CLAVICULAS
Anida la lluvia en el hueco
de tus clavículas.
Nace la primavera
a la altura de tu cuello.
Escalo hasta tu nuca,
hasta el árbol de tu pelo.
Eres la lluvia que me llueve
que moja los besos de mis besos,
magnolia en mi garganta
cuando cruzo
a la otra orilla de tu sexo.
Allí estás, esperando,
bajo el agua rota
y humedeces mi piel
hasta empaparme el alma
y tiritar de ternura entre tus piernas.
Te cabe el mundo en el hueco
de tu clavícula desnuda,
la tierra entera,
la luna vinculada
a la sorpresa de cada instante
cuando alcanzo el asombro de tu carne,
el vértigo de tus pechos.
Quiero esconderme
como la lluvia
en el hondón que hace esquina con el hombro
y sostiene tus ojos.
Quiero asomarme a ti,
averiguarte el alma
y tocar la piel del miedo
de haberte perdido,
y el gozo de encontrarte de nuevo.
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