José María Aznar no fue invitado a la convención nacional del Partido Popular celebrada en Barcelona. Mariano Rajoy, presidente, (lo de líder todavía está por ver), justificó la no invitación porque la cita era “para las personas que estamos en política activa en este momento”
Aznar optó por la postura del zorro que no alcanza las uvas que ciertamente le apetecen: las desecha porque no están maduras. Eso viene a significar la justificación que encuentra para no ser invitado: “Yo estoy fuera ahora mismo de la primera línea de acción política. Pero sigo manteniendo un interés despierto en lo que pasa en la política aunque ahora centre mi actividad en algo que siempre he considerado de la más alta importancia: las ideas. Cualquier proyecto político sin ideas, es una cáscara vacía que seguramente no tendrá nada que aportar”
Los politólogos celebraron –al fin- la independencia freudiana de Rajoy. Por fin el partido era uno, grande y libre. Lo proclamaba Cospedal: un solo partido, un solo proyecto, un solo líder. Ausente Esperanza por enfermedad familiar, ausente Aznar entrenando pectorales, ausente Camps. Lo vieron junto a Rita huyendo, ellos sabrán de qué, en un ferrari, nadie sabe hacia dónde.
Hace tiempo que la Iglesia proclamó que la vida contemplativa era superior a la vida activa. El silencio monacal, la lejanía del mundo, la distancia con los problemas de la pobreza, del hambre, de las injusticias, llevaba más fácilmente a los monjes al encuentro con un Dios nunca hecho carne, compañero y prójimo. Por el contrario, los teólogos de la liberación, los volcados sobre estómagos vacíos, los profetas revulsivos, tendrían sin duda más dificultad para vivir a fondo su cristianismo.
Aznar ha dado el paso definitivamente salvador. Del activismo entrañable con Buhs, del ajetreo bélico de Irak, de la gloriosa reconquista de Perejil, ha pasado a la sublime importancia de las ideas. Aznar piensa, profundiza, indaga. Por eso llega a conclusiones luminosas que fecundarán el futuro de la historia. Los procesos migratorios y el “abrupto” descenso de la población activa obligarán a ampliar la vida laboral de aquellas personas “que puedan seguir trabajando”. “Habrá que estimular la natalidad, incrementar la productividad y evitar los abusos en los sistemas de protección social” y habrá que limitarles los gastos sociales y sanitarios. De lo contrario terminarán con el estado de bienestar. El fenómeno migratorio está identificado con la delincuencia. Los inmigrantes deben convertirse a los valores judeocristianos e integrarse en una Europa profundamente cristiana en sus raíces y en su evolución. Europa necesita “menos regulación y más mercado, menos proteccionismo y más apertura, menos intervencionismo público y más iniciativa privada”. “El mercado abierto y libre es el mayor motor de progreso que existe”
Aznar, san Aznar, está ya instalado en el estadio más perfecto de la vida. Bajo la gloria de Bernini descansan las ideas que preceden. El Aznar contemplativo rezuma semillas de historia, de horizontes confortables, de futuro enriquecido. Aznar, san Aznar, es izado a las alturas por Buhs, Margarita de Inglaterra, Murdoch, Gianfranco Fini y Berlusconi.
Aznar, san Aznar, no te acuerdes de nosotros. El mundo vale la pena incluso sin ti.
2 comentarios:
El quinto párrafo me pone los pelos de punta. O_o
Cuando pase san Aznar, avísenme, que me escondo para que no me vea.
Por algo soy ateo. E iconoclasta.
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