que manda sea cual sea el resultado de las elecciones. Eso que tiene atrapado a muchos socialistas de bien.
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