viernes, 31 de diciembre de 2010

UN MEJILLON, UN VOTO

La democracia se hace día a día. Va surgiendo como la luz de los amaneceres. Crece por el horizonte y la sostienen las manos de las estrellas, los músculos del monte, el regazo de los árboles. Si decae el quehacer, se nos muere entre los brazos y aparece la bota militar aplastando la libertad siempre naciente. Los correajes saben el camino y fusilan ideales contra paredes blancas. Y vuelta a la persecución, al chantaje, a la amenaza. Hasta plantarla otra vez en urnas pequeñitas para que brote la esperanza y se levanten nuestros hijos con la alegría en las ventanas.

Por Galicia vino quien vino allá por el treinta y seis. Renacido en Africa, la mora que soñaba con alhambras. Galicia redimió su memoria y volvió al primer amor: el mar. Hoy la fecundan brisas limpias, espumas marisqueras para que España pruebe la belleza de las olas.

Jesús Alonso Fernández es el emperador de dos mil trabajadores. Manda en Jealsa-Rianxeira. No preside, no organiza, no dirige. Manda. Y quien manda, amenaza, impone, exige. Bastón de mando le llaman. Cuando se pierde electoralmente, siempre se blande el guardado en la recámara. Para golpear vale, para agachar cabezas, para herir de muerte iniciativas frescas. Y ahí está Jesús Alonso Fernández, campeador de conservas, general de boquerones, bonito, mejillones. Comiendo del esfuerzo de dos mil vasallos obligados por el pan, las patatas, los grelos. Dignos con la dignidad aplastada, pero dignos. Aportando para el bienestar, para la ostentación, para el lujo del patrón. Conscientes porque lo saben. Sacando a flote la honradez pisoteada por honrada, por inconveniente, por rebelada. Hay navajas en lata que se clavan, calamares que aprietan, pulpos que constriñen. Los azuza Jesús Alonso Fernández como a monstruos marinos desbocados.

Alonso perdió hace ocho años la alcaldía a manos de un candidato del BNG, profesor de Filosofía, y del PSOE. Y el patrón, español de españa (pequeñita, minúscula, abreviada) no entiende que a Boiro lo presida un filósofo. Le suena a era presocrática, a Grecia antigua y superada. Un filósofo no puede ser empresario. Alonso es empresario porque no piensa. Se lo oyó a Díaz Ferrán: “hay que trabajar más y ganar menos” El impone a su candidato del Partido Popular “economista con práctica en la empresa y que no tiene nada que ver con el filósofo” Y si no vence el economista, si no derrota al filósofo, llena sus maletas de mejillones, berberechos y sardinas y se marcha a otro sitio donde mande, ordene e imponga un economista del Partido Popular. Se lleva de paso el pan, los trajes del domingo familiar, las fiestas patronales de vírgenes conserveras. Que coman filosofía. El exige cartelería del economista, publicidad del economista. Y sobre todo el voto. La democracia no son las urnas, el secreto de la opción política, la responsabilidad del voto emitido. La democracia soy yo, dice Alonso. Yo mando, ordeno, exijo. Para eso soy el dueño. Un boquerón, un voto. De lo contrario, se lleva su fauna a extorsionar a otro pueblo. Siempre habrá hambre acogedora entre los muertos de larga duración. Es fácil el chantaje cuando desafía a la supervivencia. Los estómagos vacíos no pueden filosofar. Gritan sólo las manos extendidas ante el maná que llueve, aunque destroce cualquier cosecha humana.

Rajoy también es gallego. Conservador sin duda. Conservero tal vez. Hoy por hoy, ostras frescas, merluza a la gallega, percebes oscuros de rocas duras. También al mar hay que pedirle el voto secreto de las olas.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

PUÑALES Y CRUCES

Veraz: que dice, usa o profesa siempre la verdad. Así define la Real Academia. Pero ciertamente es algo más. La palabra es un acto de amor, entrega de uno mismo, donación, regalo. La palabra no tiene espaldas, no es luna con cara oculta. Transparencia siempre, con médula de luz, para ser abrazada por dentro, penetrada hasta la fusión absoluta y enamorada. Cuando la palabra no es oferta amorosa se diluye como una ventosidad prevaricadora.

