MUERTE
Nadie me explica para qué morimos.
Ley de vida, dicen.
Y porque soy legal
me moriré cualquier día.
Desnudo, sin poemas,
sin tus labios firmes,
cuajados de esperanza
buscando piel total
hasta las raíces que me
fijan al tiempo
Siempre se muere de repente,
nunca poco a poco
No hay agonía, lucha inútil,
sólo dolor penúltimo.
Pierdes la memoria de tu
cuerpo
y te haces olvido
inesperado.
No añoras la carne
perseguida
en las noches hundidas como
barcos.
Te enamoras de una oscuridad de piedra
y tallas en tu sangre un
cadáver con los ojos
cargados de despedidas con
prisas.
Porque sólo se muere de
repente,
nunca sabré para qué,
pero cumpliré la obligación
no sé por quién impuesta,
sólo para someterme
a esa ley de vida que le
llaman.
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