EL
DESCENDIMIENTO
Descolgar los ríos que
penden de tus ojos,
los ríos anudados a tus
pestañas.
Apear la noche de tu sonrisa
tibia,
disuadir el aliento que me
llega despacio
desde tu voz de ayer,
de siempre.
Intento bajarte
por la rampa de mi sangre
hasta la íntima espuma
de semen encendido,
hasta esa catarata
predeterminada
que limitan tus caderas.
Quiero desclavarte el alma
y envolverla en un mar,
hoy que es sábado y dios
resucita esperanzas.
Quiero vendar tus heridas
con jazmines y naranjos
como si fuera Sevilla
un sarcófago de alegrías.
Quiero bajar tu sonrisa
a la altura de los besos
y hacerme un cíngulo azul
que sostenga mi vida.
Bajarte de ti, de mí,
para que vueles
como las rosas en primavera
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