CUANDDO
Hará esquina el tiempo.
Ponme entonces un ramo de
labios en los labios.
Tendré sed
y grietas en los ojos.
Las manos cuarteadas
de buscarle raíces a la vida
Un ramo de piel
que decore el frío último,
subterráneo,
de esa tierra inmediata
que seré definitivamente.
Si no acudo a tu cita,
a tu grito,
a mi nombre pronunciado
como sólo tu lo pronuncias.
Si no oyes
mis besos en una caracola,
cuando ya no haya cuando,
ni después,
ni más tarde,
ni luego
y sobren los relojes
porque se licuaron los
minutos,
Si renuncia el camino a ser
camino
y se sublevan las piedras
huyendo de mis huellas.
Si el aire se niega a copular
con los pulmones oscuros de
tabaco,
ponme un ramo de labios en
los labios,
desnúdame el cuerpo como
entonces
cuando iba camino de tu
vientre
y me abrías el óvalo rosa de
tu carne.
Tiene prisa la muerte.
Es el fin de la prórroga
firmada
cuando tú no eras tú.
Vino después la cercanía,
la piel,
el beso,
el abrazo infinito,
la entrada en tus hangares,
la permanencia en tu
silencio,
tu palabra,
tu recuerdo,
tu olvido,
la esperanza,
el futuro,
el presente,
el pasado,
el tiempo recostado,
dormido entre caricias,
las manos en las manos,
las bocas en las bocas,
las ingles en las ingles,
reptando en mi piel tu piel,
presencia,
ausencia.
Desnúdame de blanco,
con mi traje de entonces
cuando nos presentaron.
Ponme un café con azúcar,
mucho azúcar
para tragar el adiós
sin rozar la garganta,
sin que se coagule la
nostalgia.
Entiérrame, simplemente,
con un ramo de labios en los
labios.
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