“Debemos restaurar el verdadero sentido de la democracia y sus límites", dice Aznar y asegura que cree "sinceramente" que en estos momentos "el poder político ha traspasado todos los límites razonables y ha invadido terrenos que no deben ser de su competencia, porque no es asunto suyo iluminar verdades sino generar y gestionar consensos como instrumentos de la paz social". "El matrimonio y la paternidad no pueden regirse por lo que el poder político quiera" A su juicio, está pendiente "una tarea liberal para devolver al poder a su lugar y para que la vida pública se apoye en un liberalismo de raíz ética cristiana". "Que el Estado sea sólo eso y no haga de escuela, familia o iglesia", concluye.
Ya éramos demócratas. Y republicanos. Alguien decidió ponerle límites a una república democrática y sacó la rebelión a la calle. No le importó la sangre. Muertos, los que hagan falta. Hay balas suficientes. Si no, se le piden a Mussolini, a Hitler. Pero que nadie repare en muertos. Los que sobren se tiran a las cunetas. Allí quedarán para siempre, aunque Garzón pretenda inútilmente devolverlos a la historia.
Ya éramos demócratas. Pero Franco decidió limitar la libertad. Inventó aquello de la democracia orgánica. La uniformó de camisas azules, chaquetas blancas, sotanas negras y púrpuras. Puso a Dios en el Cerro de los Angeles para bendecir el hambre, la miseria y la cartilla de racionamiento. Cuarenta años hasta el trombo. Cuarenta hasta el Valle de los Caídos. Cuarenta de yugos subyugando, de flechas como lenguas de serpientes.
Quedaba una reserva de tricornios, charreteras y sables militares. Quedaban los tanques por Valencia-Milán del Bosch al frente. Armada-Alfonso-desarmado. Algún elefante blanco-autoridad-militar-por-supuesto. Tejero-ridículo-Tejero poniendo zancadillas inútiles a Gutiérrez Mellado. “Todo el mundo al suelo”, disparando al pecho alto del Congreso. Guardias civiles de chusco y sardinas con aceite en la cartuchera para el descanso de las cinco de la tarde. Tejero poniendo en el suelo la democracia. Suárez elegante. Traje recién planchado, apartando a D. Manuel de las balas, conjurando la locura de los fusiles verdes. Veinticuatro horas estuvo la democracia contra la tapia blanca de España. Sin los ojos vendados. Mirando al futuro de españolitos nacidos con Lorca y Machado en los adentros. Y aquí estamos. Haciendo caminos nuevos, estrenando futuro con la luz de cada día. De espaldas a los Francos, Los Tejeros, los Armadas, los Miláns. Resucitando a nuestros muertos para incorporarlos a la hermosa aventura del presente.
A muchos les duele lo infinito. A Aznar, por ejemplo. Les viene grande la dimensión humana. A Aznar, por ejemplo. Y quieren poner fronteras a la capacidad de preguntar, de responder, de convertir en preguntas las propias respuestas. Les escuece la búsqueda, infructuosa a veces, luminosa a veces, esperanzada siempre. Le desorientan los horizontes porque hay que aceptar su lejanía, utópicamente alcanzarla, hacerla madurez de lo imposible.
Pide Aznar el apoyo de la sociedad en un “liberalismo de raíz ética cristiana” Tan sólo una pregunta: ¿Se apoyó en este liberalismo cristiano la guerra de Irak?
Franco destruyó la democracia en nombre del Dios cristiano. ¿Promueve Aznar un franquismo venial convirtiendo al cristianismo en límite de la democracia? Esa ética de raíz cristiana ha intentado siempre paralizar la historia, los avances científicos, la evolución de la mujer, los horizontes del pensamiento, los impulsos creadores de lo nuevo.
Condeno a quien limite la libertad de ser hombre. El mar es el mar porque no nos cabe en las manos.
2 comentarios:
A lo que no es necesario poner límites es a la inteligencia de Aznar.
Magnífico artículo. Chapó...!!
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