Andan los puñales sueltos. Por los puntos cardinales. Por Cádiz, Barcelona, Coruña y Almería. Han encontrado setenta y tantos cuellos blancos. Andan los puñales sueltos clavando la muerte en las esquinas, en todas las esquinas. De Serrano y de las Tres Mil Viviendas, por los montes verdes de Asturias y los naranjales de Valencia. Puñales de todas las edades. Celos, venganzas, propiedades furtivamente adjudicadas. Porque nadie puede ser comprado, porque el amor verdadero, porque nadie es la bien pagá… Puñales mango de plata y navajas de Albacete. Clases sociales igualadas por el odio, el desprecio y la sangre espesa de amargura.

Andan los puñales sueltos, pero alguien conoce sus caminos. Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, Presidente de la subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal dibuja la ruta de la sangre: "Los matrimonios canónicamente constituidos (católicos) son menos dados a la violencia doméstica que aquellos que son parejas de hecho, parejas de personas que viven inestablemente y que es donde más se está generando la violencia contra la mujer" No se trata tanto de matrimonios fundamentados en el amor, en la compenetración, en el proyecto de vida con horizontes de projimidad. Se salvan más del crimen los “canónicamente constituidos, los católicos” De legalidad se trata, de ataduras esclavizantes, de mandamientos impuestos. El orden implantado por el derecho canónico es una coraza que blinda de la muerte a la mujer y exime al asesino de su machismo erecto.

A blasfemia antievangélica suena. A profanación del amor. A prostitución barata. "España es una sociedad postrada", proclama Reig Pla, quien insistió en que la sociedad española está "enferma" ante las "lacras" del divorcio, los distintos modelos de familia o la reciente Ley del Aborto. "No olvidéis que la violencia de género, que es violencia al interior de la casa, se da sobre todo en aquellos procesos de separación o divorcio o en aquellos procesos de litigio, fundamentalmente también por los hijos".

Todo esto lo afirma un Obispo que celebra eucaristías flanqueado por banderas franquistas, preconstitucionales y guerracivilistas, preñadas de muertes consentidas, bendecidas y a veces propiciadas. España, Señor Obispo, no es una sociedad postrada ni ante un caudillo coleccionista de miedos, ni ante una moral esclavizante. Hemos elegido la libertad de pensar, de construir y de caminar sin barandales unívocos, excluyentes que encorsetan la iniciativa humana. Usted, como Benedicto XVI, confunde esta tarea humanizante con un laicismo agresivo. Aunque no estoy seguro de la inocencia de esa confusión. Suena más, infinitamente más, a homofobia, a resignación hiriente, a desprecio histórico de la mujer.

Jaime Mayor Oreja, iluminado con tiara cartón piedra, denuncia que “el Gobierno y su proyecto de ingeniería social impulsa de manera permanente ataques contra la familia, la vida y la educación” y que ello no es “fruto de la improvisación” sino de “un proyecto organizado y perverso”. Mayor Oreja, como el Obispo de Alcalá de Henares, prefiere el sometimiento a la autonomía, la rodilla humillada a la verticalidad de la conciencia hacedora de futuro.

La luz es siempre víctima de las miradas sucias. Hay un empeño deformante que hace de las cruces puñales de acero oscuro.

lunes, 27 de diciembre de 2010

ESPAÑA TIENE ESPERANZA

Llevamos la crisis en los brazos, en los ojos, en la boca. Tan nuestra, tan interior, tan íntima, tan duradera ella. Somos crisis. Colgada está en las ventanas de los hoteles cinco estrellas, en restaurantes lechales de cordero segoviano, vacíos de tenedores de lujo, comiéndose los michelines de la guía. Vamos trillando crisis, segando parados de duración infinita, gavillas almacenadas en sótanos de olvido. Trigo moreno de sangre envenenada, inservible para obleas blancas de ofrenda.

De brotes verdes hablan. Pero hay economistas arrancando brotes verdes, nacidos apenas, como si les crecieran agostos por los adentros. Sin tallos de estatura para auparse en la vida, dando esperanza para incendiar la crisis. La llevamos en los ojos, turbios de tiempo sin tiempo que remedie la amargura.

