NO
ERA EL VIENTO
No es el viento la pregunta.
Tu carne, sí.
Interroga
sobre instinto y amor
sin una respuesta clara,
verificable.
Estamos
envueltos en sábanas y lunas,
hablando palabras llenas del
significado
que transmite tu piel.
Estamos.
Caminando por las huellas
que buscan tus senderos
encendidos,
tus montes llenos de zarzas
donde perder las manos,
donde olvidar los besos
que te inyectan locura
antes de que cubras con tu sombra
mi sombra.
No me preocupa el viento.
Tu postura, sí.
Tu mirada,
tu manera de nombrar la
hierba,
tu forma de decir te quiero,
tu estilo de compartir la
espalda,
frente a frente tus ojos
buscándome el alma.
Preguntan mis manos
por tus pechos,
por la luz acumulada en tu
vientre,
por el cristal que se rompe
cada vez que tiro besos a tu
ventana.
No me preocupa el viento.
No sé responderte.
Nunca sabré
si amor e instinto son una
identidad.
Prefiero la sinrazón del
suicidio
que entraña saltar desde la
luna a tus labios.
Para qué la pregunta.
Para qué la respuesta.
Que piense el viento.
Yo estoy enamorado de la
duda
que me obliga a caminar
por un alambre de luz
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