EL
ARBOL DE LOS VIENTOS
No hay balcones.
Busco huecos para asomarme a
la vida,
para entender los ojos de la
brisa
y llamar al aire por su
nombre.
Los pulmones se ahuecan,
pretenden exprimir su
materia de rosas,
apagar las lunas descolgadas
y adueñarse del viento en la
garganta.
Suben los pulmones
laringe arriba,
escalan por el perfil de la
luz
buscando una cintura
que quepa entre los labios
para expirarla
como aliento enamorado.
Aire pido,
el que será testamento de mi
sangre,
el que entregaré a la muerte
cuando la muerte muera
cansada de ser muerte.
Quiero de par en par los
balcones
para que la primavera
aprenda los caminos
del misterio,
del pecho donde se enreda tu
pelo,
ese nido caliente para tus ojos
azules.
Préstame el aliento de tu
boca en llamas
bajo el cuerpo que te ama
cuando gimes,
cuando gritas el gozo de tu
carne,
el asombro de tu piel.
Aquí están mis pulmones.
a las puertas de tus besos,
en los ventanales de tu risa
para que se bifurque tu
brisa
entre los alveolos
cianóticos
de unos pulmones rendidos.
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