El hombre siempre busca su propio corazón. Para entenderse con él, para coincidir en el acuerdo vital que hace germinar la vida y aflora en una existencia consecuente entre el intelecto y el amor.
No sé si se refería a esa concordancia Rajoy cuando nos prometió la felicidad en la campaña electoral. Tal vez este encuentro gozoso e inevitable sobrepase las neuronas de un registrador de la propiedad. No concuerdan las posesiones adjudicadas mediante legalidad a ese abrazo entre esa búsqueda de entendimiento. ¿A qué se refería entonces Rajoy al prometer a los españoles, a todos, la felicidad? Posiblemente al estómago. Es el centro alrededor del cual giran las propiedades que circunscriben la vida. Ropa elegante, complementos paralelos y a juego con ese fondo de armario, relojes combinados con el color del traje, corbatas, collares, gemelos. Y todo eso guardado por el valor intrínseco del lujo, en la caja fuerte de un banco. Cerca de la cuenta corriente, con ceros de derechas (a la derecha he querido decir, aunque la confusión responde a una deformación de observación). De allí salen en ciertas fechas para que las acaricie el viento, se estremezca de envidia la brisa de la noche con escotes-balconadas para el dentro de los adentros.
Rajoy ganó las elecciones porque le chorreaba la felicidad y quería compartirla con los parados, los viejos, los del salario mínimo, los dependientes, las mujeres maltratadas, los enfermos, lo docentes. Excluía a los bancos porque sabía que ellos llenan el estómago y sus alrededores con euros de todos los calibres. El prefería a los humildes, los desfavorecidos, los que andan por las esquinas con la mano extendida cantando y rezando al prójimo por amor de Dios.
Toda la miseria de España se volcó en las urnas. Todo el pobrerío se vistió de azul. Gaviotas volanderas llevaron votos en el pico, aprendices de las cigüeñas que vienen de París. Rajoy está entronizado en el trono caliente todavía de Zapatero que dejó al país en “la ruina económica y social” como constató la Ministra de empleo y otras cosas.
Papá Noel le trajo a Rajoy un cajón de recortables. Y él se entretuvo en Noche Buena con unas tijeritas de plata haciendo muñequitos con su cuello blanco y su canesú. Se los regaló a Soraya y la vicetodo de todo nos fue visitando por las casas, dejando zapatitos con regalos sin celofán siquiera porque de ajustes se trataba, de ahorro, de declararle amor al amor presidencial a Merkel por las europas de las europas, amén.
España invierno glacial. Congelado todo. Menos los viejos. Muchos van a tener un aumento de cinco con ochenta céntimos. Otros hasta ocho euros. Se crea así el lobby de la arruga, bella por creadora de una riqueza capaz de hacer frente a la prima de riesgo, al ibex treinta y tantos, a un euro enfermo porque no se vacunó contra la gripe pese a la prescripción de Sarkozy. Bienaventurados los viejos porque se morirán por falta de asistencia sanitaria, pero nunca por la infelicidad de unos bolsillos vacíos.
Los funcionarios, los sanitarios, los maestros, las mujeres maltratadas, los niños de guardería y otros muchos deben esperar a ser viejos y contar con cinco euros con ochenta para entrar en el número de esos especuladores de arrugas, coleccionista de patas de gallo, de manos artríticas, de respiración disneica que hasta pueden pagar un euro por cada receta que necesitan y que no necesitan pero que les gusta como colección particular.
Por fin soy feliz, tremendamente feliz, Vivo en el país de Alicia intercambiable con Soraya con el príncipe azul de la alegría: Mariano Rajoy.
2 comentarios:
He reido Rafael. La "situación política actual" se puede convertir, o se ha convertido... en tragicómica vestida de azul, que conducirá "el rebaño" por el buen pasto y empezamos por debajo (-son pellizquitos pero a muchos) recortando. Cuando las estadisticas medias europea en cuanto a otras cosas se dispara la diferencia de "salud" de las clases ricas y pobre, ampliando el ambito a la clase media se hace masiva la clase media pobre,y esto al parecer es el orden. El que es pobre es pobre, y el que es rico pues rico -Y los métodos si importan, el lucro desmesurado de las clases pudientes- Las personas como tal, parece que a pocos interesa...aunque yo me sienta a veces esperanzado en la "cordura social" que sea justa aproximada a la realidad que le circunda "a esa luz oscura de la realidad del hombre" y a veces apremia,hay tantas alarmas de injusticias y sufrimientos evitables... con otra actitud del conjunto social...
Ya ves, yo también me siento feliz por las mismas razones que tu expones con la claridad de mente que te caracteriza. A pesar de lo que he leído en el comentario de Mar de Rojan y que me parece tan inquietante:
"hay tantas alarmas de injusticias y sufrimientos evitables..."
Publicar un comentario