Felipe hablando de ETA cargada de pistolas. ETA es una infinita cartuchera, encinta de ataúdes, tricornios y muslos de novias tristes. Disparan contra el beso, el amor recién nacido, terminales de inmigrantes, fusilando ilusiones contra paredes blancas. ETA dictadura amarga como todas las dictaduras del mundo. Y Felipe hablando, dudando, planteando conciencia frente a balas, palabra cargada de futuro contra bombas reciclando presentes en pasados. Intuyendo que el amor puede más que los zulos oscuros del miedo y las fronteras. Felipe implicado en el devenir de la historia. Por el ochenta y dos presidente. España en las manos. Para una Europa cercana. Lejos del cráter que nos convirtió en el sótanos del mundo. Empujando hacia atrás la dictadura para mostrar la cara limpia y los brazos acogedores de España. Expresidente ya. Jarrón para el futuro. Situado en la palabra constructora. Sin boletín oficial, pero haciendo camino. Y esperanza. Despeñados anduvimos muchos años. Pisados en el fondo de la historia. Confundidos con toritos negros sobre televisores grises, castañuelas y gitanitas exiliadas en Alemania sin Alhambras ni Generalifes, sin Albaicines ni arrayanes. Pero brotó la luz de las bodegas del mundo y surgió la esperanza esperanzada. Y fue para siempre una España hacia delante.

Llevamos la crisis en los brazos, en los ojos, en la boca. Tan nuestra, tan interior, tan íntima, tan duradera ella. Pero que nadie amenace la esperanza. Ha costado trabajo empujarla hacia delante. Crisis somos. Pero músculo somos. Fuerza somos y arrojo. Que nadie especule con el desengaño y la anorexia. Que nadie anuncie regresos que suenan a amenaza. “Si viera a España muy desesperada, tal vez tendría que volver a la política” Lo dice Aznar, vendedor ambulante de desgracias. Murdoch paga y él pone el mostrador. Vocea una España rota, balcanizada, descristianizada, desahuciada, agónica y terminal. Nación a precio de saldo por culpa de un gobierno fabricante de paro, hacedor de crisis económicas sin precedentes, destructor de los valores de occidente, triturador de la familia.

ue injusta la historia que sitúa a este gran bienhechor de la humanidad entre los cinco peores expresidentes del mundo. Ni Buhs le concedió ningún galardón cuando se despidió de la Casa Blanca. Lo bajó del podio donde se había colocado junto a Blair y lo degradó con el olvido más absoluto sin ni siquiera regalarle una mesa donde descansar los pies.

Le queda Sarah Palin, GEES, FAES y Ana-medio-ambiente para sostener el mostrador ambulante de su tienda.

Dispara la amenaza de volver si España se desesperanzara. Habrá que decorarse con una sonrisa la solapa y ponerle jazmines a la pena para ahuyentar redentores, Reyes Magos y mesías.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

SE BUSCA OBISPO: URGENTE

TDT excluyendo a CNNPLUS convirtiendo a nuestro querido Antonio San José en rey negro de una gloriosa pantalla. Canal mitrado, chorreado de agua bendita, bendecido urbi et orbi. Sobre las maldades de la píldora del día después trataban. Y maldecían. Y condenaban. Y despotricaban. Dijo una tertuliana: He oído que los médicos aseguran que es una inoculación disparata de hormonas con consecuencias terribles, muerte incluida. No aportaba datos concluyentes por investigados. Lo había oído. Así surgen los asertos científicos de muchas tertulias: tomando café en la puerta de casa, recibiendo el fresco de la brisa una noche cualquiera de verano. Y llegó entonces el vómito de una vida mal digerida: Si esas son las secuelas, me alegro de que sean muchas las jóvenes que tomen esa píldora, para que por lo menos se jodan. Lo escupía Francisco José Fernández de la Cigoña, laico, encantado con su Iglesia y cabreado con algunos individuos de su Iglesia, según dice su nota biográfica. Y después de semejante estertor estomacal, nos predicó la santa doctrina de aquellos condiscípulos con los que está identificado: Hace unos días un hombre mató a su hijo de cuatro años. Hay quienes maltratan y asesinan a sus mujeres. Hay criminales, ladrones, violadores. Existen porque no viven como Dios manda. Nada de esto ocurre dentro de la Iglesia católica, Apostólica y Romana. Tras semejante regurgitación, reposó del esfuerzo apostólico, evangelizador, misionero y disfrutó de la destrucción de hermosas muchachas, jodidas de muerte, que habían soñado que tenían palomas blancas dormidas bajo la blusa.

