miércoles, 17 de noviembre de 2010

AZNAR NO TIENE MEMORIA

El hombre debería mirar siempre su propia historia con una sonrisa. Una sonrisa redentora del ayer y a la vez conciliadora con el propio corazón. Ir más allá es detenerse en el pasado, petrificarse, cicatrizar el futuro cuando todavía se vive en el presente. Me dan miedo los que están satisfechos con su pasado y no enmendarían nada de lo vivido. Es el orgullo irredento de quien siempre encuentra razones para condenar a los otros a la cadena perpetua del desprecio. Pero tampoco debe suprimirse una sonrisa acogedora que acune la temporalidad irrepetible y unívoca que somos.

De redención y conciliación carecen normalmente quienes escriben sus memorias. Hacen de su ayer una burbuja cerrada sobre sí misma, impenetrable, y juegan con ella como Chaplin jugaba con el mundo en su genial Dictador. Nunca leo esas memorias. Me producen un ardor vital y me marea el incienso excesivo en torno a la ofrenda ególatra expuesta sin pudor ante los otros.

Bush acaba de montar un negocio con su vida. Bush e Irak forman para siempre la indisoluble unidad del detritus humano. Es capaz de transformar en inocencia su propio humus y ponerlo en el mercado como si de una donación graciosa se tratara. El se opuso, ahora lo hemos sabido por su inconfesable confesión, a una guerra que todavía escupe sangre sobre el rostro avergonzado de la humanidad. Bush-inocencia-virginal sintió náuseas cuando al fin conoció que las armas de destrucción masiva eran una invención de nadie sabe quien. Pero una vez puestos a matar aprendió el placer que dan las torturas ejercidas sobre seres humanos privados de los más elementales derechos. La seguridad de sus conciudadanos era proporcional al grado de sufrimiento ejercido por sus súbditos uniformados. Los abogados que Bush consultaba le tranquilizaban su conciencia inyectándole una legalidad contra la cual fueron condenados algunos de los ejecutores de esas torturas. Pero ningún tribunal ha condenado al comandante en jefe que aprobaba ese proceder vomitivo. Lo juzgará la historia, dice, pero él estará muerto. Ignora que la historia pisa también a los muertos cuyas vidas fueron un insulto para los que siguen vivos.

Blair también ha vendido su pasado. Es como esas prostitutas que llevan su camastro a un plató de televisión orgullosas de haber sido amantes de toreros. Viven de tres noches de lujuria, subastando su carne hasta que la dirección del programa las escupe por cansancio de la audiencia.

Aznar no tiene memoria. “El mundo es mejor sin Sadam” –asegura cada vez que le preguntan por su ilegal implicación en la guerra de Irak. Es verdad. El mundo es más elegante sin Sadam, sin Videla, sin Pinochet, sin Somoza. Y España es más hermosa sin Franco, se lo aseguro, Sr. Aznar. Aunque ni Usted ni su mundo popular condenen con firmeza el golpe militar, los cuarenta años de dictadura, se opongan a la desaparición de los símbolos que lo recuerdan y piensen que buscar con cariño en las cunetas tanta vida sembrada en el vacío equivale a abrir heridas y se empeñen en condenar a un juez que lleva entre las manos el dolor de muchas víctimas.

No escriba sus memorias, Sr. Aznar. Permanezca en su alzheimer defensivo. Se han hundido las Azores. Bush y Blair se marcharon de la historia. A lo mejor un día taponamos la sangre de esa guerra. El olvido será entonces olvido para siempre.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece bien su artículo, pero hay algo que me huele mal. ¿Por qué? No habla de los dictadores de izquierdas.
Le gustan a usted, Castro, Chávez y demás compañía. Estos le parecen progresistas, humanitarios y sobre todo que llevan a sus países a la riqueza.
Creo señor mío, que quizás el señor Aznar tiene un problema, pero usted también. Ya que sufre la misma enfermedad que diagnostica. Atentamente. Lola.

Paco.F.F. dijo...

Hola maestro.
El cameo de Aznar en la guerra de Irak procaría en cualquier hijo de buena madre tentaciones suicidas al sentirse cómplice de tanta muerte y tanto dolor. Pero esta especie de justicieros con reprobación popular, encuentran el psiquiatra apropiado para sus terapias "desinculpadoras" en los mismos asesinos que confabularon la trama bélica más despreciable de la Historia reciente.
Por ahí andan los tres bebiendose los aires de un mundo más inhumano desde que decidieron masacrar un pueblo soberano sin más excusa que las pistolas de plástico incautadas a los nietos de Sadam.
Ayer atropellé con el coche a un pobre perro y lo maté.En la pesadilla que tuve me veía amamantando a sus crias mientras vallaba todas las autopistas del mundo.
Desperté, leí tu artículo y me sentí aliviado.
Salud.
Paco. F. Frías.