lunes, 18 de mayo de 2015

PENAS EN LA SANGRE



Tengo penas en la sangre.
Despedidas que esperan el turno
que dictan los relojes inapelables.
Pañuelos en los labios
con adioses escritos.
El tiempo se queda sin caminos
y un hombre sin caminos es sólo un vacío,
una nada hecha añicos,
un mar partido en dos
con olas parapléjicas.
Penas que aplastan las lunas
que tenía guardadas para ti.
La distancia es la recta más larga
entre dos lejanías.
No pregunto si tú,
si yo.
Nos hemos ido,
tú de ti,
yo de mí
y hemos fabricado el vacío
de nosotros mismos.
Nos queda la sangre
que sangra cada pena


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