Fue cuando la Educación para la Ciudadanía, cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo, cuando el aborto. Se llenó Cibeles de Obispos, de familias atacadas y a punto de ser heridas de amor homosexual. El Obispo Gascó nos advirtió que se estaba destruyendo la democracia, democracia que el episcopado amaba y defendía como lo había hecho en tiempos de dictadura. Y Martínez Camino excomulgaba a los diputados que votaran leyes que van contra la voluntad de Dios y contra el derecho natural. Y coreaban unidos a Benedicto XVI contra el laicismo agresivo de un gobierno presidido por un anticristo. Y abominaban de la educación para la ciudadanía porque encarnaba un adoctrinamiento mientras no se arrepentían de haber siso presentados para el episcopado por un caudillo que les exigía fidelidad a las leyes fundamentales del movimiento. Obispos que ante la proximidad de una ley que acerque la muerte a la dignidad humana aseguran que debemos morir con sufrimiento, como Cristo, que no disfrutó de medicación alguna para enmascarar su dolor.

A veces los Obispos tienen prisa y aparecen como legionarios de paso alegre y rápido. Y se sienten perseguidos si su doctrina no es fuente única de inspiración para la promulgación de leyes que dimanan del Congreso de los Diputados, de la voz del pueblo, de la conciencia dinámica de una sociedad que tiene que construir su futuro en consonancia con sus aspiraciones humanas y humanizantes. Entonces condenan, excomulgan, excluyen. Y aseguran que la homosexualidad se corresponde con enfermedades cerebrales, que el amor sólo es digno si incluye la voluntad expresa de la procreación, que el sexo no puede ser disfrutado como el supremo escalofrío del alma, sino como pecado, frustración e infierno anunciado.

Francisco José Fernández de la Cigoña expectora su odio compaginándolo con su ferviente defensa del mensaje católico y no aparece un Obispo clarificando que es condenable el disfrute de este predicador con su deseo de muerte para una juventud que necesita sentir el éxtasis, el vértigo, el estremecimiento del beso compartido bajo una luna enamorada.

Se busca un Obispo decente: Urgente.

sábado, 18 de diciembre de 2010

ESTABILIDAD DEL EURO

Se derrama continuamente de la boca de los políticos, de los banqueros, de los inversores en bolsa: es urgente garantizar la estabilidad de la moneda europea. Y alrededor de la moneda gira toda la vida económica, comercial, productiva y humana. Esta urgencia no permite aspirar a un estado de bienestar mejor del que tenemos, sino que incluso hay que recortar el que disfrutamos y al que hemos llegado a base de sacrificios de aportación durante muchos años. El bienestar no es un regalo, es una conquista del esfuerzo común. Hay que irse acostumbrando a su desaparición en bien de la estabilidad monetaria.

Hay que abaratar el despido. Se ha roto la cadena banco-empresario-trabajador. Los gobiernos han aportado grandes cantidades de dinero para sostener el entramado de la usura. Deben seguir creciendo sus beneficios de manera exponencial y eso se ha conseguido. Incluso practican prejubilaciones para que otros paguen los sueldos de quienes les ayudaron a enriquecerse. Los bancos se han escondido en su caparazón para disfrutar de su propio bienestar y no han repercutido su confort en el empresario. Este ha visto menguar (que no desaparecer) sus ganancias y vierte su cortedad de miras sobre el trabajador. Y el trabajador con cuarenta, cuarenta y cinco, cincuenta años se encuentra de repente sentado en la acera de la vida con su mochila de angustia, su hipoteca impagada, su familia hambrienta y un INEM celulítico de burocracia. Se le ha roto el futuro a ese hombre para siempre desorientado, escritor de currículum inútiles, rompiendo nudillos en puertas herméticas de indiferencia. Todos aparentan esforzarse en promover el primer trabajo. Nadie lucha por adecentar el que puede ser el último.

Los viejos deben acostumbrarse a ser más viejos. Cuando la sociedad vive idolatrando el becerro de la juventud, la musculatura esteroidea, la alimentación con anabolizantes y en consecuencia la vejez es un delito contra el tiempo que hay que disimular en geriátricos de olvido y abandono, exigimos que el viejo sea más viejo para disminuirle los ahorros que aportó para tener un descanso digno. Si no hay jóvenes a los que explotar, tendremos por lógica que explotar a los viejos. Para algo tienen que servir los inservibles.

Habrá que entregar a los empresarios la sanidad pública para que la conviertan en negocio. Se pueden restringir las estancias hospitalarias, la oxigenoterapia indispensable para beberse la vida a sorbos, las sillas de ruedas para médulas rotas. Ellos saben convertir el dolor en estabilidad monetaria.

