CONFESION
Debo admitir las sombras,
la densidad, el volumen
de una oscuridad de piedra.
Dura la luz, el agua
la espuma tallada.
Todo mármol brotado
roca nacida,
ternura truncada,
temblor equivocado
que cuelga de los árboles,
fruto inasequible
para el marfil del diente.
De morder se trata
porque no hay zumo dentro.
Sólo semilla de granito
para futuras cosechas
de vida mineral.
Nunca serán fruto los labios
porque los besos son
un destierro a las afueras
del tiempo.
Debo admitir que no sé lo
que busco,
que no se cumple el abrazo
prometido,
que hay un rechazo oculto,
tejiendo distancias,
interponiendo calles
para no encontrar nunca la
casa de nadie.
Debo confesarlo:
soy tan sólo una sola
soledad,
desnudez absoluta
que encuentra cualquier día cualquier
muerte.
Ese día llorarán los buitres
y comerán mi carne.
La taparán con rosas
y seré un monumento fúnebre,
silente,
anónimo y hundido
escarbando la eternidad
inútil
como esta confesión
arrepentida.
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