PUEDO
Puedo tocar la sombra del
viento,
sentir el escalofrío del
tacto
de la hierba que es el
viento.
Puedo recitar la voz del
viento,
el formato de sus labios,
la densidad de sus besos
y esos versos que escribe
cuando se abraza al río,
a los árboles,
al canto de los pájaros.
Puedo andar como el viento
cuando encuentra tus ojos
hundidos en tu pelo.
Puedo recordar al viento
cuando recuerda
tu piel,
cuando se hace memoria
de tus tacones sobre la
lluvia,
de tu cintura ceñida
por sus manos de viento.
Puedo preguntarle al viento
por tu desnudez,
preguntarle si existes de
noche
sin el corsé que defiende
tus pechos,
sin el pantalón que funda
el relieve de tus nalgas.
Puedo preguntarle al viento
cómo duermes,
cómo sueñas,
cómo aprietas el vacío
corporal de la ausencia.
Puedo preguntarle al viento
si le pesa el volumen de tu
alma
cuando gritan tus piernas,
cuando llama tu boca
a las afueras de mi boca.
Puedo preguntarle al viento
por qué siento este frío
sólido
como un bloque de olvido
cuando olvido,
cuando no es recuerdo el
recuerdo,
cuando no estoy,
no estás.
Quiero hospedarme en el
viento.
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