miércoles, 3 de julio de 2013

me anduviste

ME ANDUVISTE EL ALMA





Me anduviste el alma
recién asfaltada para ti.
Más tarde aprendiste
a triturar los besos que sobraban cada noche.
Nunca hiciste una colección de lágrimas.
Las reciclabas como un plástico cualquiera,
como un cristal cualquiera de botella inservible.
Sostuve las paredes de tu boca
para que vomitaras el dolor de tus pies,
el desprecio de tu vientre,
la memoria de tu sexo,
los escombros de tus muslos
olvidados  de olvido.
Tu corazón en las puertas de un hospicio,
sin adopción posible,
sin que te recogiera un organismo oficial
y te depositara en una cuna autonómica
con una caridad electoral
de diputada madre,
de senadora tierna que va besando penas
cada cuatro años con una papeleta entre los dientes.
Me anduviste el alma
de musgo para ti,
olor de hierba  mojada
para que tu pie supiera
que las huellas escuecen
cuando se van no sé a dónde,
por las espaldas del viento
sin llevarse las caricias que sobraron aquella noche.
He preguntado al aire,
a la playa donde nos desnudamos,
al mar que envolvió los cuerpos
y  taponó las grietas
por donde se colaba
el dolor, el abandono, el olvido olvidado.
Hoy me queda la piel de tu piel
como reliquia de un dios crucificado,
cuajarones de sangre en mi ladera,
poco antes de morirme,
poco antes de la postura última
que nos define en el tiempo,
que nos hace tiempo,

olvido y despedida.

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