Se puede delegar la investigación. “Que investiguen ellos” A nosotros nos basta con fotocopiar los avances ajenos sin sentirnos campeadores del futuro. Los españoles ya hemos tenido bastantes conquistadores y podemos ahora quedarnos sin sueños de aventura para apoyar la estabilidad del euro.

Tuvimos la costumbre de ser pobres. Sabemos muchos de avecrén de posguerra, de sopa de algarrobas, de chocolate con tierra los domingos. ¿Por qué nos van a preocupar ochocientas mil personas mordiendo el pecho de Caritas, rebuscando como ratas en contenedores vomitados por grandes almacenes? Las viviendas engullidas por hipotecas-basura brindan la posibilidad de vivir en comunión con las estrellas. España es tierra de luz brillante y sol-calefacción.

Los estados son economía. Economía las empresas. Las catedrales del consumo son economía. Los gobernantes son súbditos de la economía, los grandes bancos, sus pastores. Resulta entonces comprensible que la moneda sea el centro y que todos aportemos la pobreza que nos queda para su sostenibilidad.

Los derechos humanos, la dignidad, la solidaridad, la justicia distributiva, la función social de la riqueza, la deuda de los que más ganan a favor de los nada tienen se han reducido a la marginalidad. No se les puede otorgar preeminencia frente al altar del billete, ante la deidad del banco Central Europeo. Sin ricos no habría sociedad. Sin pobres tampoco. Y como son éstos los que alimentan a aquellos, nuestro deber es fabricar miseria para aportar estabilidad a la estabilidad. Los pobres son esa melancolía que embellece la elegancia de las carteras de piel.

¿Para cuándo la estabilidad del hombre como centro de la exitencia?

jueves, 16 de diciembre de 2010

ANTISISTEMA

Arde París, Bruselas, Atenas, Londres, Roma, Madrid, Berlín. Ciudades hogueras. Se queman vehículos, se destruyen monumentos, se destrozan comercios, coches, cajeros automáticos, bancos. Policías heridos. Manifestantes hospitalizados. Europa es una tea ardiente frente a las estrellas.

Mientras, los sumos pontífices de la economía despliegan su liturgia frente al becerro de oro. Ajenos al grito de la calle, permanecen arrodillados ante los mercados, los nuevos dioses capaces, como todos los dioses, de matar a víctimas inocentes, de lamer su sangre para sentirse satisfechos consigo mismos.

Se quema Europa y el mundo. Y los santones del dinero llaman antisistemas a todos los que gritan su hambre por las calles ahumadas de rabia. Bancos que usurpan paredes hipotecadas, llenas de sueños, de niños, de esperanza, mientras reparten millones de bonos entre los consejeros delegados. Farmacéuticas enriquecidas con los retrovirales negados al sida negro y africano. Millones de familias donde nadie gana un pedazo de pan o una ubre de leche caliente. Un primer mundo que vive de haber expoliado a sus colonias y que ahora expulsa a los que llegan con la mano tendida.

Se quema Europa y el mundo tiene sabor a ceniza. Y siguen de rodilla los electos del mundo, de espaldas a lo que exigen sus votantes, inmolando sus cabezas ante las agencias de calificación de deuda, los especuladores con catanas suspendidas sobre gobiernos ya nunca soberanos. Madres primerizas que alumbran a sus recién nacidos a las puertas del INEM. Viejos que deben ser más viejos para cobrar sus pensiones y prejubilados de lujo pagados con dinero público. Ancianos que toman el sol como quien toma un caldo caliente y maduros bancarios cincuentones con visa de Arman en la cartera.

Se quema Europa y el mundo porque escuecen las promesas. Se han agostado con las nieves los brotes verdes. No era urgente modificar la edad o el tiempo de cotización para disfrutar de una pensión ahorrada, nunca regalada. De repente se ha convertido en cuestión perentoria para tapar la boca de las exigencias venidas desde potentes despachos. Había que refundar el capitalismo porque el egoísmo del libre mercado, los oligopolios, nos han llevado al estado de miseria actual. Pero en realidad les hemos inyectado fuerza para resucitar de sus propias cloacas. Y ahora se permiten el lujo de rociar de hediondez su entorno y que nos sepa la vida a amargura y desamparo. Están los mismos en los mismos sitiales, con idénticos honores, con los mandatarios postrados suplicando una deuda más barata. Se rebaja el despido que es una forma de depreciar la angustia. Se achican los sueldos, las pensiones, las ayudas a parados de larga duración como quien achica la pobreza que inunda los sótanos del poder y la gloria.

