LO
HUMANO
El Papa Pablo VI se presentó
hace unos años en la sede de Naciones Unidas. No vengo –dijo- como
representante religioso, ni como depositario de una fe en un dios concreto, ni
como jefe de un estado pequeño, ni como portador de títulos que me
responsabilizan ante todos vosotros. Vengo como “experto en humanidad”
La ciencia ha avanzado en
una carrera que deja atrás el ayer cuando apenas hemos llegado al hoy. Es una
velocidad de vértigo. Veía hace poco la preconización de la posible
reproducción de miembros humanos a partir de un número de células en una
copiadora capaz de fabricar en tres dimensiones. Disculpen si mi descripción no
se corresponde con la exactitud que debiera. Uno es lego en muchos campos, en
casi todos. Sólo quería dejar patente que a veces sólo hay que soñar para que
lo inimaginable sea realidad, para que la utopía camine por las aceras del
mundo.
Los avances científicos
parecen humanizar la vida de los seres humanos. Pero sacándole cabeza en su
estatura, está la tremenda deshumanización que padecemos. Se constata un
desinterés por ser expertos en humanidad. Parece que lo humano lo hemos
desechado como un sobrante ni siquiera reciclable.
Lo del becerro de oro y su
deificación viene de antiguo. No hemos descubierto ahora esos pitones que
encañonan la femoral y se lleva por delante la sangre de los pobres. Grecia alumbró
la democracia y le dio una vida nueva a la política. Y la política intenta la
perpetua salvación del mundo. Y lo digo desde la profunda convicción, desde la
necesidad de convocar lo mejor de cada ciudadano para entregarlo al proyecto de
vida de la comunidad. Y en esas estamos, con nuestras urnas desempolvadas cada
poco tiempo, celebrando la fiesta de la libertad, confiriendo a nuestros
políticos la representación de nuestras metas, de nuestras utopías.
En esta entrega a los
políticos reside el peligro de eximirnos de toda responsabilidad porque
partimos de la falsedad de que a ellos, y sólo a ellos, corresponde la
dirección de la historia. Nos quedamos al margen y entregamos
irresponsablemente a sus manos lo que nos constituye como humanos: nuestra propia
aventura.
Y los políticos a su vez se
sitúan a la orilla de su quehacer para entregar, también irresponsablemente,
las inquietudes de los ciudadanos, al ímpetu de la economía. Y entonces una
crisis sistémica de los bancos mundiales desata eso que llaman crisis y que es
en el fondo una estrategia perfectamente pensada y diagramada para subvertir el
humano devenir de la historia y dar primacía a la ideología sobre el factor
humano.
Y surgen nuevas coordenadas.
Hipotecas basura, inflación, deflación, prima de riesgo, mercados. Y a cada uno
de nosotros nos graban en la frente la palabra crisis. Y vamos marcados como un
ganado gregario y sin criterio. Y nos empapan de millones de parados, de
hambre, de carencia de servicios sociales, de sanidad deprimida. Y se dice con
claridad que los viejos estorban a la economía (lo ha afirmado la gerente del
FMI) y que su muerte sería un empuje para la recuperación. Y se justifican los
desahucios, la desnutrición infantil, la amputación de futuro para los jóvenes,
la supresión de ayudas a dependientes, el hambre escondida bajo unos cartones
para que no se sonrojen las estrellas. Y se desprecia al enfermos, la
prevención sanitaria. Se colocan cuchillas en las fronteras para que los inmigrantes
desangren sus ilusiones de una vida mejor. Se retuerce el diccionario para que
emigración se llame movilidad exterior, para que los brotes verdes alimenten
los estómagos rumiantes, para que el abandono lo consideremos relajación vital
de la existencia. Pero el asco se sigue llamando asco, la opresión, opresión, y
la desaparición de derechos elementales dictadura de corbata y mocasín.
Hemos puesto la economía por
delante del factor humano. Y para extraer ese dinero perforamos la humanidad,
la destrozamos, con la esperanza de llegar hasta la riqueza de unos pocos
aplastando a la mayoría con sus propios escombros.
Nacemos en el vientre de una
ventanilla bancaria y nos entierran en la caja fuerte de un banquero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario