ESA
HIERBA
Me crece la hierba entre los
ojos.
Es como regresar al paraíso terrenal
de ayer
con ríos papel de plata
y nieve polvos de talco.
Pero no me acostumbro
al niño de entonces
jugando a ser hombre,
fumando a escondidas,
besando al descuido,
acariciando pechos
de paloma encendida.
Mi hierba está pisada,
hundida,
manchada del barro
acumulado.
Llevo muchas despedidas
de trenes que se fueron,
que se hicieron olvido,
nostalgia.
No sabría ser niño.
Mis manos tienen huellas
de muslos vencidos,
de bocas herméticas,
de onanismos oscuros.
Soy sólo una soledad sin
nombre
de pisadas antiguas,
de tiempo oxidado
sin una hierba buena
para dormir mi cansancio.
Deja que apoye mi vida
en ti,
cobijado en los pliegues de
tu vientre
recién descubierto
como una tierra prometida.
Quiero que me sostengas
en el arco iris de tu
cintura,
en los tallos azules de tus
ojos,
en la catarata rubia de tu
pelo
siempre naciendo
en el cielo de tu boca.
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