Todo es economía. Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo, Instancias financieras, Bilderberg, Botines, Ratos, González. Déficit. Superavit. Dinero, sólo dinero embistiendo las ingles del mundo, empitonando hemorragias de cerebros amortiguados por euros, dólares, pérdidas-ganancias de una bolsa inexplicable.
Todo es economía. En los bares de churros y café con leche, de pincho de huevina y pan de ayer recalentado, de celtas, fortuna y puros delgaditos por el recorte salarial y el despido reformado. Todo es economía. En el andamio de tartera y tetra bick, de piropos altos y arneses que estrujan el aire de yeso y silicosis.
Todo es economía. Los políticos (¿Políticos?) piensan en una sola dirección. Ajustar y reajustar. Cortar y recortar. Construir una fosa grande donde meter a viejos-trescientos-euros-de-pensión y salarios de mono azul. Cortar y recortar la ayuda al desarrollo. Los pobres del mundo están acostumbrados a morirse sin que nadie guarde un luto solidario. Unos cuantos millones más de muertos, y habremos equilibrado el mercado, las cuentas de resultados, Permanecerá la tranquilidad el veinte por ciento propietario del ochenta por ciento, mientras el ochenta por ciento seguirá asomándose a los basureros del mundo para buscar las sobras de la riqueza explotada en su propio territorio. Los dejaremos sub-sistir, es decir, permanecer por debajo de la existencia.
Todo es economía y mercado. Mercados financieros inyectados con dinero sudado para embellecer el dinero robado. Hay que refundar el capitalismo, perseguir a los especuladores. Pero todos seguimos arrodillados ante ellos, hipnotizados, adoradores fanáticos. “Se reunieron últimamente grandes personalidades del mundo financiero” Los demás somos pequeñeces amontonadas, agradecidos a la mano que nos da de comer. “Doy de comer a cincuenta familias” dice el empresario para demostrar su filantrópica generosidad, ignorando a sabiendas que hay cincuenta familias que le sirven el caviar y la langosta que tiene delante. Todo está tergiversado, desjerarquizado, subvertido.
La economía se arregla con la regulación del mercado de trabajo. Mercadillo más bien. Compraventa a bajo precio de esfuerzos, de conocimientos, de necesidades imperiosas de pan caliente. No se admiten mujeres. Tienen grandezas incompatibles con el miserable rendimiento laboral. Los pobres siempre empeñados en ser ricos. Los ricos con la sonrisa prepotente de quien se sabe encastillado, guardado por arqueros de préstamos con intereses destructores, embargantes. Mercadillo regulado por ordenanzas estéticas. Nadie se atreverá a comparar el esclavo romano con el traje dominguero regado de varon dandy. Cerveza familiar los domingos porque es “el día libre”. No se es libre el resto de la semana. Y se acepta esta falta consciente de libertad. Y se agradece. Porque los hijos. Porque la mujer en paro. Porque el padre enfermo.
Sanidad, minusvalía, dependencia, infravivienda. Todo en función de la economía y el mercado. Botellón y drogas castigadas a falta de educación. Televisiones mundiales y mundiales en televisión como plasmas sedantes. Políticas grises tal vez porque el gris da seriedad. Dioses opiáceos para una rebelión imposible. Y así vamos. De mercado en mercado. Economía-metadona inyectada para amortiguar las ansias de vivir.
“Lo malo es haber pensado”, que diría Ionesco. Pan-pensamiento-pan. Amarga en el paladar. El pensamiento pertenece a una dieta suicida. No sólo de pan vive el hombre, Pero ayuda el pan, el solo pan, aunque debilite la dignidad de la existencia.
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