La derecha se ensancha. La xenofobia se siembra en surcos sucios que cosecha muertes entre las olas. La aldea global construye muros y cada nación regresa a un extraño Berlín dividido. La izquierda es una derecha bienpensante, perfumada, atractiva, pero poco a poco apóstata, domadora de utopías incómodas, renunciando a la transformación social, comprensiva con dictaduras convertidas en clientes, sólo clientes, que dejan dividendos aunque desprecien elementales derechos humanos.

Se quema Europa y el mundo. Huele a humo, a hambre, a miseria. El mar ya no se encuentra debajo de los adoquines parisienses. Hay que ser realista y no pedir lo imposible. Que nadie queme cajeros, ni rompa los cristales de los bancos, ni manche las fachadas del dinero. Que nadie defienda a los gitanos, que los pobres se coman su hambre oscura, que la aldea global construya sus fronteras. Santo, santo, santo es el mercado. Llenos están los ricos de tu gloria. Que nadie se atreva a enfrentarse a lo establecido porque será llamado antisistema.

Los pobres heredarán el cielo. Mientras tanto que aguanten el asco y la pobreza.

domingo, 12 de diciembre de 2010

LA DERECHA

Hace ya tiempo. Fraga se recicló a sí mismo y se convirtió en fruto maduro de una derecha ajena al franquismo, distinta, prefabricada. Pero España venía de donde venía, si es que venía de algún sitio. Muchos ya estaban allí. Apiñados, del brazo, con la camisa desteñida de azul demodé, demócratas de toda la vida. Era la derecha que nunca fue derecha, escondiendo su pasado, derretidas las montañas nevadas, pálida de sombra-sin-cara-al-sol. Derecha que no tenía un ayer amado porque el futuro pintaba en urnas, sin plebiscitos ni plazas de oriente decoradas de Utreras y Piñares correaje brillante y negro.

Todo era nuevo, recién estrenado. Fraga estaba de pié y andaba recto. Detrás una España popular fabricando Aznares y Rajoys, Esperanzas-católicas y Fernandos-Pons, dividiendo las aguas radicales, peregrinando hacia un centro inalcanzable.

Hace ya tiempo. Fraga solicitó ayuda para una silla de ruedas. El centro como meta requiere de alguien amigo que empuje. Y se hace más difícil. Ya no cabe el estado en la cabeza de D. Manuel. Le rebosa la libertad, se le derrama tanta constitución, le sobrepasa tanta autonomía rompedora de la una, grande y libre. Alguien entonces se pregunta: ¿Quién es la derecha? Y puestos a agudizar, hay que crujir la sinceridad y empuñar una interrogante quirúrgica: ¿Se puede ser de esta derecha?

Esperanza Aguirre presentó hace unos días un libro de Herman Terstsch: “Libelo contra la secta” Y Esperanza, siempre tan ella: “Este libro es la crítica más viva, apasionada y fundamentada contra un Zapatero obsesionado por dividir y enfrentar a unos españoles contra otros, pretendiendo expulsar de la vida política catalana y española al Partido Popular” Escenificó la simpleza de Zapatero al erigirse en "mesías llamado a resolver ese presunto déficit de legitimidad de nuestro edificio constitucional". Todo ello porque, según su versión, no conoce la historia de España y pretende "enlazar el régimen constitucional del 78 con la lejana y fallida segunda República" Zapatero proclama iniciativas “inspiradas en el anticlericalismo de raigambre masónica más propio de casino del siglo XIX" Como la reforma de la Ley del aborto, que la ha convertido "en un método anticonceptivo como lo era en el paraíso comunista de Stalin".

Juan Manuel de Prada, hijo amado del Vaticano y estandarte de la capacidad intelectual de esta derecha, escribe a propósito del chantaje de los controladores: “A una nación hecha unos zorros como la nuestra, al tirano le basta con intoxicar las tertulietas radiofónicas y televisivas, que son el oráculo de la llamada opinión pública” (Juan Manuel es tertuliato de varias de esas tertulietas) “Si la utopía del socialismo antañón era la sociedad sin clases, la utopía de esta gran fábrica de parados que es el socialismo hodierno es la sociedad de vacaciones, donde los parados llegan a creer que disfrutan de un domingo perpetuo, y donde quedarse sin puente jode más que quedarse sin subsidio de subsistencia” El “régimen castiga a los controladores aplicándoles la ley militar para meterles en la cárcel”, cuando, por otra parte, se inventa “todo tipo de tretas” para sacar de allí mismo a Otegui y compañía. “En una cosa se parecen los batasunos y los controladores”, asegura el columnista de ABC: “en que el principio de seguridad jurídica no rige para ellos”. Los pobres controladores están en “el limbo de la indefensión”.

