TE
NOMBRO
No pregunto tu nombre.
No pronuncio la sílabas que
encierran
la totalidad que eres,
ese ramo de ternura que
adivino
cuando se acuesta la luna en
tus pestañas.
No sé si eres nombre
o costumbre guardada
donde es gozo la alegría
y la vida se hace dignidad
porque nace más allá del mar.
No sé si preguntar tu nombre
o esperar a que amaine la
distancia
y encontrarte en la esquina
de los vientos
como una luna estrenada en
primavera.
No pregunto tu nombre.
Me lo dijo una tarde
el beso que olvidaste
en la hierba del río.
Hice desde entonces
amistad con el agua
y hablamos de tu cuerpo,
de la huella que perdura
en los márgenes del viento.
No pregunto tu nombre.
Te llamas como te llamo cada
noche
cuando te invoco en mi
almohada
y acudes a mis sábanas
seminales de estrellas
goteadas.
Te nombro como se nombra el
silencio,
desnudando tu cuerpo
de la rutina del tiempo.
Soy grito que te busca
y retumba en tu vientre
y me adentro en la boca
como una lengua de fuego.
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