PUERTA
No hay puerta hasta ti.
Cerraron por defunción los
horizontes,
por cansancio, por hastío,
porque no tiene sentido ser
estrella.
No hay puerta.
Alguien ha tirado la palabra
por las alcantarillas
tapadas con sombras
para que no te diga la
palabra que tengo
guardada entre los ojos,
disfrazada,
porque no me atrevo a
pronunciar el amor.
No es pudor, ni recato, ni
respeto.
Es miedo a la puerta que se
cierra
como se cierran tus espaldas
cuando sospechas que mis
manos
buscan el infinito camino de
tus piernas.
No sé dónde llamar
porque no hay puerta.
La defienden tus pechos
tus perros de algodón
suaves, pero erguidos
como estatuas de aire.
No me atrevo a pronunciar el
amor,
a tocar la desnudez del amor
porque intuyes que busco
el planeta de tu vientre,
la esfera sideral de tus
nalgas.
Y cuando digo amor,
digo cuerpo,
piel digo,
tacto,
boca
y ese pelo enredado
en las palmeras de mis
manos.
Y entonces cierras la puerta
y me expatrias
y me exilias
y me expropias mi cosecha de
besos,
de caricias conseguidas
y me tapo con noches
enhebradas de escarcha,
de frío glacial de lunas.
Hay ríos de madera
para puertas ocultas.
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