Isabel San Sebastián, faro y guía iluminadora de Mayor Oreja, María San Gil y Mikel Buesa nos alerta: “Zapatero, encerrado en La Moncloa o mostrando una palidez ojerosa en la tribuna del Congreso, se parece cada vez más a ese Adolf Hitler magistralmente encarnado por Bruno Ganz en la película de Oliver Hirschbiegel”, “Está solo, sin más compañía que la de cuatro incondicionales (e incondicionalas) tan ciegos e incapaces como él. Quien a hierro mata a hierro muere”

Miguel Angel Rodríguez: La próxima ley de muerte digna es en realidad la autorización para matar enfermos y viejos y evitar así gastos da la Seguridad Social.

¿De verdad se puede ser de derechas?

sábado, 11 de diciembre de 2010

IGLESIA OBSESIONADA

La Jerarquía católica se lamenta machaconamente de sufrir una gran persecución. En realidad es sólo un complejo interesadamente manipulado, consecuencia de una deformación de su entorno mundanal. Esa postura farisaica lleva a la Iglesia a la soberbia de proclamarse santa sin sombra de mancha alguna. Se cierra entonces en su propia endogamia y se enorgullece de no ser pecadora como los que están en el mundo expuestos a la destrucción de las almas. Desde su arrogante santidad desprecia todo lo que no es ella misma. Nunca en la historia se ha sentido pecadora, itinerante hacia una cumbre definitiva. El arrepentimiento es una actitud que deben ejercer los humanos, pero nunca ella, que está concebida en santidad original y su horizonte escatológico no es más que el reconocimiento supremo de su inmaculada concepción, de su caminar santo y de su llegada a la plenitud vestida de blanco.

Jesús Sanz, Arzobispo de Oviedo, habla de “la cristianofobia del laicismo beligerante y la barata facilidad con la que la Iglesia es sometida a befa y mofa". Se pregunta el Arzobispo "por qué hay patente de corso en esa exclusión del hecho religioso en general y del cristiano y eclesial en particular". "Los intolerantes imponen su censura" para desgastar "la presencia cristiana" con "posiciones políticas, culturales y mediáticas que tratan de atacar y destruir al cristianismo".

Rouco arremetió contra el "anticlericalismo y secularismo agresivo” que, en su opinión, se vive en nuestro país. Por su parte, Cañizares invitó a los fieles a "la confianza en el amor de Dios y en su victoria sobre el mal", ante las "muchas dificultades, grandes y graves, en la Iglesia y en el mundo, también en España". "Vivimos –asegura- unos momentos en que no se sabe lo que es el mal o se piensa que apenas hace daño el hacerlo".

La Jerarquía no se plantea la asunción de culpabilidad propia alguna. “El infierno son los otros” diría Sartre. No asume la Iglesia que ella sea su propio problema y carga sobre los demás la indiferencia o la antipatía que despierta.

Algún Papa ha llegado a afirmar que la quema de herejes era un mandato del Espíritu Santo. Ha despreciado los avances científicos, ha condenado las profundizaciones filosóficas, ha anulado la creatividad teológica, ha arrinconado a la mujer hasta poner en duda la posesión de un alma, ha subestimado la afloración literaria, ha luchado contra toda cultura que no sea la occidental inspirada en supuestos valores cristianos, ha borrado la teología de la liberación y condenado al ostracismo a sus autores comprometidos con el mundo de la pobreza, ha contemporizado con dictaduras abominables. Podíamos seguir. Confunden deliberadamente cristianofobia con aversión a una Jerarquía obsesionada con la propia persecución. La toma de conciencia de una laicicidad por parte de la ciudadanía, como vivencia autónoma y fecunda frente a la concepción mistérica del mundo, brinda a la Iglesia la oportunidad de experimentar su independencia. Pero permanece ligada por el cordón umbilical del dinero. La ligazón económica de alguien conlleva la sumisión en el trabajo, la aceptación de los malos tratos por parte de mujeres esclavizadas, el sometimiento a directrices sobre las que se pasa sin apenas dirigirles la mirada. La autonomía laica de la humanidad le proporciona a la Jerarquía la agilidad suficiente para proclamar su mensaje y exigir el derecho a la más libre de las expresiones. Morder la mano de quien te da de comer y exigir al mismo tiempo que siga proporcionando comida entraña una contradicción “in terminis”.

