miércoles, 22 de diciembre de 2010

SE BUSCA OBISPO: URGENTE

TDT excluyendo a CNNPLUS convirtiendo a nuestro querido Antonio San José en rey negro de una gloriosa pantalla. Canal mitrado, chorreado de agua bendita, bendecido urbi et orbi. Sobre las maldades de la píldora del día después trataban. Y maldecían. Y condenaban. Y despotricaban. Dijo una tertuliana: He oído que los médicos aseguran que es una inoculación disparata de hormonas con consecuencias terribles, muerte incluida. No aportaba datos concluyentes por investigados. Lo había oído. Así surgen los asertos científicos de muchas tertulias: tomando café en la puerta de casa, recibiendo el fresco de la brisa una noche cualquiera de verano. Y llegó entonces el vómito de una vida mal digerida: Si esas son las secuelas, me alegro de que sean muchas las jóvenes que tomen esa píldora, para que por lo menos se jodan. Lo escupía Francisco José Fernández de la Cigoña, laico, encantado con su Iglesia y cabreado con algunos individuos de su Iglesia, según dice su nota biográfica. Y después de semejante estertor estomacal, nos predicó la santa doctrina de aquellos condiscípulos con los que está identificado: Hace unos días un hombre mató a su hijo de cuatro años. Hay quienes maltratan y asesinan a sus mujeres. Hay criminales, ladrones, violadores. Existen porque no viven como Dios manda. Nada de esto ocurre dentro de la Iglesia católica, Apostólica y Romana. Tras semejante regurgitación, reposó del esfuerzo apostólico, evangelizador, misionero y disfrutó de la destrucción de hermosas muchachas, jodidas de muerte, que habían soñado que tenían palomas blancas dormidas bajo la blusa.

Fue cuando la Educación para la Ciudadanía, cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo, cuando el aborto. Se llenó Cibeles de Obispos, de familias atacadas y a punto de ser heridas de amor homosexual. El Obispo Gascó nos advirtió que se estaba destruyendo la democracia, democracia que el episcopado amaba y defendía como lo había hecho en tiempos de dictadura. Y Martínez Camino excomulgaba a los diputados que votaran leyes que van contra la voluntad de Dios y contra el derecho natural. Y coreaban unidos a Benedicto XVI contra el laicismo agresivo de un gobierno presidido por un anticristo. Y abominaban de la educación para la ciudadanía porque encarnaba un adoctrinamiento mientras no se arrepentían de haber siso presentados para el episcopado por un caudillo que les exigía fidelidad a las leyes fundamentales del movimiento. Obispos que ante la proximidad de una ley que acerque la muerte a la dignidad humana aseguran que debemos morir con sufrimiento, como Cristo, que no disfrutó de medicación alguna para enmascarar su dolor.

A veces los Obispos tienen prisa y aparecen como legionarios de paso alegre y rápido. Y se sienten perseguidos si su doctrina no es fuente única de inspiración para la promulgación de leyes que dimanan del Congreso de los Diputados, de la voz del pueblo, de la conciencia dinámica de una sociedad que tiene que construir su futuro en consonancia con sus aspiraciones humanas y humanizantes. Entonces condenan, excomulgan, excluyen. Y aseguran que la homosexualidad se corresponde con enfermedades cerebrales, que el amor sólo es digno si incluye la voluntad expresa de la procreación, que el sexo no puede ser disfrutado como el supremo escalofrío del alma, sino como pecado, frustración e infierno anunciado.

Francisco José Fernández de la Cigoña expectora su odio compaginándolo con su ferviente defensa del mensaje católico y no aparece un Obispo clarificando que es condenable el disfrute de este predicador con su deseo de muerte para una juventud que necesita sentir el éxtasis, el vértigo, el estremecimiento del beso compartido bajo una luna enamorada.

Se busca un Obispo decente: Urgente.

1 comentario:

Paco.F.F. dijo...

Las sandalias desgastadas de Simón Pedro aún pueden resistir un trecho más de camino. Son sus pies los que transportan el mensaje no el envoltorio. Ya queda poco y al final del viaje la cruz invertida redimirá su austeridad y glorificará su humildad. Las túnicas de lamé y las cuentecillas de oro al cuello, no fueron necesarias en el trayecto desde Betsaida hasta Roma durante las contracciones del parto cristiano. Eso queda para los mercaderes de credos.
Va a ser dificil encontrar ese obispo decente.Imposible, diría yo
Felicidades maestro.