La Iglesia es un problema para sí misma. Y en la medida en que aspira a una imposición dictatorial sobre las conciencias, es también un problema para la humanidad. Sólo la libertad, creadora de amor y esperanza, nos devolverá la armonía de la convivencia con nosotros mismos.

viernes, 3 de diciembre de 2010

SUBSISTENCIA APENAS

Uno se alegra con frecuencia de no pertenecer al gremio de los economistas. Ellos sólo visionan el pasado. No vale la pena. Es más atractivo el futuro siempre inacabado, siempre a la espera del empujón parturiento y jadeante de alguien con coraje suficiente. El ibex treinta y tantos, el carrusel de la bolsa, el diferencial de la deuda: conceptos cuadrados, constatación sin tacto, sin escalofrío vital. La vida no es un número, es un beso cargado de futuro.

Es muy grave el presente que amenaza con ser sólo presente sin promesa de mañana. Y esas cabezas con neuronas numéricas conocen sobradamente los orígenes de la crisis. Se nos echó encima como un caballo desbocado por los trigales limpios y granados. Se llevó por delante el estado de bienestar, millones de euros destinados a investigación y desarrollo, a sanidad, a becas. Ha arrasado barrios negros de hipotecas, paredes que acogían amor recién estrenado, puestos de trabajo con callos de experiencia. Trabajadores de cincuenta años sin futuro. Chavales de veinte sin pasado. Sudor ya para siempre inútil de hijos no criados. Caricias acumuladas que no pueden compartirse. No hay dinero, ni techo, ni ganas. Y esas cabezas con neuronas numéricas conocen el origen del asco. Aconsejan a los estadistas. Les dictan soluciones. Les proponen caminos que coinciden siempre en la pobreza. Aparece la palabra recorte. Se recortan sueldos, pensiones, ayudas a quienes dependen de otros hasta para escupir con dignidad. Se actúa sobre los efectos, no sobre las causas. Es urgente ayudar a los ricos a costa de fabricar pobreza. Cirugía hace falta. Hay que extraer órganos a los que se van a morir de pena para implantarles alegría a los que hicieron de la alegría un patrimonio irrenunciable. Los pobres se han acostumbrado a la pobreza. Pero sería muy duro enseñarle a los poderosos a comer huevos fritos con patatas un día y otro hasta que no hay ni huevos ni patatas. Se lamentan los grandes bancos porque ganaron un tanto por ciento menos que hace dos ejercicios. Sólo unos miles de millones. No puede mantenerse esa situación. Hay que compensarles adecuadamente con la apropiación de viviendas porque un matrimonio con tres hijos pequeños no puede pagar una hipoteca cargada de usura. Tienen que sustraerle al parado de larga duración la ayuda de cuatrocientos veinte euros para permitir que el consejero-delegado se jubile con millones de sudores ajenos. Hay que regatear una silla de ruedas para que un director general presuma de mercedes último modelo.

Uno no es economista y siente una inmensa alegría de no serlo. Tal vez por eso no entiende. ¿No había que refundar el capitalismo? ¿Están encarcelados los causantes de tanta miseria? Porque ni siquiera han sido ladrones de guante blanco. Tienen hambre ajena hasta el cuello, manos sucias de miseria de los otros, hundidos hasta la cintura en cloacas formadas por el asco y la inocencia de muchos. ¿Dónde viven los mercados? ¿Cómo se llaman los especuladores? ¿Cuántos patrimonios que no responden a una justicia distributiva?

Para que algunos existan, tiene que subsistir la mayoría. Para que unos estén arriba, muchos tienen que estar por debajo de la existencia. ¿Vale la pena vivir sin existir? ¿Hasta qué punto es posible?

Los economistas lo saben. Los grandes estadistas, los importantes banqueros, los altos empresarios, los líderes del mundo se han refugiado en los palacios de la abundancia y desde allí disparan. Cuidado. Los cadáveres pueden defenderse. Producen infecciones. Los pobres son siempre la conciencia de un fracaso.